Nuestro mapa de riesgo
Bedrich Magas Kusak, académico
de la Universidad de Magallanes
Al buscar en Google “climate change wikipedia”, se aprecia al inicio un mapa terrestre, precisando en colores los cambios de su temperatura media. Elaborado por el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la Nasa, revela que el extremo austral del continente americano es la zona poblada con menor variación de temperatura en los últimos 50 años.
Ello también se podría considerar en cierto modo, un mapa de riesgo para la inversión de capital productivo: ninguna empresa quisiera instalar generadores eólicos de 120 metros de altura, donde estén expuestos a posibles vientos de sobre 350 kmph dentro de las próximas dos décadas. Por lo tanto, seríamos el lugar climáticamente menos riesgoso al respecto.
A la vez, los índices de inseguridad ciudadana de Magallanes aún siguen siendo los mejores de Chile, con reiterado reconocimiento nacional por su mejor calidad de vida.
Y lo que antes eran “desventajas”, pasan a ser ventajas comparativas. Es decir:
La baja densidad poblacional, en un mundo cada vez más atiborrado y hacinado, ahora es bien vista para realizar instalaciones y permitir la habitabilidad.
El persistente viento, es una muy apreciada -y rentable- fuente de energía limpia.
La baja temperatura media (6.5 °C), es un lujo en un mundo cada vez más asfixiante. Por ejemplo, para instalar centros de datos, que se enlazan por nuestra fibra óptica: el 80% del costo operacional es energía, y acá se puede ahorrar sobre 10 °C de refrigeración respecto al centro del país – sin culpa, usando nuestra energía renovable.
Es decir, somos comparativamente atractivos. Claro, todos sabemos que se debe mejorar la infraestructura, la disponibilidad de viviendas, la urbanización, la calidad de los colegios y la educación terciaria. Moros y cristianos tienen claro que es un requisito ineludible para un desarrollo responsable y equitativo. Sin ello, no hay arraigo. Y sin arraigo, no hay cariño…ni progreso.
Pero, es bueno reconocer que no hay otro lugar poblado en el mundo (según nos revela la Nasa) tan atractivo en términos de seguridad climática -y bajo riesgo de inversión- que el extremo austral de América.
Ello, por sí solo, debiera mover nuestra aguja mental: cuidemos lo que tenemos, pues somos únicos en el mundo. Y, por ello, atenuemos -colaborativamente- nuestros mayores factores de riesgo: la ignorancia, la indolencia y el pesimismo.