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– María Eva Reyes Ulloa

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10 E: ¿el día de lo imposible?

Por Eduardo Pino Viernes 10 de Enero del 2025

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Probablemente cuando usted esté leyendo la presente columna, tendrá una idea más clara acerca de si hoy 10 de enero será un día que quedará en la historia latinoamericana, de manera épica o trágica, aunque quizás pase sin pena ni gloria. El difícil pronóstico se debe a la cantidad y complejidad de factores implicados. Hace unas semanas, el pueblo venezolano parecía resignado a su suerte después del aberrante espectáculo de las elecciones de julio pasado, en que el Régimen dictatorial de Nicolás Maduro desconoció de manera burda la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Probablemente con el tiempo, lleguemos a conocer más información acerca de la brutal represión de quienes se autodenominan “defensores del pueblo”, ejerciendo una campaña propagandística caracterizada por lo bizarro que convence sólo a quienes han profesado una ciega e incondicional devoción por lo indefendible. 

Por más que gran parte de la comunidad internacional repudió lo sucedido, algunos de manera tajante y otros evadiendo posiciones estratégicamente según la conveniencia de las circunstancias, una vez más la inoperancia e impotencia de los organismos internacionales volvió a evidenciarse, ya que la opereta “democrática” dio incluso para que la navidad llegara en octubre a tierras caribeñas. Como todas las noticias, lo que causa estupor e indignación con el paso del tiempo va dejando la agenda noticiosa y la atención se traslada a otras latitudes, en especial en una era como la actual donde prácticamente todos los días nos preguntamos: ¿qué va a pasar ahora?

En septiembre Edmundo González negocia su salida de Venezuela para asilarse en España y, peor aún, María Corina Machado, el verdadero cerebro y corazón de la resistencia opositora, ingresa a la clandestinidad ante las amenazas de Maduro de apresarla en su calidad de “enemiga de la patria”. Conocido es que el actual régimen tiene todas las de ganar: acapara y maneja los poderes del Estado y se ha respaldado con la Fuerza Militar, por lo que su dominio no posee contrapeso fáctico por el que verse complicado. Entonces, ¿qué podría pasar hoy en la asunción oficial de la presidencia que pudiera representar una amenaza para el heredero de Chávez?  Pues, nada o … todo. 

Resulta fascinante para quienes gustamos de la historia en general, comprobar que acontecimientos que sucedieron hace décadas e incluso siglos, parecen irremediablemente destinados a repetirse, con el plus que están ante nuestros ojos, provocando una extraña emocionalidad al adoptar el rol de testigos de hechos que cuando se leían en los libros, nos parecían cuentos de ficción debido a la fascinación de sus sincronías y perfiles de sus protagonistas. Por eso, como lo he expresado en otras ocasiones, me resulta complejo comprender como tanta gente busca entretención superficial y desechable considerando que la realidad nos ofrece un escenario infinitamente más interesante, más aún teniendo en cuenta que la globalización del planeta pareciera no dejarnos indiferentes ante ningún episodio de envergadura, por más lejano de nuestras fronteras se encuentre.

Por eso, el ejercicio de plantearse preguntas de difícil pronóstico debido a la complejidad del panorama, los múltiples factores intervinientes, la atmósfera social, el clima psicológico y los imponderables e imprevistos que se presentan sin cálculo previo; hacen creer que habría algunas posibilidades que Edmundo González tenga una cartita bajo la manga y contra todo pronóstico lógico, devuelva la esperanza democrática a la gente que abrumadoramente lo votó a mediados del año pasado. Hace semanas, cuando este político de la tercera edad, de imagen afable y cercana pero aparentemente débil para enfrentar una circunstancia tan hostil, expresó que volvería el 10 de enero a tomar posesión de su mandato, mi reacción inmediata fue de total incredulidad. Pero con el correr de los días y las noticias de su gira, debo admitir que he dado paso a la expectancia, a querer creer que habrá un cambio en quienes ostentan el poder de las bayonetas para no emplearlas en contra de la gente, que las dictaduras, aunque parezcan de hierro, el tiempo las va horadando por dentro para quedar convertidas en un cascarón que en algún momento se resquebrajará. Ejemplos hay por cientos en la historia, pero la cercanía temporal de lo sucedido en Siria, pareciera interpretarse como un designio en que el destino una vez más nos dice que no siempre impera la lógica del más fuerte. 

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