“…Más allá de tus labios , el sol y las estrellas…”

Corría el año 1953 y la voz de Lucho Gatica; el más grande, “El rey del bolero” sonaba inconfundible en las radios de tubos de la época. Ese año graba un clásico: “Contigo en la distancia” secundado por “Los Peregrinos” (Raúl “Shaw” Moreno incluido) y el acompañamiento rítmico de “Los Penquistas”, sellando la consolidación del bolero como la expresión musical sublime del sentimiento.

De tanto en tanto, nos encontramos con el regreso de este ritmo en gloria y majestad de la mano (o de la voz) de intérpretes actuales resucitando antiguas melodías en sus propios estilos, o aún más, tocando “nuevos” temas.

La historia de este ritmo no ha sido fácil, recordemos que en algunos momentos fue relegado a la marginalidad y considerado, digámoslo claro, como “cebolla” o “rasca” por algunos estratos sociales o intelectuales. Hoy es venerado por estos mismos sectores para los cuales había sido, incluso, motivo de burla o mofa y que le dieron la espalda. El oportunismo no tiene límites: aún recordamos a los intelectuales de los sesenta, aquellos que no se bajaban de los clásicos, el jazz o la “canción comprometida”. Ahora ellos (o sus herederos de ruta) lo incorporan en sus escritos, pinturas o conversaciones.

Los primeros golpes recibidos por el bolero vienen desde fines de los cincuenta, cuando comienza a ser relegado a un segundo plano por la avalancha del twist y rock and roll con sus exponentes: Elvis Presley, Bill Halley, Little Richard y otros de marca menor. Contribuyen también los baladistas románticos con imagen de niño bueno, precisamente en las antípodas de Presley: Paul Anka, Bobby Vinton, Neil Sedaka. Los italianos (la cosecha de San Remo) invaden América y hacen lo suyo: Bobby Solo, Doménico Modugno, Gianni Morandi, Rita Pavone, Gigliola Cinquetti, Jimmy Fontana y otros.

En Chile la “Nueva ola” de los sesenta, cuyos cantantes en un principio hacían “cover” de los extranjeros; entre ellos Luis Dimas, Peter Rock, Luz Eliana, Fresia Soto, Lalo Valenzuela desplazaron al ritmo romántico. Pocos años después, el Neo Folklore y la Nueva Canción Chilena, intentarían el beso de la muerte.

Pero el bolero siempre mantuvo su público, aquellos con alma de hincha de segunda división que le fueron fieles en sus peores momentos. Afortunadamente hubo intérpretes que mantuvieron los boleros dentro de su repertorio o siguieron especializados en el ritmo, conscientes que habría emisoras donde sus voces no sonarían y escenarios que jamás lograrían pisar, pero curiosamente eran los más populares. Se produce un giro, eso sí, pues por razones de costos ya no había espacio para las producciones “a gran orquesta” y surgen los Tríos de Guitarras, como “Los Panchos”, “Los Tres Reyes”, “Los Tres Ases”, “Los Tres Diamantes”, “Los Tres Caballeros” y en Chile el “Trío Inspiración”, además de “Los Hermanos Barrientos” de Punta Arenas que también interpretaron boleros.

No obstante, para deleite de los románticos de siempre, las “actualizaciones” señaladas. mantienen viva la llama del bolero, nosotros “los de segunda división” añoramos las versiones originales, o las primeras que conocimos, con acompañamiento de guitarras o a gran orquesta. Preferimos las picaduras de los antiguos discos o sus imperfectas grabaciones, por sobre la insolente asepsia del CD y el registro digital; el resto (lo de ahora) bien, gracias por la difusión, premio al esfuerzo y a la técnica, en especial si se hace con respeto y con cariño.

No hay parangón, incomparables, por ejemplo: “La copa rota” por José Feliciano, “Cuando tú me quieras” por Raúl “Shaw” Moreno y Los Peregrinos, “Inolvidable” por Tito Rodríguez, “Qué sabes tú” por Olga Guillot, “Noche callada” por Los Quincheros, “Amor de pobres” por Lucho Barrios, “Que me quemen tus ojos” por Ramón Aguilera, “Hoy se casa” por Luis Alberto Martínez o “Quémame los ojos” por la Orquesta Huambaly.

Abrimos esta crónica con una mención a Lucho Gatica (1918-2018) chileno, “El Rey del Bolero” y la cerramos recordando a la gran Olga Guillot (1923-2010) “La Reina del Bolero”. Nacida en Cuba, país que abandona en 1961, cuenta entre sus registros más exitosos: “Tú me acostumbraste”, “Qué sabes tú”, “Sabes de que tengo ganas o “Soy lo prohibido”.