Fragilidad de nuestras fronteras
El reciente reportaje de La Prensa Austral sobre la vulnerabilidad de la frontera entre Chile y Argentina en el sector de Dúngeness ha puesto en evidencia un problema que, aunque pueda parecer remoto, tiene implicaciones graves tanto para la seguridad nacional como para la estabilidad social y económica de la región. La denuncia del estanciero Claudio Oyarzo, quien a fines de agosto sufrió que desconocidos cortaran su alambrado para permitir el tránsito ilegal de vehículos, es sólo la punta del iceberg de una situación de largo arrastre.
El hecho de que en una zona fronteriza de tanta relevancia estratégica sea relativamente sencillo cortar alambrados y facilitar el ingreso y salida clandestina de vehículos refleja la falta de resguardo y control en el área. Esta vulnerabilidad no sólo expone a los estancieros locales a pérdidas económicas y daños a sus propiedades, sino que también abre la puerta a actividades ilícitas como el contrabando, el tráfico de drogas o el cruce de personas sin ningún tipo de control legal o sanitario.
Que este problema haya sido notificado a entidades como el consulado de Chile en Río Gallegos, la Dirección de Fronteras y Límites (Difrol), la PDI, Carabineros, el Sag y Asogama, evidencia que el tema ha escalado a un nivel en el que es necesario un esfuerzo coordinado entre múltiples actores institucionales. Sin embargo, la falta de soluciones concretas y de mayor vigilancia en la zona sigue siendo un problema de preocupación constante para los habitantes de la región.
Es importante señalar que los problemas en áreas rurales y fronterizas muchas veces quedan relegados de las agendas políticas nacionales, donde la centralización tiende a absorber los recursos y la atención. Pero es vital recordar que los problemas en las fronteras en zonas como Magallanes afectan no sólo a los estancieros, sino a toda la región y, en rigor, a Chile.
La fragilidad en la frontera de Dúngeness “debe ser atendida con la urgencia que merece, ya que un control deficiente podría tener consecuencias a mediano y largo plazo.
El gobierno, junto a las fuerzas de seguridad y las organizaciones locales, debe tomar medidas inmediatas para asegurar que estas vulnerabilidades no sigan siendo una puerta abierta al crimen y al descontrol. La instalación de vigilancia electrónica, el refuerzo de patrullajes por parte de Carabineros y la colaboración estrecha con sus contrapartes argentinas son pasos necesarios para mantener la seguridad en esta zona limítrofe.
Además, este incidente nos recuerda la necesidad de fortalecer las comunidades rurales y de darles el apoyo que requieren para proteger su patrimonio. Los estancieros y trabajadores de estas áreas enfrentan grandes desafíos, y el corte de alambrados es una manifestación más de los problemas que deben afrontar a diario.
Es imperativo que las autoridades actúen con prontitud para prevenir futuros incidentes de este tipo y para asegurar que la frontera entre Chile y Argentina en sectores como Dúngeness no se convierta en un foco de inseguridad o de actividades ilegales.