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Algunos recuerdos de la Escuela 7 (Parte VI)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 1 de Diciembre del 2024

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Nuestros recuerdos en la Escuela 7 (1965-1973) se sitúan en los tiempos de la incipiente locomoción colectiva organizada, ni pensar en los transportes escolares, además que muy pocas familias tenían auto. A Punta Arenas, las primeras micros “grandes” propiamente tales, llegaron en 1968; eran las Dodge con carrocería Wayne de manufactura enteramente estadounidense, cuya traída contó con el apoyo del Programa “Alianza para el Progreso”, iniciativa de cooperación de la nación para con los países de América Latina. Antes de ello, sólo las legendarias “liebres” Transit, Borgward o Mercedes Benz y las antiguas “Tiki I” y “Tiki II” de Díaz y “La Popular” de Marín. 

  Cerca de la escuela, la locomoción tenía paraderos en Chiloé esquina Avenida Independencia. Recordemos además que durante mucho tiempo el tránsito de las calles no tenía el mismo sentido que en la actualidad: Chiloé corría de sur a norte, Boliviana de cerro a playa y Paraguaya a la inversa. Por esa razón la locomoción que iba de norte a sur circulaba por Bories y Nogueira, en tanto que la tenía como destino el lado norte de la ciudad, lo hacía por calle Chiloé.

A pesar de esa incipiente modernidad, en general los escolares de la época preferíamos los trayectos a pie. Invierno o verano, con sol o con nieve caminar desde o hacia -por ejemplo- la población Fitz Roy era toda una aventura, pues un trayecto que a marcha sostenida se hacía en treinta minutos, podía triplicar su duración por las incontables distracciones en el recorrido. Por empezar, si andábamos con algunos pesos había un negocio en cada esquina, como para comprar esas marraquetas de un cuarto de kilo que nunca más hemos podido degustar (aclaramos que no es la actual marraqueta, era esa típicamente magallánica con un solo corte a lo largo).   

También había tiempo para parar a jugar a las bolitas, al trompo o a la pelota. En invierno nos deteníamos para hacer monos de nieve, “guerras” de bolas de nieve o, en algunos sectores patinar (deslizarse) cuando el hielo formaba “pistas” de patinaje, como las que hacíamos en el patio de la escuela y nos tirábamos en hilera tomados unos con otros, de tal manera que si el primero de la fila se caía, arrastraba a todo el resto.  

Nosotros somos del tiempo de la caligrafía con esos cuadernos con trazado diseñado para el efecto, para mejorar la letra y -entre otras cosas- hacer más presentable la típica “composición” que debíamos entregar religiosamente todos los inicios de año: “Mis vacaciones”. No hubo año en “La 7” que nos hayamos salvado de esa obligación y la otra, más o menos a mitad de año: “El árbol”. 

Somos del tiempo que sólo a partir de quinto básico pudimos usar lápiz pasta o “birome”, antes únicamente grafito o lápiz “mina”, al que le sacábamos filo en el sacapuntas de manilla que nuestra profesora había adosado al estante de la sala, situado detrás de su escritorio. Esta ceremonia era una buena excusa para estirar las piernas en medio de la clase. 

Usábamos cuadernos de tamaño pequeño, de línea, cuadro chico o cuadro grande según la necesidad. Los había de distintas marcas, por ejemplo, los “Colón”, que traían de regalo una lámina “Mundicrom”, los aún vigentes “Torre” y durante un tiempo hubo unos de fabricación regional, aparte de los típicos cuadernos argentinos marca “Belgrano”. Al respecto, recuerdo particularmente unos cuadernos de hoja lustrosa, casi resbalosa, sobre la cual era muy difícil escribir y que dicha escritura permaneciera, creo que eran de industria nacional. Generalmente en las contratapas de los cuadernos venían las tablas de multiplicar o el mapa de Chile con sus 25 provincias.

   Había útiles que los entregaban en la escuela: los lápices de grafito “Faber” Nº2, los biromes Bic punta fina de tubo amarillo en rojo y azul, las gomas de borrar, cuadernos también; todo ello con la inscripción “República de Chile. Propiedad del Estado”. Igual cosa sucedía con los textos de las distintas asignaturas, respecto de los cuales se nos exigía el mayor cuidado, pues el próximo año, serían usados por los cursos que nos seguían.

Continuará…

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