Mujer clama urgente ayuda para su hermano con esquizofrenia
Demanda su hospitalización por complejo diagnóstico.
Miguel Angel Márquez Torres ha estado en un ciclo interminable de hospitalizaciones, idas y venidas entre su hogar y el Hospital Clínico. María Esther Márquez Torres, comparte con pena lo que le ha tocado sufrir a su hermano, y lo difícil que ha sido sostenerlo en casa. Ella demanda que éste sea hospitalizado, pero su relato da cuenta del desafío del cuidado, de enfrentar la falta de residencias y la carga emocional que implica para la familia.
“Mi hermano ha estado hospitalizado tantas veces. Apenas llega, dura un mes en casa y ya necesita volver al hospital”, admite. Y, es que, a sus 56 años, Miguel sufre esquizofrenia, que le fue diagnosticada a los 18 años. Enfrenta constantes episodios de neumonía que lo han dejado básicamente vulnerable y emocionalmente frágil, lo que complica aún más su estado de salud mental y la estabilidad de su entorno familiar.
La familia ha hecho lo posible por adaptarse a las necesidades de Miguel en su hogar, pero los cuidados requeridos sobrepasan sus recursos. La última hospitalización de Miguel fue debido a una neumonía. Aunque el equipo médico consideró que estaba en condiciones de regresar a su domicilio, su recuperación en casa se tornó complicada rápidamente.
“No quiere comer, se debilita, y eso hace que la esquizofrenia se descompense más rápido”, explica María Esther. La familia no cuenta con los conocimientos, ni los recursos para mantener la estabilidad de Miguel, a lo que se suma el impacto de las hospitalizaciones, que lo han vuelto más dependiente, ahora además necesita pañales.
“Mi mamá ya no está en condiciones de cuidarlo sola. Ella tiene 76 años y necesita operarse de la columna. Esto la desgasta tanto…”, relata María Esther, quien observa cómo su madre Gladys Torres, también va perdiendo fuerzas mientras se enfrenta a sus propias limitaciones de salud.
La familia accedió a un programa de hospitalización domiciliaria, que prometía ofrecer un apoyo profesional, pero el apoyo fue breve. “Luego de ese tiempo, nos dejaron solos, sin ningún seguimiento ni apoyo”, afirma María Esther, visiblemente afectada.
El peso de un sistema
sin redes suficientes
Las opciones que la familia ha explorado se agotan una tras otra. María Esther lamenta que no haya suficientes recursos para personas con condiciones de salud mental complejas y que, como en el caso de su hermano, necesitan un hogar especializado donde puedan recibir cuidado y atención de forma continua. “Miguel podría postular a un hogar protegido, donde hay especialistas que cuidan a pacientes psiquiátricos, pero los cupos son tan limitados… Es una en un millón”, subraya con un tono de resignación. La familia intenta mantenerse a flote, pero la realidad es que los espacios disponibles en estos hogares protegidos son escasos y la burocracia hace que la espera para acceder a uno de estos cupos sea eterna.
Esta falta de opciones no sólo afecta la salud de Miguel, sino también el bienestar y la estabilidad emocional de toda la familia. María Esther expresa que la situación de su hermano ha traído consigo una gran carga de estrés y frustración. “Nos miran como si no quisiéramos hacernos cargo, pero no es eso; la casa no está en condiciones, ni nosotros. Mi mamá ya no da más”.
Las palabras de María Esther reflejan el dolor y la impotencia que siente ante un sistema que, a sus ojos, no ofrece el respaldo necesario para quienes se encuentran en situaciones de cuidado extremo y el sistema de salud no tiene la capacidad de proporcionar una solución a largo plazo para las necesidades complejas de pacientes como Miguel.
La crisis del cuidado
El caso de Miguel y su familia evidencia una problemática mayor: la crisis de los sistemas de apoyo para las personas que requieren cuidados especializados continuos, especialmente en el ámbito de la salud mental. Según María Esther, poder internarlo, en un entorno con especialistas y con el equipo adecuado, donde él podría estabilizarse, sería una solución. Sin embargo, la falta de espacios en estos hogares genera que muchas familias se vean obligadas a enfrentar la situación sin las herramientas ni el soporte adecuado.
Para María Esther y su madre, la esperanza de encontrar un lugar donde Miguel pueda recibir cuidado especializado no es sólo una cuestión de salud para él y es que su madre debe operarse de un problema en la columna, pero ha debido postergarse para cuidar a su hijo
María Esther insiste en que no busca “deshacerse” de Miguel, sino darle la oportunidad de recibir el apoyo que ella y su madre ya no pueden proporcionarle por sí solas. Al compartir su historia, espera concienciar a la sociedad sobre la necesidad urgente de aumentar los recursos y mejorar la red de cuidados especiales.