Trata de personas: un día para reflexionar
La trata de personas constituye una de las más graves violaciones a los derechos humanos, pues vulnera la dignidad y libertad de una persona, a la vez que afecta seriamente su integridad física y psíquica.
La terminología incorporada a la legislación chilena a través de la Ley N°20.507 del año 2011, consiste en captar, trasladar, acoger o recibir a una persona mediante violencia o engaño, para someterla a explotación sexual -incluyendo la prostitución y la pornografía forzada-, trabajos o servicios forzados, servidumbre, esclavitud o prácticas análogas a ésta, o extracción de órganos.
Para visibilizar y prevenir este delito, en esta jornada la Mesa Intersectorial del sector, conmemorará el Día Regional contra la Trata de Personas, con una actividad de carácter público, a las 10,30 horas, en el Anfiteatro de Bories esquina Avenida Colón.
Con el involucramiento del sector empresarial como un actor estratégico en su detección y erradicación, se procura realzar un día reservado para tomar conciencia de la difícil situación de las víctimas de la trata de personas y para promover y proteger sus derechos.
Estamos frente a un delito que va más allá de la explotación sexual, donde uno de los sectores más propensos son las personas migrantes, si hablamos con fines de explotación laboral.
Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en los últimos 20 años, se han identificado a más de 150 mil víctimas de trata en Chile, siendo tres cuartas partes de ellas mujeres y niñas.
Uno de los desafíos que se ha impuesto este gobierno es erradicar esta práctica y prevenir que las nuevas redes de criminalidad la instalen de nuevas formas en nuestro país. Para eso es fundamental capacitar, trabajar con las distintas instituciones y, sobre todo, sensibilizar a las personas.
En lo que respecta a nuestra región, los departamentos de Extranjería de la Policía de Investigaciones y de la Delegación Presidencial deben ejercer un control permanente de los extranjeros que trabajan en la zona para constatar que no se están vulnerando sus derechos y, muy importante, que se encuentran trabajando por voluntad propia.
Esta es una tarea que debe ser permanente, sobre todo para identificar a quienes lucran con las necesidades de otros seres humanos, de modo de, como objetivo final, desarticular las posibles redes que se dedican a una actividad tan repudiable como la descrita.