Debate sobre la profesión docente
Alvaro González Sanzana
Rector The British School
En las últimas semanas, se ha generado un intenso debate en el mundo académico, pero también en los medios de comunicación de circulación nacional, acerca de la necesidad de aumentar los requisitos de ingreso para las carreras de Pedagogía, bajo la perspectiva de que esta medida permitiría contar con candidatos más idóneos para seguir la formación docente. Por cierto, poner atención a las condiciones de entrada de los estudiantes a la universidad para seguir la formación docente es relevante, pero está muy lejos de explicar, como sugieren ciertos analistas, las dificultades por las que hoy en día atraviesa la profesión docente.
Al respecto, cabe destacar, en primer lugar, una idea-fuerza innegable, postulada hace algunos años por Andreas Schleicher, actual director de Educación en la Ocde: la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes. En otras palabras, a mejores docentes, mayor calidad educativa. La ecuación es simple, pero esconde un fenómeno complejo y multifacético. Para empezar, la definición misma de lo que constituye a un buen profesor. En seguida, la discusión sobre lo que consideramos un sistema educativo de calidad. Con todo, y más allá de los matices en relación a estos aspectos, cabe destacar que existe hoy un consenso bastante amplio al respecto, debidamente documentado. En conclusión, la calidad del docente importa, y mucho, sobre la calidad del sistema educativo.
En segundo lugar, existe hoy en día una realidad preocupante: la baja en la matrícula de las carreras de Pedagogía y el abandono de la carrera docente, sobre todo en los primeros años de ejercicio, los que, en conjunto, pronostican un déficit importante de profesores a nivel nacional para los próximos años, fenómeno aún más relevante en nuestra región de Magallanes, por la dificultad de atraer a profesionales idóneos provenientes de otras regiones, más allá de aquellos que puedan ser formados localmente.
Cabe entonces preguntarse: ¿Qué hace que un individuo se convierta en docente y persista en la carrera, más allá de las diversas dificultades a las que se ven enfrentadas las profesoras y los profesores en su diario quehacer profesional? En primer lugar, la motivación. Lo que se ha demostrado, tanto a nivel internacional como en Chile, es que las motivaciones actúan como uno de los predictores del desempeño de los futuros profesionales, e inciden también en su bienestar emocional, así como en el esfuerzo y la persistencia en la carrera docente. Estudios recientes realizados a nivel nacional y regional muestran que se elige ser docente por diversos motivos, entre los que resaltan fuertemente, en primer lugar, las motivaciones intrínsecas, es decir, un genuino interés por la profesión docente, y, en segundo lugar, las motivaciones altruistas, entendidas como el deseo de mejorar el bienestar de los demás y realizar un trabajo significativo que permita construir una sociedad más equitativa. La profesión docente es noble, y como tal, hay que cuidarla y resguardarla. Eso nos lleva a un segundo aspecto relevante de la satisfacción docente y, por lo tanto, de la persistencia en la profesión, y que dice relación con las posibilidades de crecimiento y perfeccionamiento profesional continuo. Los profesores desean innovar, trabajar colaborativamente y adaptar sus prácticas docentes a los nuevos estudiantes y tiempos que estamos viviendo. Para ello, la carrera profesional docente debe dotarse de oportunidades desafiantes de perfeccionamiento de alta calidad. Finalmente, no se repetirá nunca suficientemente, la profesión docente requiere ser respetada y valorada de manera irrestricta. Los desafíos que enfrentan las y los docentes en las comunidades educativas son múltiples, y tanto la investigación como la práctica nos han enseñado que en la medida en que el entorno respeta y valora a los profesores, se facilita la creación de ambientes educativos más sanos, integrales y desafiantes para nuestros estudiantes.