Destino sostenible vs. la falta de planes de manejo para áreas protegidas
Magallanes fue incorporada dentro de los sitios del mundo que forman parte de la red de Green Destinations. De hecho, esta semana se desarrolló en Punta Arenas la cumbre de esta organización sin fines de lucro creada en los Países Bajos para apoyar los destinos sostenibles, las empresas y las comunidades.
En este contexto, se intercambiaron experiencias y también se expusieron las deudas que tiene el país y la región, en particular.
Uno de estos aspectos es la falta de plan de manejo y la actualización de los pocos instrumentos existentes.
Chile, con su vasta riqueza natural y su enorme potencial como destino turístico sostenible, enfrenta una alarmante realidad: el 98% de sus parques y reservas protegidas carecen de planes de manejo actualizados. Esta cifra es preocupante, no sólo por lo que implica en términos de conservación, sino también por el enorme freno que representa para el desarrollo armónico entre las actividades productivas y el cuidado del medio ambiente.
Un plan de manejo no es un mero documento burocrático. Es una hoja de ruta esencial que permite la protección efectiva de la biodiversidad, regula el uso del suelo y las actividades humanas dentro de estas áreas, y habilita la planificación de iniciativas turísticas responsables. Sin este instrumento, las áreas protegidas quedan vulnerables a la explotación descontrolada, la sobrecarga turística y los conflictos con actividades tradicionales como la ganadería, que en algunas regiones aún opera sin lineamientos claros de coexistencia con la conservación.
En el contexto del turismo, la ausencia de planes de manejo ha limitado gravemente la diversificación de la oferta. Parques y reservas como Torres del Paine, en la Región de Magallanes, se enfrentan a una creciente presión turística que, de no manejarse adecuadamente, podría poner en riesgo los mismos atractivos que las hacen famosas. Por otro lado, regiones menos exploradas con igual riqueza natural carecen de incentivos o infraestructura para desarrollar un turismo que descongestione las zonas más populares y genere nuevos polos de desarrollo sostenible.
La falta de actualización de estos instrumentos también impide una planificación que integre prácticas productivas sustentables, como la ganadería regenerativa o la agricultura sostenible, las cuales podrían convivir con áreas protegidas si se establecieran lineamientos claros. En lugar de favorecer esta convivencia, la falta de regulación y visión estratégica ha perpetuado tensiones entre actores locales, dejando de lado oportunidades para implementar modelos de desarrollo económico compatibles con la conservación ambiental.
A nivel institucional, este problema refleja un déficit de voluntad política y recursos destinados a la gestión de áreas protegidas. La responsabilidad recae principalmente en la institucionalidad ambiental, que no ha priorizado la creación y actualización de estos planes, pese a su papel crucial para cumplir con compromisos internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas de biodiversidad del Convenio de las Naciones Unidas.