¿Un nuevo capítulo político en Magallanes?
En las elecciones del fin de semana del 26 al 27 de octubre hubo dos grandes ganadores: el gobernador regional, Jorge Flies, y el alcalde de Punta Arenas, Claudio Radonich.
Ello podría augurar que no habrá mayores cambios en la escena regional, pero los resultados de esos comicios han dejado un panorama político en Magallanes que se tiene que analizar desde una perspectiva más amplia. Será, por ejemplo, la primera vez que Radonich tendrá un Concejo Municipal paritario, donde su voto será el dirimente.
Magallanes parecía indenme al contexto nacional y mundial marcado por la polarización y la fragmentación, pero en la reciente votación ya se apreció a uno de los candidatos al máximo cargo de representación regional usar la estratagema de la acusación constante y un discurso confrontacional, quizás apoyándose en aquella vieja máxima: ‘Miente, miente, que algo queda’.
Los resultados también dejaron expuestas las tensiones internas dentro de las fuerzas políticas -incluidas las tradicionales- y, a la vez, cuán frágiles son ahora los partidos respecto de concitar apoyos de la ciudadanía.
La derecha en Magallanes enfrenta un dilema crucial: la coexistencia entre Chile Vamos y los Republicanos. La llegada de los Republicanos ha alterado el equilibrio tradicional, presentando un discurso más confrontacional que ha resonado con ciertos sectores de la población. Sin embargo, esta radicalización también puede dificultar la unidad necesaria para competir de manera efectiva contra fuerzas de izquierda consolidada. Sólo lo sucedido en la elección del gobernador regional es un ejemplo de aquello.
Si bien ambos bloques han intentado mantener una fachada de colaboración, las diferencias estratégicas y filosóficas son evidentes. Las lecciones de estas elecciones indican que, si no logran encontrar un terreno común, la fragmentación podría ser aún más pronunciada en el futuro. La pregunta clave será si serán capaces de articular una agenda que integre sus posturas o si, por el contrario, seguirán profundizando sus divisiones. Ello agrega otras cuestiones de fondo: ¿Le conviene a la derecha tradicional pactar con los republicanos? ¿Terminarán éstos ocupando el espacio y los puestos políticos que otrora eran de la Udi y RN en Magallanes?
Por otro lado, la relación entre el Frente Amplio y los ex partidos de la Concertación se presenta como un campo de experimentación política. Ambos bloques han mostrado interés en colaborar en ciertos temas, pero las desconfianzas históricas y las diferencias en sus enfoques siguen siendo un obstáculo significativo.
Al igual que los republicanos, el Frente Amplio ha crecido también fagocitando a los partidos de izquierda, quitándoles militantes y teniendo un discurso más atractivo para los jóvenes. No se aprecia en los colectivos tradicionales una capacidad de reformularse, si bien también el costo de ser gobierno está pasándole la cuenta a los del FA.
El escenario político en Magallanes post-electoral es un reflejo de un país en transformación. Las lecciones de estas elecciones no sólo involucran a los partidos políticos, sino también a la ciudadanía, que busca alternativas efectivas y coherentes. La habilidad de los actores políticos para adaptarse a este nuevo entorno y para construir puentes entre sus diferencias será determinante para el desarrollo de la región.
La construcción de un futuro político en Magallanes dependerá de la capacidad de sus líderes para dialogar, ceder y encontrar soluciones en conjunto. Las elecciones han sido solo un capítulo en esta historia, y los próximos meses serán cruciales para definir el rumbo que tomará la política regional, sobre todo de cara a los próximas elecciones presidenciales y parlamentarias que están a un tris.