“Para mí todo esto es una sola región, en todos los aspectos, de la arquitectura, del tejido”

Una obra que le tomó más de una década de aprendizajes y años de trabajo especialmente durante la época de  pandemia trae Silvia Mirelmán, arquitecta y apasionada por el arte textil, a Punta Arenas. Nacida en Buenos Aires y habiendo vivido ya 47 años en Río Gallegos, tras su jubilación, hace cerca de 14 años, rescató un telar que era de su madre, que fue el puntapié inicial para incursionar en una serie de técnicas y herramientas con las que confecciona sus obras de arte.

La exposición está titulada “Soy el paisaje que habito”, sugiriendo en su propio título la influencia paisajística en la identidad propia y de su arte. “Yo siempre me sentí muy identificada con el paisaje nuestro. Siempre que viajo de una ciudad a la otra, me encanta el paisaje y quiero plasmarlo en algo”, comparte Silvia. “Yo soy distinta al vivir acá. Este es el paisaje que yo habito”.

Luego de haber incursionado en cerámica, vitrofusión, tejido, se ha decantado por la técnica del telar María. Al momento de su jubilación, el 2010, como directora de Patrimonio Cultural de la provincia de Santa Cruz, recuerda que tenía un telar guardado que era de su madre. Ella había hecho un curso y nunca más lo usó y terminó regalándoselo a Silvia. “Llamé a una amiga que es técnica textil que me enseñe, empecé haciendo telas, prendas y bufandas. Y ahí me empecé a entusiasmar y sentí que era lo que yo quería hacer”.

La obra está en exposición desde el jueves recién pasado y perdurará hasta este sábado, último día para visitarla en el Taller & Galería Escarabajo, ubicado en O’Higgins Nº1013, segundo piso. En ella se pueden reconocer distintas técnicas que convergen, así como colaboraciones con otras artistas, como para una instalación de peces que forma parte de la muestra. 

Colaboró con Susana Suárez, amiga ceramista de Silvia, quien “hizo las colas, las cabezas y las aletas con una técnica que se llama Rakú, una técnica oriental, que fabrica ella a carbón o leña con ciertos esmaltes que fabrica ella también y cuando está al rojo lo saca del horno y lo pone en ceniza. Eso da esos tornasolados metalizados”. A futuro espera realizar más colaboraciones con otras amigas y otras técnicas, como la vitrofusión o la fotografía.

Esta es la primera vez que trae la exposición a Punta Arenas, instancia en la que ha podido compartir con tejedoras de la zona, así como impartir talleres y charlas en distintos contextos. “Para mí todo esto (el territorio) es una sola región, en todos los aspectos, de la arquitectura, del tejido, y es muy interesante tener ese contacto. Entonces también quería conocer a las tejedoras de acá y ver cómo empezamos a coordinar para encontrarnos en las ferias, para intercambiar saberes, o sea, acercarnos un poco más”.