A propósito de la nueva Ley de Acuicultura, hay que tener una mirada de largo plazo

Pablo Gallardo,
director de Ciencias
Agropecuarias y Acuícolas Umag

La mayoría de los desarrollos científico tecnológicos irrumpen cuando la sociedad, en su conjunto, tiene el suficiente grado de madurez para valorarlos. En estos tiempos donde la ciudadanía mundial, se hace cada vez más consciente de la necesidad de que los cultivos sean más amigables con el medio ambiente, haya la menor huella de carbono, nitrógeno, fósforo y agua posible y que los sistemas productivos de alimentos a partir de los recursos naturales tengan una mayor aceptación social.

Surge la necesidad de implementar una acuicultura sostenible, con un enfoque ecosistémico para garantizar el futuro de la producción de alimentos. El modelo conceptual se denomina Acuicultura Multitrófica Integrada (IMTA por sus siglas en inglés), donde, por ejemplo, converge la producción de salmón, algas y bivalvos en un mismo entorno, junto con una planificación integral basada en el análisis de los ecosistemas, ya sean estos marinos o de agua dulce, en sistemas suspendidos o en estanques en tierra con bombeo de agua.

El gran salto conceptual que tendría la acuicultura sería pasar de producir biomasa de un monocultivo acuícola, como por ejemplo el salmón o los mejillones, a aprovechar los nutrientes generados por estos cultivos, para producir biomasa de otros recursos marinos tales como; algas, moluscos, crustáceos, equinodermos e inclusive especies hasta ahora muy desconocidas como poliquetos, anémonas y pepinos de mar.

Chile está avanzando en la implementación del enfoque ecosistémico en acuicultura, por medio de la integración de la gestión de las Areas Apropiadas para el ejercicio de la Acuicultura (A.A.A.), Areas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (Amerb), Areas Marinas Costeras Protegidas de Múltiple Uso (Aamcp-Mu), Ecosistemas Marinos Vulnerables y Espacios Costeros Marinos Pueblos Originarios (Ecmpo), pero se requiere avanzar más rápido, sobre todo en la legislación – desafío para la nueva Ley de Acuicultura que está impulsando el gobierno. 

Las ventajas económicas de este modelo, radican en que las empresas acuícolas pueden reducir sus impactos ambientales, lo que mejora su aceptación social y abre nuevas oportunidades de mercado, ya que, los consumidores sobre todo locales, pueden beneficiarse al adquirir productos tales como moluscos, erizos, crustáceos o algas cultivadas de manera sostenible en el mismo lugar, lo que fortalecería la economía regional y fomentaría una colaboración más estrecha entre diferentes productores industriales y artesanales de un mismo lugar.

Hay que aprovechar las tecnologías de producción de semillas marinas ya desarrolladas, principalmente por universidades en proyectos de Ciencia Aplicada I+D, como por ejemplo para juveniles de erizos, caracoles, ostiones, centollas entre otros, para articularlas con los cultivos industriales de salmones y mejillones y los cultivos de algas ya existentes, para comenzar a dar el gran salto acuícola que nuestro país requiere y se merece y de esta manera seguir siendo el líder indiscutido de producción acuícola mundial.

El concepto de acuicultura multitrófica integrada, no solo tiene sentido desde una perspectiva ambiental, sino también desde un punto de vista social y económico, debido a que, si se planifica convertir a nuestro país y región en productores de alimentos sostenibles del futuro, parece muy razonable comenzar cuanto antes con este tipo de modelos sostenibles.