Trabajadora consultó por un esguince y terminó con amputación de parte de su pie izquierdo
- Karin Peranchiguay busca ayuda para financiar la prótesis que le permita volver a caminar.
Karin Peranchiguay Sánchez (41) jamás imaginó que una torcedura al salir de su casa en dirección a su trabajo cambiaría su vida para siempre. Era el 31 de octubre de 2020 y, pese al dolor en su pie, decidió cumplir con su jornada laboral como guardia de seguridad en una residencia sanitaria, en plena pandemia. A las pocas horas, su pie estaba tan hinchado que sus compañeras enfermeras le recomendaron acudir a la mutual de la Achs. Allí, le diagnosticaron un esguince, le pusieron una bota ortopédica y le indicaron usarla por 24 horas.
Sin embargo, algo salió mal. Karin, quien tiene diabetes tipo 2, advirtió a los médicos sobre su condición, pero la bota estaba ajustada con demasiada presión. Cuando se la retiraron, descubrió una ampolla negra en su tobillo. Pese a insistir en que el problema era consecuencia de la bota, su caso fue descartado como accidente laboral.
Los siguientes días fueron un calvario. En el Cesfam, al que pertenece en el barrio 18 de Septiembre, se sometió a curaciones varias veces a la semana. Pero al cabo de una semana, su talón estaba completamente corroído, dejando a la vista hueso y tejido graso. En noviembre de 2020, Karina fue hospitalizada tras detectarse una bacteria intrahospitalaria que había infectado su pie.
Durante meses, pasó por incontables limpiezas quirúrgicas, drenajes y cambios en sus tratamientos. Aunque en algunos momentos hubo avances, las complicaciones de su diabetes dificultaban una recuperación total. Los médicos propusieron hacer un colgajo, pero el procedimiento nunca se concretó, lo que a su juicio también lo atribuye a una negligencia.
La batalla contra el sistema
Esta mujer se enfrentó no sólo a los problemas médicos, sino también a la burocracia y, en algunos casos, a la negligencia del personal hospitalario. Relata cómo un psicólogo le dio el alta un día antes de la amputación simplemente porque no lloró durante su consulta. “Dijo que, si no lloré, entonces no estaba afectada. Pero, ¿cómo iba a confiar en él si era un desconocido?”, cuestiona Karin.
“A mí me amputaron el 4 de octubre de 2022, en marzo cuando entré al pabellón me anestesiaron de la cintura hacia abajo. Me pusieron la raquidia, pero después entré en crisis de pánico, estaba dentro del pabellón y sentí la sierrita que cortaba. Me
desesperé y estaba en pánico. Después me durmieron, creo que como cinco minutos y después cuando sentí los corchetes caí en pánico nuevamente. Mi frecuencia cardiaca subió demasiado”, recuerda respecto del procedimiento de amputación de su pierna izquierda bajo la rodilla.
Ella ha denunciado lo que le ha ocurrido, donde no sólo acusa negligencia, sino que advierte que no siempre tuvo el trato que toda persona merece, sobre todo en un procedimiento que la dejó con discapacidad. “El 18 de marzo de 2023, me llaman de pabellón y me dicen que la misma doctora me dejó en una lista de espera porque iba a venir un equipo médico, de cirujanos plásticos y que yo estaba incluida en la lista de espera para hacerme un colgajo porque sí tenía solución mi pie”, dice molesta.
A lo largo del proceso, envió múltiples correos al director del Hospital Clínico, Ricardo Contreras, denunciando las irregularidades, pero nunca obtuvo respuesta. “No todos fueron indiferentes; había personal comprometido, pero también pasé por momentos muy duros que jamás debí haber vivido como paciente”, afirma.
La amputación
“Pasé de ser una mujer completamente independiente, de trabajar, a tener que adaptarme a un cuerpo nuevo y a la discapacidad”, sostiene con una mezcla de tristeza y determinación. Y, es que en la actualidad necesita ayuda hasta para salir de su hogar.
Tras la amputación, Karina inició su proceso de rehabilitación, enfrentando el dolor físico y emocional de una vida transformada. Hoy, lucha por superar los obstáculos, tanto de salud como de las injusticias del sistema que considera responsable de muchas de las complicaciones que vivió.
Actualmente se encuentra en un programa preprotésico en el Centro de Rehabilitación, donde recibe atención integral que incluye sesiones con kinesiología, psicología, psiquiatría, enfermería y asistencia social. Su kinesióloga, Karina González, ha sido fundamental en este proceso, acompañándola desde el inicio de su tratamiento.
El apoyo de voluntarios
La Red de los Vientos, pide apoyo para Karin Peranchiguay de manera urgente. A pesar de esta tragedia, no pierde la esperanza y desea seguir adelante con sus sueños, pero el camino es difícil. Actualmente, necesita reunir $1.792.329 para costear una prótesis, que es parte de los insumos que no son financiados por el Centro de Rehabilitación. Estos recursos se deben conseguir en un mes porque después de eso vence la cotización que tiene de la misma y en una nueva cotización puede subir el costo.
La Red de los Vientos invita a sumarse a esta LucaTón Solidaria. “Con tan sólo mil o más, podemos hacer una diferencia significativa en la vida de Karin. Si desean colaborar, pueden realizar su aporte directamente a través de la siguiente cuenta: Cuenta Rut: 15.311.331-9 a nombre: Karin Peranchiguay, Banco Estado y su teléfono de contacto: +569 4752 2083”.