El eterno ping-pong de responsabilidades y el drama de los perros asilvestrados
La reciente reunión en Porvenir para abordar la problemática de la tenencia responsable de mascotas y el impacto de los perros asilvestrados en el ganado ovino volvió a exponer un viejo y preocupante patrón en la región: la tendencia de las entidades responsables a eludir su rol y a culparse mutuamente por los problemas no resueltos.
El ataque de perros asilvestrados al ganado ovino no es un fenómeno nuevo. Durante años, los agricultores y estancieros han alertado sobre los daños económicos y sociales que esta situación genera, mientras que las soluciones concretas han brillado por su ausencia. En la reunión, quedó en evidencia que ni la normativa existente se aplica de manera efectiva, ni se dispone de los recursos técnicos y humanos necesarios para enfrentar el problema, y que la fiscalización es insuficiente, intermitente y, en algunos casos, inexistente.
Las autoridades locales, regionales y nacionales deben asumir su parte en este problema, pero en la reunión predominó la estrategia del “ping-pong” de responsabilidades. Se argumenta la falta de recursos para realizar campañas de control de población animal, esterilización o educación comunitaria. La falta de coordinación y apoyo logístico también cruza a las instituciones vinculadas al manejo de fauna y protección animal. Los organismos encargados de fiscalizar las leyes vigentes parecen refugiarse en explicaciones sobre limitaciones estructurales que, si bien son reales, no excusan la falta de acciones claras.
Mientras tanto, los estancieros, cansados de ser los más perjudicados, han exigido medidas inmediatas, como la captura de perros asilvestrados, el refuerzo de campañas preventivas y que opere la ley, sobre todo cuando se realizan denuncias y éstas derivan en algún proceso judicial. Sin embargo, estas propuestas, aunque urgentes, no abordan el problema de raíz. La tenencia irresponsable de mascotas, el abandono y la falta de sensibilización ciudadana son factores que alimentan un círculo vicioso difícil de romper si no se trabaja de manera coordinada y proactiva.
¿Qué necesita Magallanes para solucionar este problema? Primero, una clara definición de roles y responsabilidades, evitando la evasiva constante entre instituciones. Segundo, una inversión real en recursos técnicos y humanos que permitan un control efectivo del problema. Tercero, la implementación de campañas masivas de educación comunitaria sobre tenencia responsable de animales, para atacar la raíz del problema.
Es crucial, además, revisar y actualizar la normativa existente, asegurando que contemple sanciones efectivas para quienes abandonen o descuiden a sus mascotas, pero también ofreciendo incentivos para la adopción responsable y el cuidado adecuado de los animales.
La reunión en Porvenir fue, en teoría, un espacio para buscar soluciones. Sin embargo, si las conclusiones sólo se limitan a diagnósticos y reproches mutuos, sin acciones concretas, los perros asilvestrados seguirán atacando el ganado, los agricultores seguirán alzando su voz en la desesperación, y la zona continuará atrapada en un círculo de inacción.