Las arterias expuestas de nuestra querida Umag
En primer lugar, pido disculpas al gran autor Eduardo Galeano por la evidente semejanza del título de esta columna con el nombre de su libro “Las venas abiertas de América Latina” (Galeano, 1971).
Tal como se señala en la contraportada de este texto literario -que es y seguirá siendo, en todos los tiempos, una “obra maestra”- expone que el proceso de colonización aún continúa en Latinoamérica, obviamente, incluyendo a Chile como parte de ella.
Creo que nuestro país, al adherirse tanto al modelo neoliberal, ha generado la misma colonización en muchos ámbitos, si es que no en todos: salud, pensiones, extracción de sus recursos naturales, educación, por mencionar algunos.
En esta columna, pondré el foco en el Sistema de Educación Superior. Al igual como señala Galeano, respecto al poder que ejercen los países poderosos sobre aquellos que le brindan materia prima y fuerza laboral, las instituciones privadas (algunas pertenecientes al Consejo de Rectores, Cruch), oprimen a las Universidades Estatales, llevándolas a graduarse en “ser perdedoras”. Más aún a las ubicadas en zonas extremas, como es el caso de nuestra Universidad de Magallanes. Me refiero a sus pérdidas económicas e imagen corporativa, a lo menos en su propia región de la que surge su nombre e identidad.
La mayor evidencia de cuánto ha hecho, sigue y continuará haciendo la Universidad de Magallanes para nuestra región y para nuestro país, está en los más de 10 mil titulados y tituladas en carreras profesionales y técnicas.
En el área de investigación, se ha aliado con universidades nacionales, como las UChile, UCatólica, Ufro, entre otras. A nivel internacional, también se ha comprometido para trabajar colaborativamente con instituciones educacionales de Argentina, españolas, croatas y alemanas, por mencionar algunas, todas alianzas que han favorecido mucho más a esas universidades que a la nuestra. Por eso me atrevo a decir que ha obtenido un “máster en perder”.
Esto no sólo es resultado de este proceso de colonización, sino también de gestiones poco estratégicas realizadas en los períodos rectorales, incluyendo aquellos en los que participé muy activamente, y de cuyos resultados asumo mi cuota de responsabilidad. A esto sumemos la desequilibrada y desigual competencia que ha tenido que enfrentar de parte de Universidades Estatales que son parte del Cruch, al cual también pertenece. A modo de ejemplo, las Universidades de Chile y Católica han ofertado programas de diplomado y de magíster en Magallanes, y la competencia de institutos y universidades privadas como Inacap y Santo Tomás. En tanto, las universidades extranjeras han realizado similar proceso de colonización, especialmente en el ámbito de investigación. Por ello, creo que la Umag ha logrado un “doctorado en perder”.
A pesar de lo expuesto en los párrafos anteriores, la Umag logró un muy buen resultado en términos de calidad, acreditó por cinco años en todas las áreas (Gestión institucional, Docencia, Investigación y Vinculación con el Medio). Además, para este año 2025 ofrece 32 carreras profesionales, 16 carreras técnicas, 5 planes especiales y 9 programas de postgrado (2 doctorados y 7 magísteres). A su vez, está preparando los programas de especialización para sus titulados de la carrera de Medicina, con la finalidad de cubrir la necesidad que tenemos las coterráneos y coterráneas de esta maravillosa y particular región.
Me parece muy injusto el trato que ha tenido nuestra Universidad en comparación con el que han recibido otras Ues estatales y privadas, por parte de los gobiernos anteriores y del actual, porque todos y todas sabemos de los respaldos económicos que ha recibido la Universidad de Chile y otras instituciones estatales, para mantener su excelencia académica y para continuar formando, investigando y vinculándose con el medio, cumpliendo así con la misión que les corresponde. Nosotros no queremos ese tipo de ayuda, pues como Universidad que es parte de esta República independiente de Magallanes, requerimos que nuestros parlamentarios y parlamentaria, Gobierno regional y Core, Delegación Presidencial, Alcaldías y Concejos comunales. Previo al acto necesario de transparentar nuestro déficit financiero, podrían otorgarnos la posibilidad de presentar un macro proyecto que nos permita hacer todos los cambios que se requieran para salir de esta situación económica que nos aqueja.
¿Ustedes creen que si no lo hacemos autónomamente a nivel regional, recibiremos ayuda desde algún organismo central que no conoce nuestras peculiares necesidades? ¿Ustedes creen que nuestras coterráneas y coterráneos de Magallanes comprenden que este es un problema financiero y no de calidad educativa? ¿Ustedes creen que nuestras tituladas y titulados se sienten orgullosas y orgullosos cuando los medios de comunicación y en las redes sociales, frecuentemente, se da a conocer que su alma máter está en peligro de ser intervenida como otras universidades del país? ¿Ustedes creen que todo esto no influirá en el proceso de admisión que estamos viviendo en este preciso momento?
Creo que con todo lo mencionado en esta columna, nos hemos “postdoctorado en perder”. Debido a esta colonización que muy bien explica este gran autor Eduardo Galeano.
Al finalizar esta columna, pido disculpas a mi querido Presidente, a quien le estoy poniendo un ruido más con este tema, y a mi hija Javiera por no silenciar mi voz. La Universidad de Magallanes fue y será siempre mi segundo hogar. Agradezco además a mi querido primo Luis Marachín, quien hace muchos años atrás me regaló esta obra maestra “Las venas abiertas de América Latina”.