“La fabulosa máquina de cosechar oro”: un personaje que brilla como el metal precioso
Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista
Chile, Países Bajos, 2024
Director: Alfredo Pourally De la Plaza
Se exhibe este martes 10 de septiembre en cine Estrella de Punta Arenas y Natales
En los últimos años, Tierra del Fuego ha sido el escenario de las películas “Blanco en Blanco” (2019), “Los Colonos” (2023) y, desde hace muy poco, la regional “Corazón de Escarcha” (2024), un dato que no debiera ser tomado tan a la ligera cuando se trata del lugar que, de cierto modo, vio nacer al cine chileno.
Es la tierra que hicieron suya desde la infancia José Bohr y Antonio Radonich, quienes a comienzos de siglo con una filmadora y la energía sólo comparable al viento de la zona, capturaron imágenes, inventaron historias y se esforzaron por poner a Magallanes en este arte tan grande y misterioso como los sueños. Y si el esfuerzo valió o no la pena, al menos un Teatro Municipal lleva el nombre de uno de ellos.
Y ahora es el turno del documental “La fabulosa máquina de cosechar oro” de Alfredo Pourally, cineasta con cierta atracción por los territorios extremos que quizás lo explica en algo su origen iquiqueño o porque allí encuentra las historias que buscan responder sobre la decisión individual de ciertas personas por dejar sus huesos y cenizas en ciertos lugares.
La respuesta la dieron alguna vez las madres de los westerns americanos diciendo que esa tierra algún día sería grande y los necesitaría cuando el momento llegara, pero ese momento parece nunca llegó para Jorge “Toto” Gesell, el más antiguo buscador de oro en Tierra del Fuego que insiste en esa actividad a pesar de las advertencias de su hijo, porque su salud está deteriorada, el Estado no lo considera digno de un seguro social y también porque hay “algo medio magallánico” llamado tozudez.
Pourally siguió esta historia por casi una década, porque halló algo más interesante que el oro en la historia de este fueguino que va en contra de la historia y los tiempos modernos, y en algunos momentos uno cree estar con el universo del cineasta alemán Werner Herzog con sus personajes que viven al límite porque algo hay de perseverancia, pero también de locura como en el conquistador de “Aguirre la Ira de Dios” (1972), la pareja de vulcanólogos del documental “Fuego Interior: Requiem para Katya y Maurice” (2022) o el mismo “Fitzcarraldo” (1982). Pero cuando su hijo decide ayudarlo en su esfuerzo construyendo una máquina para extraer la tierra y encontrar el oro, es imposible no ver allí también el universo de un género que en el cine se llamará ciencia ficción.
El documental describe esta cronología con una dirección de fotografía impecable y una cámara poco invasiva que los protagonistas apenas toman en cuenta, porque el diálogo es sencillo, se nota el acento magallánico y la base de operaciones de “Toto” es una casa atrapada en el tiempo.
El mayor espacio del documental se lo lleva el proceso de extracción del oro, donde se percibe la locura del esfuerzo entre medio del frío, la humedad y una salud que se deteriora. Y entonces avanza en la tozudez de “Toto” mientras su hijo con paciencia construye a punta de esfuerzo, chispazos de soldadura y algo de fantasía, la máquina que podría ser también una nave espacial. Y sobre todo ello, un paisaje fueguino que, como un personaje más en el documental, observa de forma silenciosa y cómplice el paso de una vida y su cercanía con la muerte.
“La fabulosa máquina de cosechar oro” no se aprovecha del territorio para caer en la denuncia histórica o política, aunque pueda estar de cierta forma implícita, porque su relato es sobre este hombre a quien todos conocen como “Toto” y que sueña con amasar algún día oro en grandes cantidades, mientras ignora o apenas recién intuye, que se ha convertido, como el natalino Luis Alarcón, en un personaje magallánico entrañable e
inolvidable del cine chileno, un arte que, como el hijo pródigo, ha vuelto en los últimos años a la tierra que alguna vez lo vio nacer.