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15 de noviembre: de hito histórico a fecha sin pena ni gloria

Por Eduardo Pino Viernes 15 de Noviembre del 2024

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La madrugada del 15 de noviembre del 2019, el entonces presidente del Senado Jaime Quintana, comenzaba su alocución expresando que ese sería un día histórico para nuestro país. En efecto, después de más de 15 horas de ardua negociación, los timoneles de los partidos políticos más relevantes de nuestro país (con la notoria ausencia del PC), más conocidos rostros de diferentes bancadas del espectro político, daban a conocer el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, prometiendo la esperanza que con este consenso se podría controlar la violencia desatada que desde el 18-O asolaba las calles, deslegitimando la verdadera protesta social que exigía las demandas que inicialmente justificaban las movilizaciones. 

Hace 5 años, esos políticos posaron para la posteridad, con el evidente cansancio reflejado en sus rostros, pero a la vez presentando una expresión de seriedad ante el deber cumplido, consiguiendo algunos el tan anhelado proceso al cambio Constitucional, argumentándolo como la cura a todos los males; mientras otros parecían resignados a su destino, conscientes que en las negociaciones no siempre se obtiene lo buscado por más convencimiento que se tenga. Evidencia de esto último fue el “memeable” rostro de Jacqueline Van Risselberghe, en cuyo computador justamente se redactó este acuerdo. 

Al ver la foto general del grupo que prometía ingresar a la selecta galería histórica chilena, observaremos que sentado en un extremo de la mesa se encuentra el joven diputado Gabriel Boric, que al firmar el Acuerdo se representó a sí mismo, pues incluso recibió posteriormente un llamado de atención de su partido “Convergencia Social”, acusado de “correr con colores propios” en vez de privilegiar la obediencia al colectivo, ¿se habrá imaginado el magallánico lo que vendría después? 

Al día siguiente recuerdo haber visto, en un matinal, la entrevista que desde Plaza Baquedano le hicieron a un adulto mayor que transitaba por ahí, el que emocionado hasta las lágrimas agradecía a los jóvenes por haber hecho posible el cambio que mejoraría la justicia social para nuestro país. Y aunque la memoria emotiva traicione hasta los recuerdos que creemos más fieles a la originalidad vivenciada, aún rememoro la incredulidad que experimenté en ese momento ante tanta esperanza derramada, pero a la vez, la necesidad de creer que era posible tanta maravilla; en un conflicto interno que probablemente es compartido con muchas otras personas. 

Pero, ¿fue realmente importante el 15N?  Creo que pudo haberlo sido tal como lo expresó Quintana, que esa foto pudo haber entrado a la galería de la fama de la historia de nuestro país, o que el 15 de noviembre pudo con el tiempo haberse convertido en el día del diálogo y el consenso nacional. Pero lo cierto es que hoy casi nadie lo recuerda, que para escribir esta columna sólo encontré unos pocos análisis de hace dos años, pues actualmente las preocupaciones son otras y lo que prometía resultar un hito, se terminó transformando en una fecha accesoria guardada en las postrimerías de una estantería escasamente solicitada. Pero esto no fue producto de la fecha misma, si no de los procesos que posteriormente se vivenciaron bajo un contexto donde primaron los maximalismos, la irracionalidad, la soberbia y la escasa sensatez al evaluar lo que realmente era importante de conseguir; en una farra que con el tiempo quizás logremos dimensionar.

Por eso, si bien el 15N es a nivel internacional “el día sin beber alcohol”, para los chilenos podría denominarse: “el día que prometía tanto”.  

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