Necrológicas

A los 75 años muere Oscar Aguilera Faúndez, el único hablante de la lengua kawésqar que no pertenecía a esta etnia

Lunes 26 de Agosto del 2024

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En el Hospital Clínico de Magallanes dejó de existir este domingo a los 75 años de edad, el etnolingüista Oscar Eugenio Aguilera Faúndez, quien fue académico de la Umag. Su pasión giró en torno al rescate de una lengua kawésqar. Era el único hablante que no pertenecía a este pueblo originario.

Por 50 años intentó salvar este idioma, registrando el vocabulario, grabando durante horas archivos sonoros y documentando el léxico.

Cuando se le preguntó en una entrevista ¿por qué está en peligro de extinción?, respondió que al ser hablado sólo por ocho personas, está entre las lenguas que la Unesco considera en vías de extinción.

“El problema es que, en términos generales, no es una lengua práctica. Es mejor aprender español o estudiar inglés”, señalaba Aguilera.

Continuidad y persistencia, además de tratarse de una lengua gramaticalmente tan diferente del español, lo hace difícil para ellos”, cuenta Aguilera.

La fascinante historia
de Oscar Aguilera

En el invierno de 1975, Oscar Aguilera emprendió una aventura que cambiaría su vida para siempre.

Siendo un joven inexperto, recién egresado de Filología Clásica, Germanística y Lingüística de la Universidad de Chile, decidió viajar a Puerto Edén, el lugar donde viven actualmente los kawésqar.

“Quedé muy impresionado porque me habían pintado un cuadro completamente distinto. Me imaginaba que me iba a encontrar con personas vestidas con pieles, casi con harapos, y viviendo en chozas icónicas. Pero no, ellos vivían en casas común y corrientes, y se vestían igual que yo”, decía.

En ese viaje -que se extendió por todo el invierno- conoció a la familia Tonko, que lo ayudó a comenzar con el registro de la lengua, compartiendo con él largas jornadas de grabación.

Al año siguiente, publicó un primer léxico que perdura hasta el día de hoy.

La fascinación de Aguilera con los kawésqar fue tal que siempre encontró razones para volver.

Y así es como decidió embarcarse en una segunda expedición, de la cual volvió con dos miembros de la comunidad a su casa en Santiago, donde vivía con sus padres y su abuela.

“Estuvieron viviendo con nosotros durante cuatro meses. Mi familia los recibió bien, los aceptaron”, afirma.

Aguilera era en ese entonces profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile.

Cada tarde, cuando se acababan las clases, se quedaba con los dos kawésqar grabando parte de su léxico y registrando información etnográfica.

Luego, regresaron todos juntos a Puerto Edén.

Adopción mutua

En los años 80, la relación entre Oscar Aguilera y los kawésqar se profundizó aún más cuando decidió adoptar a dos niños de la comunidad para que recibieran una buena educación en Santiago.

Los niños pertenecían a la familia de los Tonko. En total, eran ocho hermanos. Uno de ellos, José, amaba la lectura.

“Con el permiso de sus padres, le compré un pasaje a Puerto Montt y lo fui a buscar para irnos a Santiago. Ingresó a la escuela, al Liceo Alessandri, donde yo también había estudiado”, contaba.

Cuatro años después, el hermano de José, Juan Carlos, también se fue a vivir a Santiago con Aguilera. Vivían todos juntos en una casa que el académico arrendaba en la comuna de Providencia.

“Yo los adopté. Es que su familia había sido muy buena conmigo, me recibieron siempre como si fuera parte de ellos. Así que en realidad fue una adopción mutua”.

Cuando cumplieron 18 años, José y Juan Carlos ingresaron a la universidad. El primero, estudió Trabajo Social y Antropología, y el segundo, periodismo.

El velatorio de Oscar Aguilera se realiza en el templo San Miguel y sus funerales tendrán lugar este martes en el Cementerio Municipal.

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