La IA llegó para quedarse y habrá que aprender a convivir con ella
-
La conclusión más relevante del segundo panel sobre las nuevas tecnologías es que las más acuciantes preguntas, que se mueven entre la angustia y el optimismo, superan a las respuestas, aún imprecisas.
La conductora del 25º Congreso Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras, Paulina de Allende-Salazar León, se convirtió en un excelente barómetro de las sensaciones generadas al finalizar los dos paneles dedicados a las nuevas tecnologías de la comunicación y la aparición de herramientas como la Inteligencia Artificial, ampliamente conocida por su sigla IA.
Al concluir el panel titulado “La verdad y la democracia en un mundo plagado de desinformación”, Paulina tomó el micrófono con una inquietante conclusión: “Tengo una profunda sensación de angustia… Estamos en un mundo nuevo que apenas comenzamos a conocer y a entender cómo se mueve”. Su reflexión resonó en el auditorio, donde una audiencia diversa de mujeres periodistas de todo el mundo había estado escuchando atentamente a un trío de expertas que, con agudeza, desnudaron la complejidad de los actuales procesos de comunicación social y política, tomando como punto de referencia las recientes elecciones en Estados Unidos.
Las expertas eran la socióloga española Sandra González-Bailón, investigadora en la Annenberg School for Communication de la Universidad de Pennsylvania; la periodista chilena Magdalena Browne, Decana de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Adolfo Ibáñez; y la moderadora Antonia Laborde, corresponsal del diario español El País. Sus intervenciones provocaron un animado intercambio de preguntas y comentarios entre las asistentes, reflejando la inquietud y curiosidad que genera la intersección entre tecnología y periodismo.
Ayer, martes, tras el segundo panel, “La evolución de los medios y los desafíos de la IA y las nuevas tecnologías”, Paulina volvió a tomar la palabra: “El lunes terminé angustiada, pero ahora retomo el optimismo. Agradezco a las panelistas por abrirnos expectativas que son, definitivamente, más esclarecedoras y alentadoras”. Su renovado entusiasmo se había encendido gracias a la intervención de Carlos Scolari, catedrático en Teoría y Análisis de la Comunicación Digital Interactiva de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Scolari hizo hincapié en la inevitable presencia de la IA en nuestras vidas. “La Inteligencia Artificial llegó para quedarse. No se puede ignorar ni restarle importancia”, afirmó con claridad. Sus palabras resonaron en la sala: “Habrá que aprender a convivir con la IA porque, al igual que otras herramientas tecnológicas, está transformando el mundo”. El expositor urgió a incorporar la IA en los procesos profesionales y educativos, destacando la necesidad de entender su funcionamiento y reconocer sus sesgos. “La IA debe usarse con transparencia y un sentido ético”, concluyó.
Karin Gálvez, directora de la Universidad del Desarrollo y especialista en literatura y comunicación, compartió datos inquietantes sobre la percepción de la IA en Chile. “En 2023, un 40% de los encuestados consideraba la IA como una amenaza. Este año, ese porcentaje ha bajado al 28%. Menos miedo, pero aún hay que enfrentarlo”, comentó.
Gálvez propuso un enfoque más avanzado que la simple alfabetización digital; planteó la necesidad de una alfabetización crítica que permita a los educadores fomentar habilidades de lectura crítica y análisis.
Finalmente, la periodista Pamela Avila, conductora del panel y que cuenta entre sus experiencias trabajos en CNN Futuro y en el Congreso Futuro, fue mucho más allá y desafió con preguntas que, dijo, están flotando: “¿Es descartable pensar que las nuevas herramientas, con su alto impacto en los humanos, nos están hackeando el lenguaje, que está en el ADN de la humanidad? ¿Estamos comenzando una nueva era, transhumana, conviviendo con la máquina? ¿Qué de lo humano, de lo esencialmente humano, está en juego ante esta aparición de nuevas herramientas tecnológicas?”.
Todas preguntas que, desde luego, aún no tienen respuestas o cuyas aproximaciones a respuestas son aún inciertas.
A pesar de las interrogantes sin respuesta, la conclusión de Scolari fue que “la IA llegó para quedarse; debemos aprender a convivir con ella, sin descuidar el sentido ético que debe acompañar la intervención humana”.