Necrológicas
“Respira Patagonia”: inédito proyecto de conservación y restauración de suelos

Magallanes se consolida como región pionera en mercado de carbono con la iniciativa más grande del país

Martes 7 de Enero del 2025

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Luego de haber conseguido la factibilidad del proyecto a través de estudios realizados en 2024, actualmente “Respira Patagonia” avanza hacia una segunda etapa que consistirá en la toma de muestras en terreno de distintas estancias de Cerro Castillo, Laguna Blanca y Tierra del Fuego. Son cerca de 200 mil hectáreas que buscan conseguir la certificación para generar créditos de carbono, un instrumento financiero que beneficiará a ganaderos recursos adicionales a través de la mejora de sus suelos.

Cambio climático, aumento de CO2 en la atmósfera por combustibles fósiles, sequía, desertificación y degradación de las praderas y la estepa magallánica y la reducción sostenida del ganado ovino, son parte del diagnóstico que motivó este proyecto. La solución visualizada es la restauración de los ecosistemas y recuperación de la biodiversidad perdida por efectos del sobrepastoreo. ¿Cómo se realiza? A través del cuidado de la materia orgánica de los suelos, donde se almacena el carbono para mitigar el cambio climático.

El actor principal es el ganadero, explica Gerardo Moreno, investigador y profesor del departamento de Biología, Ecología y Ciencias de la Universidad de Extremadura en España. “El ganadero debe introducir una serie de mejoras con recomendaciones técnicas para que el ecosistema funcione mejor, emita menos CO2 a la atmósfera, pero sobre todo mejore su suelo y secuestre más carbono (…) Todo ese carbono que almacenamos en el suelo se convierte en lo que llamamos crédito de carbono, que es un valor de mercado y hay empresas y compañías que, por responsabilidad social o compromisos con el clima, pueden aportar dineros privados para estos proyectos”, explica el especialista en suelos.

En resumidas cuentas, la generación de crédito de carbono busca operadores internacionales a quienes vender el proyecto, a modo de apalancar recursos y fondos privados para la restauración de los pastos de Magallanes.

Para Fernando Baeriswyl, ex seremi de Agricultura y director de Recursos Naturales del proyecto, la degradación de las praderas ha colapsado tras los casi 10 años de sequía que se han visto en la región, lo que ha conllevado la disminución de la carga animal y por ende de los recursos obtenidos. “El tema del mercado de carbono, por las compensaciones y con este tipo de proyectos en que las praderas son capaces de acumular carbono y poder compensar y entrar al mercado de carbono, está la posibilidad de que el ganadero tenga un ingreso adicional que hoy en día no tiene. Ese ingreso adicional significa mejorar su rentabilidad, tener capital para hacer mejoras, invertir, etc.”.

El proyecto contempla la utilización de un mecanismo mundial, a través de la Convención de París, donde se exigen compensaciones a las empresas que están emitiendo carbono en el mundo. “Ellos son los que tienen que financiar este tipo de proyectos”, agrega Baeriswyl.

Se trata del segundo proyecto que hay en Chile, aunque el más grande de su tipo y el primero en Magallanes. “Va a ser el segundo en importancia en América Latina por la cantidad de superficie involucrada. Vamos a partir con 200 mil hectáreas y esa superficie va a ir adicionándose poco a poco en la medida que vaya avanzando el proyecto”.

18 meses

Según explica Baeriswyl desde que se inician los estudios y certificaciones necesarias hasta la emisión de un bono de carbono, “son aproximadamente 18 meses y hay que cumplir una serie de requisitos bastante estrictos”.

Es por eso que el proyecto está apoyado por 20 profesionales y técnicos de distintas áreas, además del apoyo internacional de expertos de las Universidades de Extremadura en España o de la Universidad de Florencia en Italia. “El equipo que se ha formado es de alto nivel y de conocimiento de las distintas etapas que hay que hacer: pasar por estudios de suelo, de vegetación, de perspectiva de cuánto carbono puede acumularse en el suelo, estudios de carga animal y proponer mejoras”.

En la actual etapa son poco más de 12 ganaderos los que están participando, productores que fueron considerados “por las características de sus campos y por sus capacidades de innovación”, agregó Baeriswyl.

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