Necrológicas

“El lugar de la otra”: mirada de mujer y un hotel de testigo

Domingo 27 de Octubre del 2024

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Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista

 

 

 

Chile, 2024

Director: Maite Alberdi

Protagonistas: Elisa Zulueta, Francisca Lewin, Marcial Tagle

En Netflix

Este es el primer largometraje de ficción de Maite Alberdi, una cineasta que ya tiene más que seguro su lugar en la historia del cine chileno porque desde el documental ha construido una visión de mundo con relatos donde sus protagonistas de cierta forma coquetean con la memoria y la cercanía a la muerte, sean las amigas de tercera edad que se reúnen año a año en “La Once” (2014), el  anciano infiltrado en el asilo de “El agente topo” (2020) o la lucha que libran la pareja de Paulina Urrutia y el periodista Augusto Góngora contra el olvido en “La memoria infinita” (2023).

Este paso a la ficción dramática es una buena noticia porque habla de una directora que no se encasilla en un género y que entiende la dimensión del cine cuando hay una historia para contar, en este caso la de Mercedes,  secretaria del juez que asume el caso de María Carolina Geel, seudónimo de una escritora que en la década del 50 asesina a su exnovio al interior del Hotel Crillón en Santiago, un espacio que ya debieran prestar atención los cronistas y cineastas, porque no sólo ha sido escenario de hechos policiales, sino también del cine chileno como en la tormentosa historia de la escritora María Luisa Bombal en “Bombal” (2011) y de “La chica del Crillón” (1999) un largometraje para la televisión basado en un cuento del escritor Jorge Edwards.

Mercedes, “Mechita” como la llama su marido o “Mercedita” como lo hace su jefe, el juez Aliro Veloso, es una mujer que asume su condición de segunda línea en su casa y trabajo, donde sus opiniones apenas cuentan, su familia burlonamente le dice “la jueza” y de ella sólo esperan que prepare la comida, los atienda y su jefe, de vez en cuando, le pide unas palabras para completar el puzzle.

Por eso cuando conoce a María Carolina Geel comienza a sentir una atracción hacia ella, pero no desde el punto de vista sexual, aun cuando la sutileza de las imágenes lo sugieran, sino a ocupar y entender la vida de una mujer que vive la pasión desde otro ángulo, más atrevido y quizás, como ha sido el cine de Alberdi, bordeando el umbral de la muerte. Por eso cuando la acusada es enviada a un albergue religioso para esperar su condena, Mercedes no desaprovecha la ocasión para convertirse casi literalmente en una “ocupa” de su departamento.

“El lugar de la otra” es una evidencia de la gran capacidad de Maite Alberdi al construir un relato de época, sensible, con una mirada que no esconde su feminismo y que busca conectarse de cierta forma con el Chile actual, un intento que quizás se ve algo debilitado por cierto discurso pre armado en algunos diálogos, pero que en poco afecta el resultado final, porque la película contiene personajes divertidos y tan chilenos como el juez Veloso, cuya misión por la justicia se ve influenciada por espantar la aparición pública; o de su marido, Efraín, que tiene siempre la frase inexacta para no hacer sentir bien. Y sobre todo en esa descripción de una mujer que avanza hacia su propia identidad, que puede ser la de la propia Maite Alberdi con el cine o de la mujer con el arte de las imágenes, que se ve cuando Mercedes de ser asesora “a la pasada” del oficio de su marido como fotógrafo de retratos, decide con tono desafiante desempolvar una vieja cámara fotográfica para captar y construir su propia forma de ver el mundo con un click.  

“El lugar de la otra” se inscribe con fuerza en aquellas películas del cine chileno que retratan el mundo de la mujer que se abre paso en un entorno hostil y conservador, no por nada en la película se menciona a Gabriela Mistral ya Premio Nobel de Literatura y a María Luisa Bombal como la gran escritora chilena.

Pero sobre todo es la historia de Mercedes,  esposa, madre, dueña de casa, secretaria de un juzgado que un día entiende que, como le señala el poeta que la sorprende en el departamento, “a veces estamos tan aburridos de lo que somos, que necesitamos un lugar para ser nadie”.

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