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El jurado #2: Quizás no es la última película

Domingo 22 de Diciembre del 2024

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 Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista

Estados Unidos 2024

Director: Clint Eastwood

Protagonistas: Nicholas Hoult, Zoey Deutch, Toni Collette

En Max

De breve y restringido paso por las salas de cine y recién llegada al streaming, esta película viene promovida como quizás la última que realizará en su carrera y vida el cineasta norteamericano Clint Eastwood, un nombre que de sólo pronunciarse suena a leyenda porque su rostro a través del tiempo desbordó los márgenes de la pantalla y en su oficio como director demostró que el artista se puede ir haciendo a medida que envejece.

Nacido en la misma fecha que fue fundada la ciudad de Puerto Natales, un 31 de mayo, pero casi 2 décadas después, la figura artística de Eastwood a sus 94 años es total, no sólo porque lo haya dejado claro “Volver al futuro 3” (1990) al utilizar su nombre como excusa y homenaje al lejano oeste, también porque su rostro se inmortalizó como “El manco” de los spaghettis westerns de Sergio Leone y el detective llevado a sus ideas de “Harry el sucio”, además de dejar una estela fulgurante de obras maestras indiscutibles  como “Bird”(1988) sobre la vida y tragedia del jazzista Charlie Parker; el western crepuscular “Los imperdonables” (1992) sobre las feroces segundas chances que da la vida o el destino; y por si eso fuera poco, un melodrama romántico que ya es clásico como “Los puentes de Madison” (1995) donde el affaire de una dueña de casa con un fotógrafo de paso aumentó la venta de los pañuelos desechables.

Entonces “El jurado #2” no puede ser recibida sólo como una buena noticia de la activa carrera de Clint Eastwood, sino también como el estreno de la obra de un artista fundamental del siglo XX y XXI. Ni más ni menos y aun cuando no esté a la altura de sus obras mayores -¿importa eso a estas alturas?- la película aborda uno de los temas predilectos de su filmografía- la justicia- en la historia de Justin Kemp, un joven periodista, ex alcohólico y que está a punto de ser padre cuando es designado para ser jurado de un juicio por asesinato, descubriendo a medida que avanza la presentación de los hechos que él es tan culpable como el supuesto acusado que está a punto de pagar con cárcel el resto de su vida.

Entonces Eastwood juega sus dilemas morales donde la justicia no sólo es un bien de las instituciones, también de los actos personales y por eso el género judicial con sus tribunales y personajes se despliega por casi todo el relato y la fiscal acusadora, que pelea su reelección con este caso, entra en la duda cuando ya quizás es demasiado tarde, porque la justicia a veces es prejuiciosa, más miope que ciega y la imagen de ella sosteniendo la balanza es más que dudosa. Por eso la historia comparte varios puntos de vista, la del remordimiento manipulador de Justin, la certeza y luego duda de la fiscal y de paso tributa a un clásico del género como “12 hombres en pugna” (1957) de Sidney Lumet donde un jurado, al igual que el de la película, comienzan a cambiar de parecer porque alguien le hace ver el manto de una duda. Pero lo que en la película de Lumet era una crítica a la superficialidad de las decisiones, en la de Eastwood es ambigüedad y manipulación donde la palabra “justicia” dependerá de quien la ocupe. Por eso el abogado defensor le dice a la fiscal Killebrew que el sistema judicial “no es perfecto, pero es lo mejor que tenemos”, porque, a fin de cuentas, todo dependerá del factor humano, el mismo de “Sully”(2016)  cuando decide contra todo pronóstico tecnológico aterrizar el avión en pleno río Hudson; el de los amigos viajantes en “15:17:Tren a París”(2018) que repelen un ataque terrorista; o en “La Mula” (2018) donde un anciano decide pasar de vender flores a transportar droga para un cartel mejicano.

“El jurado #2” es una película que atrapa, mantiene la intriga y está filmada con precisión y una discreta pretensión visual que refleja esa ambigüedad entre el bien y el mal, dónde hacer lo correcto puede ser también no hacerlo.

Y si estas no son razones suficientes para verla, hay una que sobra y basta. Es una obra de Clint Eastwood, aquel actor de rostro duro que un día se atrevió a dirigir películas y ante la mirada atónita de todos y la vergüenza de otros, demostró que sumando y sumando tenía algo que decir sobre ese país que tanto ama llamado Estados Unidos.

Y aunque se diga que esta puede ser su última película, nunca se sabe. Los grandes no son grandes porque sí nomás. A veces más tarde que temprano, demuestran de qué están realmente hechos. 

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