Jóvenes del Colegio Punta Arenas redescubren la historia regional a través de un museo escolar
El equipo docente del Colegio Punta Arenas puso en marcha un museo escolar, tradicional evento que la institución educativa organiza desde hace ocho años. Este año el museo se nutrió de objetos históricos traídos por los propios estudiantes.
El proyecto es liderado por la profesora Andrea Paz Muñoz Fonseca y sus colegas del departamento de historia. “Queremos que los estudiantes se conecten con la historia de Magallanes a lo largo de los 12 años que pasan en la institución”, explicó Andrea Muñoz.
Esta misión se refleja en diversas actividades realizadas durante el mes de octubre como obras de teatro, salidas al terreno y visitas a lugares históricos.
Desde principios de septiembre, los estudiantes de tercero básico a cuarto año medio se embarcaron en la búsqueda de objetos en sus hogares que tengan algún valor histórico o cultural, como fotografías antiguas, discotecas de vinilos, máquinas de coser, cámaras fotográficas y otros artefactos emblemáticos. “Cada estudiante tuvo alrededor de un mes para indagar en sus hogares, siempre con la autorización de sus padres, buscando objetos que consideraran de interés patrimonial”, agregó Muñoz.
Cada curso presentó una colección de objetos temáticamente relacionados según el nivel y el contenido que están abordando en sus clases. Por ejemplo, el tercer año medio contribuyó con una serie de artículos relacionados con el mundo financiero, entre ellos tarjetas de crédito antiguas, chequeras y talonarios de compras. Otros se enfocaron en otros aspectos de la vida cotidiana, como juguetes antiguos, teléfonos, cámaras y otros elementos que permiten reconstruir la historia de las familias y de la sociedad en el tiempo.
El museo está instalado en la biblioteca del Colegio Punta Arenas y abrió sus puertas durante dos días.
Esta actividad ha permitido que los estudiantes no sólo conozcan la historia de Magallanes de una manera práctica y cercana, sino que también desarrollarán un sentido de respeto y orgullo por sus propios antecedentes familiares. Para muchos fue una experiencia reveladora descubrir el valor de objetos que parecían comunes o antiguos, y comprender cómo estos forman parte de una memoria colectiva que merece ser preservada.