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La historia de alumnos venezolanos en colegios de Punta Arenas y su anhelo de regresar algún día a su país

Lunes 12 de Agosto del 2024

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Silvia Leiva Elgueta

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En Magallanes, en el extremo sur de Chile, el viento frío y el clima impredecible han sido testigos del florecimiento de nuevas historias. De jóvenes que han echado raíces en un suelo desconocido. Andrés, Sophia, Yoryeth y Gustavo son sólo cuatro de los muchos que, desde diferentes países, han llegado a este último rincón del planeta en busca de un nuevo hogar. A través de sus vivencias, se entrelazan relatos de nostalgia, adaptación y esperanza. 

Andrés Yoely Ceballos González (13), alumno de séptimo básico en la Escuela Bernardo O’Higgins en Punta Arenas, arribó a Magallanes desde El Vigía, una ciudad del Estado de Mérida, Venezuela, cuando tenía diez años. La transición no ha sido fácil, pero gracias a su carácter abierto, se adaptó rápidamente. Reconoce las diferencias en el sistema educativo chileno y el de su país, pero está contento en su escuela, le gustan las materias que aprende y se ha sentido cómodo. No sólo ha sobresalido académicamente, sino también en el deporte. El año pasado, fue reconocido en futsal, una pasión que trajo consigo desde Venezuela. 

Sophia Victoria Valero Soto tenía 6 años cuando viajó a Chile, era tan pequeña que no recuerda el lugar exacto de Venezuela del que provino y tampoco cómo era su hogar. Ahora, con 9 años cursa tercero básico en la Escuela Bernardo O’Higgins, siendo el único entorno escolar que conoce. Su hermano también estudió allí.

Yoryeth Figuera Moy es presidenta del Centro de Alumnos del Liceo Sara Braun y cursa el segundo medio. Dejó Venezuela a los diez años, viajando primero a Argentina y luego a Chile, donde se estableció en Magallanes junto a su madre y su hermana menor. Su llegada a Chile fue impulsada por la inestabilidad de su país natal, donde las manifestaciones y la violencia preocupaban a su familia. 

Al principio, la vida en Argentina fue difícil, ya que enfrentó discriminación por ser extranjera. “Los chicos argentinos tienen una mentalidad muy cerrada y era la única extranjera en toda la escuela con mi primo que es un año menor que yo”, relata.

Bullying

Pero en Magallanes, Yoryeth ha encontrado su lugar, sobre todo en el Liceo Sara Braun. Al llegar a la región, y estando aún en una escuela básica se enfrentó al bullying problemas que incluso llevaron a una agresión, pero su ingreso al Liceo Sara Braun cambió todo, su determinación la llevó a convertirse en una figura respetada, ganando la confianza de sus compañeros y asumiendo un rol de liderazgo estudiantil.

La última vez que estuvo en Venezuela fue el 22 de octubre de 2018 y reconoce que le gustaría volver. “Es algo que sueño, pero ahorita con la situación no es una opción. Sí nos lo replanteamos antes de las elecciones porque teníamos la esperanza. Todos tuvimos esperanza de volver. Pero con este gobierno no es bueno”.

Su compañero de liceo, Gustavo Celis Sánchez, de segundo B, arribó a Chile con ocho años, dejando atrás su ciudad natal, El Tigre, en el Estado de Anzoátegui, en el noreste de Venezuela. Su padre había emigrado un año antes para trabajar y posteriormente, Gustavo y su familia se unieron a él en Santiago. Luego la familia se estableció en Punta Arenas. 

“Es todo un proceso, porque es una ciudad nueva, un liceo nuevo, con personas nuevas, uno se va adaptando a las cosas. Hay diferentes costumbres, culturas, bailes, música, todo es distinto”, sostuvo Gustavo, quien también es parte del Centro de Alumnos.

A pesar de las diferencias culturales, Gustavo se ha adaptado bien, incluso abrazando la tradición chilena de la cueca, en la que ha competido y ganado en su liceo. Sin embargo, a pesar de su integración, no ha olvidado su país de origen. Aunque no considera volver en el corto plazo debido a la situación política y económica, sueña con regresar algún día, cuando Venezuela sea un país más estable.

Estas son las historias de jóvenes valientes que, a pesar de las adversidades, han encontrado la fuerza para seguir adelante. Magallanes los ha acogido, ofreciéndoles una nueva oportunidad de construir sus vidas, mientras mantienen viva la esperanza de un futuro mejor, tanto para ellos como para el país que dejaron atrás.

La migración escolar

Son alrededor de mil los estudiantes con Identificador Provisorio Escolar, procedente de Venezuela, Colombia y Argentina.

El último estudio elaborado por Fundación Servicio Jesuita da cuenta que el 79,9% de los estudiantes migrantes es parte de la educación pública, el 16,2% está en un establecimiento subvencionado y el 3,9% restante está en un colegio privado.

La llegada de
alumnos haitianos

Uno de los desafíos que enfrentan las comunidades escolares dice relación con la barrera del idioma, un desafío que quedó en evidencia tras la incorporación de estudiantes haitianos que sólo hablan creole, una incorporación que, si bien no aparece en las estadísticas oficiales, sí se han incorporado en los liceos Sara Braun y María Behety.

La directora de este último liceo, Marcela Andrade Yáñez, reconoce que ha aumentado la cantidad de estudiantes migrantes. “Hace poquito llegó una estudiante haitiana, siendo la primera que tenemos en el liceo”.

En este proceso el establecimiento aprendió y se adaptó para poder integrar a las estudiantes migrantes. “Por ejemplo, en algún momento nuestro manual de convivencia decía que los estudiantes no pueden tener peinados de fantasía, como las trencitas. Conversando con nuestros estudiantes, vimos que hay situaciones culturales de su país y nosotros no somos quienes para quitárselas. Así que ha sido un aprendizaje mutuo”, subrayó. 

Sobre la estudiante de Haití se han buscado las herramientas para poder integrarla de buen modo. “Sus compañeros la recibieron muy bien porque trabajaron inicialmente desde el celular con traductores. Los profesores están muy interesados en trabajar con la familia. Tenemos que hacer que ella se sienta acompañada, respetar su cultura, pero también ella tiene que adecuarse al establecimiento para lograr aprendizaje”, sostuvo la educadora, quien comenta que cerca del 40% de la matrícula del liceo es migrante.

 

El 25% de la matrícula de la Escuela O’Higgins son alumnos extranjeros

La Escuela Bernardo O’Higgins de Punta Arenas es otro de los establecimientos que trabaja con una gran cantidad de alumnos migrantes. En total son 79 y ellos representan el 25% de la matrícula del colegio de educación básica.

Su directora Hilda Villegas explica que las diferencias del sistema educativo conllevan a generar discrepancias en el nivel académico y en el conocimiento previo que poseen los estudiantes. “La integración social de los estudiantes migrantes en algunos casos puede ser difícil, ya que se enfrentan a barreras sociales y culturales que pueden afectar su bienestar emocional. No es fácil adaptarse a un ambiente escolar nuevo, a una estructura de clase. Felizmente en este establecimiento, al poseer una alta matrícula de estudiantes migrantes, la relación que se produce entre ellos es en forma inmediata y su integración con sus pares se da de forma espontánea sin mayores dificultades”.

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