“El tren de los niños”: La mirada inocente
Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista
Italia, 2024
Director: Cristina Comencini
Protagonistas: Christian Cervone, Serena Rossi, Bárbara Ronche
En Netflix
Minutos antes de su presentación, el concertista en violín Amerigo Benvenuti recibe la llamada de su madre que le avisa que ha fallecido…su madre. Este enigma se resolverá durante el transcurso del relato cuando la mente de Amerigo retorna al Nápoles de 1944, en los últimos días de la guerra, con los bombardeos aliados que anuncian la derrota del gobierno fascista de Mussolini e Italia comienza la reconstrucción en medio de la pobreza y el hambre donde quienes se llevan la peor parte son los niños, casi harapientos, desnutridos y un abandono familiar que bordea la orfandad.
Allí convive Amerigo con su madre, una mujer algo histérica con la labor de la crianza, la soledad de un esposo ausente y la relación con un hombre casado que queda claro no está dispuesto a dejar a su familia. Una breve esperanza a este desconcierto de crianza es el programa que lleva adelante el Partido Comunista Italiano por ofrecerles a sus hijos trasladarse al norte del país para ser adoptados por familias militantes de izquierda y darles una mejor calidad de vida aunque sea por algunos meses. El rechazo y el temor que infunden ciertos sectores de la población hacia esta posibilidad marcada por un fuerte anticomunismo contrasta con la desesperación de las familias por sacar a sus hijos de la miseria, el hambre y las enfermedades. Cuando los niños deciden por fin subir al tren, sus temores, incertidumbres y esperanzas ya no tienen vuelta atrás. Es un viaje sin retorno hacia un posible cambio del destino
“El tren de los niños”, adaptación de una novela inspirada en un hecho real, está dirigida por Cristina Comencini, reconocida realizadora y guionista italiana, hija además de un director clave del cine italiano como es Luigi Comencini, quien en 1984 dirigió para la televisión el filme “Cuore” (1984) basado en el libro “Corazón” de Edmundo de Amicis y cuyo guión estuvo a cargo justamente de su hija Cristina. La película rescata la esencia de aquel relato, marcada por la experiencia infantil en medio de la guerra, y donde es inevitable un homenaje al movimiento cinematográfico del neorrealismo italiano con sus cámaras entre los barrios, la pobreza y el compromiso militante, así como también de la comedia italiana con sus pequeñas aventuras y absurdos en el diario vivir.
La estructura del relato recuerda al de otra película italiana como es “Cinema Paradiso” (1988), donde el anuncio del fallecimiento de un personaje del pasado se convierte en la excusa para volver hacia las vivencias de un niño con el cine de su pueblo, pero sobre todo, “El tren de los niños” es el retrato de la mirada infantil, una idea que el cine ha plasmado en diversas películas donde la inocencia debe confrontarse con la realidad del mundo adulto, sea desde la violencia, la guerra y sus nefastas consecuencias.
Amerigo junto a todos los niños de la historia despliegan esa mirada, sea desde el temor a lo que se cuenta hacen los comunistas; la comparación con el mundo que dejan atrás; las vivencias del mundo escolar y esa a veces breve, pero decisiva experiencia con la muerte. En el caso de Amerigo, su experiencia con la solitaria y militante Derna lo llevará a redefinir su idea sobre lo que es la maternidad.
“El tren de los niños” es una película emotiva que elude ciertos vacíos del guión para ofrecer un relato modesto, no por eso menos duro, donde no existe ese conflicto marcado entre el bien y el mal. Al contrario, pareciera que esta fuerza maligna ya ha sido espantada y si algo de ella queda puede estar arraigada en las pequeñas cosas cotidianas del diario vivir, sea en la prepotencia de un dirigente político, la aparente indiferencia de una madre o hasta el bullyng escolar.
Desde la mirada infantil de Amerigo, que a la vez es la del cine, ese descubrimiento es un aprendizaje que marca un antes y un después: Es el fin de la inocencia.