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Una propuesta provocativa

Por Marcos Buvinic Domingo 22 de Diciembre del 2024

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Esta es una columna provocativa, lo advierto de entrada. Puede ser que a más de alguno no le guste y, bueno, está en todo su derecho; así como yo estoy en mi derecho de decir lo que pienso, con el debido respeto a la opinión de cada persona. Es provocativa con el único fin de reflexionar sobre lo que vivimos en estos días.

 

Voy a comenzar recordando una de las más hermosas fiestas de Navidad que he vivido, la que pude celebrar en un viaje a Croacia, en diciembre de 1985. En ese tiempo, Croacia todavía no era un país independiente, sino que era parte de Yugoslavia, país que vivía ya 40 años bajo una dictadura comunista. Llegué a Split donde mis primos, y era una maravilla caminar en esos días de invierno por las calles de la ciudad libres de la parafernalia “navideña”: ni viejos pascueros, ni árboles con luces intermitentes, ni gente apurada comprando regalos, ni vendedores en las calles vendiendo mil y una cosas. No había adornos “navideños”, porque el sistema político no lo permitía y, por la misma razón, el día de Navidad tampoco era feriado, era un día laboral como cualquier otro.

 

Lo que no podían prohibir era la celebración de la Eucaristía al interior de las iglesias, así que en la Nochebuena fui, con mis primos y sus familias, a la Eucaristía de Navidad en la parroquia del barrio. La iglesia estaba repleta de familias cristianas que se reunían para celebrar el nacimiento del Señor Jesús en un ambiente de mucha alegría y sencillez. Terminada la Eucaristía, todos se saludaban deseándose “Sretan Božić” (= Feliz Navidad); luego todos partían a sus casas a una alegre y sobria cena familiar, y junto al pesebre se intercambiaban algunos sencillos regalos. Al día siguiente, todos a sus tareas habituales, trabajar o estudiar.

 

Recuerdo esta Navidad como una de las más hermosas que he vivido, porque todo estaba centrado en celebrar con alegría y sencillez el nacimiento del Señor Jesús y en el compartir familiar en torno al pesebre, mientras el resto de la gente y la sociedad seguían su vida sin “ambiente navideño” ni la “magia de navidad”.

 

Entonces, el contraste con el carnaval navideño y toda su parafernalia de miles de chacharachas “made in China”, la insistente publicidad de que llegó “la magia navideña”, el consumismo desatado que sólo deja un montón de plásticos inútiles y papel de regalo arrugado, además de deudas, es demasiado brutal. Como decía en una columna anterior es inevitable la pregunta acerca de qué están celebrando todas esas personas, porque ciertamente no es el nacimiento del Señor Jesús.

 

Les decía al comienzo que esta es una columna provocativa, y lo es para que reflexionemos en lo que hacemos y vivimos. Entonces, ¿por qué no cambiar la fecha de la celebración del nacimiento del Señor Jesús, y que la sociedad del consumo y la cultura del “pan y circo” (comida, bebida y “carrete”) sigan con su “magia navideña”?, ¿por qué no celebrar el nacimiento del Señor Jesús el 10 de diciembre o el 2 de octubre?

 

No creo que ocurra ese cambio de fecha del calendario cristiano, al menos por ahora, pero sería perfectamente posible hacerlo. Resulta que en los evangelios no hay ningún dato sobre la fecha del nacimiento del Señor Jesús, y la fecha del 25 de diciembre la Iglesia la fijó aleatoriamente durante el siglo IV, cuando los cristianos en diversas regiones comenzaron a celebrar el nacimiento de Jesús. Aprovecharon esa fecha, el 25 de diciembre, porque en la antigua Roma en ese día se celebraba la fiesta del solsticio de invierno, llamada del “Sol Invictus”, y se le dio el nuevo sentido de festejar el nacimiento de Jesús como verdadero Sol de Justicia. Pero, también, varias Iglesias Católicas orientales, así como la Iglesia Ortodoxa, celebran la Navidad el 6 o el 7 de enero, porque hay diversos calendarios cristianos.

 

Entonces, ¿podría la Iglesia cambiar la fecha de la celebración del nacimiento del Señor Jesús? Claro que sí, así como la fijó en el siglo IV ahora se podría poner otra fecha en protesta ante el “pan y circo” del carnaval consumista que, ciertamente, no celebra al Señor Jesús y distorsiona la celebración cristiana del nacimiento de Aquel que es la novedad del Dios-con-nosotros, verdadero Sol de Justicia.

 

Quizás usted pensará que estas son locuras, pero sólo lo invito a reflexionar acerca de qué está celebrando usted en estos días: ¿el “ambiente navideño y la magia de navidad” o el nacimiento del Señor Jesús, Sol de Justicia? Quizás las cosas están mezcladas y hay de lo uno y de lo otro, pero ¿dónde pone usted el acento y en qué se nota

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