Necrológicas

“Joy”: el Club del óvulo

Domingo 1 de Diciembre del 2024

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Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista

Gran Bretaña, 2024

Director: Ben Taylor

Protagonistas: Thomasin McKenzie, James Norton, Bill Nighy

En Netflix

Un grupo de mujeres se divierten como cabras chicas en la playa y mientras registran el momento con una filmadora casera deciden posar para la foto final donde la palabra no es “Whisky” sino contra todo lo esperado será “óvulo”. Son mujeres y esposas, al parecer felices, pero quizás no tanto porque hay un deseo no cumplido por los tiempos y las creencias, que es ser madre. Y su denominación social es de “infértiles”, una categoría que la iglesia resigna a la voluntad de Dios, el Estado se declara incompetente y la ciencia, que ya ha llegado lejos, no quiere llegar más lejos aún. Con cierto tono tragicómico se hacen llamar el “Club del óvulo” porque son voluntarias para el experimento de los médicos científicos Robert Andrews, Patrick Steptoe y la enfermera Jean Purdy, quienes en 1978 lograron el primer nacimiento de un bebé mediante la fecundación in vitro, hito que les costó una década para concretarlo y no solo por el ensayo-error del método, sino también por desafiar las creencias religiosas y científicas del momento, y por eso los llaman “Los Frankestein”, en honor al personaje literario y del cine que en su intento de prolongar la vida termina creando un monstruo.

El título “Joy” hace alusión al segundo nombre del primer bebé concebido por fecundación in vitro y la película retrata de forma correcta y, como paradoja, casi conservadora la odisea de ese logro revolucionario, donde el centro del relato se encuentra en Jean Purdy, enfermera creyente que acompaña a sus madres todos los domingos a misa, pero que siente el cosquilleo intranquilo de quién busca y reconoce estar para “algo más”. Ese algo más es “ayudar a la falta de hijos” como le explica Robert mientras viajan en auto hacia lo que será su destino clínico, pero sobre todo cuando se lo explica Muriel, la matrona del lugar, para calmarla de su rechazo al aborto y decirle que a fin de cuentas le están dando a las mujeres el poder de elegir.

La película no tiene mayores pretensiones visuales y estéticas, porque su intención es contar con la síntesis del cine este proceso y en este objetivo se parece a “Código Enigma” (2014) y algo a “Oppenheimmer” (2023) porque por conocimiento de la historia se sabe cuál va a ser el resultado final pero aquí lo que importa es el “cómo quizás fue” describiendo los buenos y malos momentos, avances y retrocesos en la marcha y de paso dar cuenta de que todo lo avanzado hasta hoy no fue tan gratuito y hay quienes quizás merecen un homenaje mayor.

Este homenaje puede estar en la voz en off de Robert Andrews, quién al comienzo de la película le habla a alguien, o a muchos, para que no se olvide inscribir en una placa recordatoria el nombre de Jean Purdy, porque sabe que en dicha omisión hay algo peor que una injusticia. De hecho, es el doctor Andrews el único vivo del equipo que registraría su nombre al obtener el premio Nobel 30 años del primer nacimiento artificial y como el único integrante del equipo aún con vida.

“Joy” es una película con cierto aire de pedagogía que bordea desde la ficción un material que bien podría ser documental y dar cuenta de cuánta agua ha pasado bajo el puente en la forma de apreciar el mundo. Pero en el fondo es una película sobre la maternidad, reflejada en la relación de Jean con su madre, su propia infertilidad -“la ciencia aún no está preparada para tu situación” le dice el doctor Steptoe cuando la examina-  y de todas las mujeres que forman parte de este “club del óvulo” donde la felicidad del matrimonio ya no es tan eterna.

“Saben que se nos van a venir encima la Iglesia, el Estado, el mundo?” les dice Steptoe a su futuro equipo de trabajo. Bob le responde “Pero tendremos a las madres. Ellas nos apoyarán”.

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