Recuerdos del Parque María Behety (2)
En esos años (1968-1969) se tiene que haber inaugurado la Hostería Municipal con sus onces familiares; pero si era un lujo ir los sábados y los domingos a servirse una taza de chocolate con sándwiches o pasteles mirando el Estrecho de Magallanes en un amplio local con modernas instalaciones. Los fines de semana en las noches se podía disfrutar de los bailables amenizados por los conjuntos de la época: Los “Fathor”, “Los Lancers” o las orquestas de Johnny Alvarez o Juan Águila (“Finito”). El primero y más recordado de sus concesionarios fue Patricio Corsini. En ese local una noche de viernes Pablo Neruda recitó sus versos, fue en 1969 cuando visitó la zona con motivo de su pre-candidatura presidencial. La Hostería fue destruida por un incendio en los años ´80.
Respecto de la cancha me acuerdo cuando vinieron las máquinas para iniciar los trabajos, tiene que haber sido en 1967, pues yo tenía siete años. Se hablaba que llegarían los clubes que jugaron en los terrenos de la Población Capremer. En ese momento estos equipos tenían su competencia donde ahora hay unos edificios de la Armada en calle Chiloé, ahí estuvieron un par de temporadas a la espera de un sitio definitivo.
La cancha era de tierra y quedó entre pendientes que hacían las veces de tribunas, y en medio de los árboles que algo protegían del viento, los niños soñábamos que el campo de juego fuera iluminado para ver partidos nocturnos. Era un estadio natural donde se atiborraban los aficionados para alentar a sus equipos, en especial para el clásico Estrella del Sur contra Cruz del Sur. Estrella era apoyado por los Concha, los Ugarte, los Segovia y los Oyarzún, entre otras familias. La Cruz tenía una barra encabezada por las hermanas Díaz, hijas de Doña Asunción de calle Las Heras, quien tenía una quinta de la cual vendía su producción y además, preparaba las mejores prietas que hayamos probado hasta la fecha.
Aparte de los espectadores llegaban los vendedores de confites, turrones, bebidas y helados, y a veces venían de la radio a transmitir los partidos más importantes. El fútbol era una fiesta multicolor, me acuerdo que los sábados y domingos por la entrada de la calle Pedro Aguirre Cerda a la altura de Av. España colocaban las banderas de los clubes en una armazón de madera, y para los inicios de temporada se hacían desfiles con las formaciones completas de los equipos a los sones de la Banda del Regimiento. Los partidos se jugaban con viento o lluvia, muy rara vez se suspendían por razones climáticas, pero sí, en caso de que los elencos no alcanzaran a juntar el mínimo de jugadores. Las suspensiones por falta de garantías se aplicaban cuando se armaban trifulcas de proporciones, o cuando los guanacos se arrancaban y pasaban por la cancha, entonces jugadores, árbitros, hinchas, “turroneros” y guardalíneas corrían juntos a buscar refugio entre los árboles.
Me acuerdo de algunos de los primeros clubes que me tocó ver en el Parque: Atlético Yungay, Estrella del Sur, Titán, Río de la Mano, Fitz-Roy, Miramar, Río de los Ciervos, Bellavista, Cruz del Sur, que festejaban sus triunfos en un célebre clandestino conocido como “ La Casa de la Cultura”, Locomoción Colectiva y Comandante Salas, un modesto club cuyo artífice, financista y centrodelantero fue el recordado Emilio Amarales, lo secundaba su amigo y socio comercial Rodolfo Soto, ambos eran propietarios del almacén SOAM.
En la cancha del “hoyo” hubo partidos hasta principios de los ’80, entonces la Asociación se trasladó a los terrenos donados por Don Francisco Bermúdez ubicados al final de la Manuel Rodríguez. Por otra parte, no hay que olvidar que el último campo de juego que tuvo la Asociación “La Pandilla de mi Barrio” estuvo también en el Parque, en una explanada ubicada frente a la laguna.
Las cosas son así, de repente desaparecen, donde alguna vez hubo alegría y pasión hoy sólo queda la memoria. De tanto en tanto, pienso en los jugadores que hacían vibrar a sus parciales, muchos de ellos ya no están, se han ido muriendo de a poco al igual que los rastros de lo que pudo haber sido el gran estadio del Barrio Sur.
Así también sucede con “El Parque” en su conjunto; la laguna no es la misma y el Guanaco Pepe ya no hace de las suyas, pero aún así, una que otra “tardecita” paseamos por “El Parque” y captamos más de lo que está a la vista.