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Planta endémica vuelve a florecer después de 51 años

El redescubrimiento de Tristagma ameghinoi: una ventana al patrimonio botánico de la Patagonia

Viernes 3 de Enero del 2025

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La biodiversidad de la Patagonia es un recordatorio constante de la riqueza biológica que yace en los rincones más remotos de nuestro planeta. Entre los paisajes áridos y ventosos de la estepa magallánica, donde los coirones dominan el terreno, se encuentra una auténtica joya botánica: Tristagma ameghinoi (Speg.) Se trata de una especie que había permanecido en el olvido durante más de cinco décadas y cuyo reciente hallazgo se trata del primer registro en más de medio siglo.

Esta planta, perteneciente a la familia Amaryllidaceae, resurge como un símbolo de la resiliencia de los ecosistemas patagónicos. Sus delicadas flores de color verde oliváceo son un ejemplo de mimetismo en un paisaje dominado por tonos ocres, pardos y verdes. Sus hojas largas y estrechas, de un tono verde grisáceo, revelan adaptaciones precisas a su entorno. En comparación con su pariente más conocido, Tristagma nivale, T. ameghinoi se distingue no sólo por su morfología, sino también por su capacidad de prosperar en condiciones extremas, desafiando la aridez y los vientos constantes de la región.

El reciente hallazgo de Tristagma ameghinoi en la comuna de Laguna Blanca, específicamente en el puesto La Península de la Estancia Aurelia del Carmen, marca un hito en el conocimiento botánico de la Región de Magallanes. Después de 51 años sin registros, esta planta fue documentada gracias al esfuerzo del equipo de recursos naturales del Inia Kampenaike, liderado por el botánico Erwin Domínguez. Este equipo investiga los impactos del sedimento arcilloso lacustre sobre la biodiversidad y la productividad agropecuaria, un fenómeno relacionado con el secado de la Laguna Blanca entre 2021 y 2022. Este proceso, exacerbado por fuertes vientos que arrastraron sedimentos salinos y los depositaron sobre la vegetación, ha generado importantes desafíos ecológicos y agronómicos, afectando la cubierta vegetal nativa.

Este redescubrimiento no sólo representa un avance científico, sino que subraya la importancia de monitorear y estudiar la vegetación, sometida a presiones como el clima y el pastoreo. El hecho de que T. ameghinoi cuente con un único registro previo, fechado en 1973 y conservado en el Herbario de la Universidad de Concepción, resalta dos aspectos: la falta de especialistas en taxonomía vegetal y el escaso estudio de los pastizales nativos. El ejemplar recolectado en Cerro Toro, identificado por el profesor Edmundo Pisano bajo el número 4095, es ahora un referente crucial para entender la distribución de esta especie en el contexto de los ecosistemas patagónicos.

“La presencia de Tristagma ameghinoi en una región afectada por el cambio climático y las actividades humanas añade urgencia a la evaluación de su estado de conservación. La interacción entre los sedimentos salinos y la intensidad del pastoreo plantea interrogantes fundamentales sobre la resiliencia de esta especie y de los ecosistemas de la estepa magallánica. Además, T. ameghinoi posee un tubérculo que la hace interesante como un potencial alimento en una región donde escasean las plantas con usos alimenticios”, plantea Erwin Domínguez. Por esta razón, esta especie tiene aún mucho que ofrecer en términos de conocimiento y sostenibilidad.

En última instancia, el redescubrimiento de Tristagma ameghinoi es una invitación a profundizar en el estudio de la biodiversidad patagónica, a fortalecer los esfuerzos de conservación y a valorar los pastizales nativos como aliados en la lucha contra el cambio climático. A través de este tipo de investigaciones, se abre una puerta a nuevas oportunidades para comprender mejor nuestra relación con el entorno natural y garantizar que las generaciones futuras puedan seguir maravillándose con las joyas escondidas de la Patagonia.

Finalmente, este redescubrimiento ha sido posible gracias al apoyo de la Municipalidad de Laguna Blanca, a través de un convenio de investigación científica con el Inia Kampenaike. Esta colaboración ha permitido estudiar los recursos naturales presentes en la Laguna Blanca, en particular su sedimento, vegetación y biodiversidad, además de apoyar a los ganaderos afectados. El trabajo incluye la evaluación del impacto sobre los campos productivos y la disminución de la biomasa, medida en kilogramos de materia seca disponible como forraje para los rebaños de ovejas.

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