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Política habitacional para personas mayores

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 28 de Agosto del 2024

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Hace algunos días leía un reciente informe sobre cómo ha cambiado la forma en que nos vinculamos socialmente y el tejido comunitario en nuestro país. Esto es perceptible en el creciente aumento de los hogares unipersonales, representando en la actualidad el 20% de los hogares, es decir 1 de cada 5 hogares es de una persona sola, poco más de 570.00 hogares en el país.

Estos hogares unipersonales no son solamente jóvenes que inician su vida en forma independiente, si no que parte importante está representado por personas mayores que al final de esta etapa se desenvuelven solos en sus casas. Frente a esta realidad no vemos que el estado y la sociedad de respuesta a esta emergente condición familiar, tenemos una rigidez en la oferta de hogar para ellos.

Así como está nuestra sociedad debemos pensar que 1 de cada 5 respuestas habitacionales que se ofrecen deben ser para personas que estarán solos en ella. Por eso se debe plantear una respuesta habitacional que dé cuenta de las reales necesidades sociales y comunitarias. Que satisfaga una demanda en aumento y que requiere respuestas acordes para personas solas.

Las personas jóvenes debieran tener una respuesta acorde a sus necesidades y que eventualmente -en la formación de un nuevo hogar- puedan acceder a ofertas que les permitan tener  movilidad social y poder optar a una casa más grande.

Otro punto importante es la respuesta a las personas mayores que viven solos, ya que ellos no solamente deberían tener una solución en términos de habitabilidad. El proceso de envejecimiento va determinando distintas condiciones que hacen que sus requerimientos, en pos de una mejor funcionalidad requieran ajustar la vivienda a esa necesidades. Por ejemplo: una ducha en vez de tina, ya que permitirá un acceso más fácil aún en etapas avanzadas de deterioro. La ubicación de los muebles y disposición de estos debe ser más accesible en tales domicilios. Probablemente no requieran más que uno o dos dormitorios. Lo que se ahorre en espacio puede permitir una cocina más amplia, más magallánica en su disposición y habitabilidad. Pasillos más amplios para eventuales sillas de ruedas o andadores.

Hasta hace poco se construía un número extra de viviendas para mayores en las poblaciones que el estado proveía, a fin de proporcionar integración en la política pública. Una mirada social que debería mantenerse y acrecentarse; ya que esas viviendas eran entregadas en comodato a los mayores, para que las dispusieran en el tiempo que les fuera posible habitarlas. Permitiendo que ellos pudieran integrarse a grupos sociales en la comunidad. Lamentablemente en nuestra comuna esta política social fue, en su momento, dejada de lado por los entes que estaban a cargo.

Ahora son los municipios los encargados de dar respuesta a las necesidades de los mayores en su territorio, quienes con proyectos Fril pueden financiar su mantenimiento y cuidado. Creando por ejemplo un círculo social de absorción de la cesantía. También se puede involucrar a los liceos politécnicos locales en la provisión e instalación de las ayudas técnicas como pasamanos o barandas para el mejor y más seguro desplazamiento en sus hogares y es otra forma de involucrar a los jóvenes con sus mayores, favoreciendo la necesaria integración intergeneracional que tanto ayuda a la tercera edad. Un círculo virtuoso y necesario para trabajar y apoyarles. 

Pero es necesario tener en cuenta que no solamente deben trabajarse los requerimientos intradomiciliarios de estos mayores, sino que también deben planificarse ayudas en salud y sociales que den el sustento, para que puedan mantenerse viviendo en forma independiente y autovalente. La responsabilidad no termina en la entrega de esta casa, sino que desde allí se debe implementar una red social de apoyo y de evaluación permanente, para que siga en ese lugar con todas las ayudas necesarias, por el mayor tiempo posible.  

Indefectiblemente en algún momento deberá proveérseles algún cupo en viviendas tuteladas que permitan dar otros servicios de apoyo y de rehabilitación en un ambiente protegido como lo es este dispositivo. Por ello, es necesario que los entes sociales estén en permanente trabajo conjunto y no sea un tránsito complejo a realizar por los mayores. Está más que claro que en la medida que tengan más dependencia y deterioros deberán ser acompañados y apoyados en estos trámites. Por ello debe trabajarse no solamente en proveer los cupos necesarios, sino que también deben levantarse desde la comunidad los datos sobre requerimientos de los distintos dispositivos. Los que hay hoy en oferta son claramente insuficientes.

En una etapa de tantos y diversos problemas ellos deben transitar de un dispositivo a otro sin esperas o demoras, sin trámites burocráticos que tanto daño le hacen a los mayores.  Esto debe estar integrado en una política comunal para con los mayores y un plan integrado regional que dé cuenta de las diferencias locales y que sean estas aprovechadas como oportunidades de trabajo por los mayores.

Falta tanto por hacer que aún sigue la espera de los mayores por un estado efectivo y eficiente para ellos. En Magallanes podemos y debemos hacerlo. 

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