Necrológicas

Preservar nuestro patrimonio: la urgencia de combatir el tráfico ilícito de bienes históricos

Por La Prensa Austral Martes 28 de Enero del 2025

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El tráfico ilícito de bienes históricos es una problemática global que afecta gravemente el patrimonio cultural y natural de las naciones. En el caso de Chile, los bienes arqueológicos y paleontológicos, como puntas de flechas, fósiles y otros objetos de gran valor histórico, están protegidos bajo la Ley Nº17.288 de Monumentos Nacionales. Sin embargo, esta protección legal enfrenta desafíos constantes debido a la creciente demanda del mercado negro internacional y la falta de conciencia ciudadana.

Cada pieza arqueológica o paleontológica extraída ilegalmente representa una pérdida irreparable para el acervo cultural del país y un daño a la historia compartida de la humanidad. Estos objetos, muchos de ellos hallados en contextos naturales o sitios arqueológicos de enorme valor, cuentan historias únicas sobre las civilizaciones pasadas, los ecosistemas extintos y la evolución del planeta. Sacarlos de su lugar original es arrancarlos de su contexto, destruyendo su valor científico y cultural.

En regiones como Magallanes, rica en fósiles y vestigios de culturas ancestrales, esta problemática adquiere una especial relevancia. El hallazgo de restos arqueológicos, como puntas de flechas fabricadas por los pueblos originarios, o fósiles que dan cuenta de la biodiversidad prehistórica, debería ser un motivo de orgullo y preservación local, no una oportunidad para el lucro ilegal. Cada una de estas piezas pertenece a la identidad del territorio y a las futuras generaciones.

La legislación chilena es clara: los bienes arqueológicos y paleontológicos son considerados Monumentos Nacionales, y su extracción, comercialización o exportación sin autorización constituye un delito. Sin embargo, la aplicación efectiva de estas leyes requiere un esfuerzo conjunto entre el Estado, las comunidades locales y las fuerzas de orden. Es necesario fortalecer los mecanismos de fiscalización, educar a la ciudadanía sobre la importancia del patrimonio cultural y sancionar con severidad a quienes lucran con nuestra historia.

Asimismo, se hace imprescindible una mayor inversión en programas educativos y en la promoción del turismo patrimonial responsable. Si las comunidades comprenden el valor cultural, científico y económico de preservar estos bienes en su contexto original, se convertirán en los principales defensores de su conservación.

El llamado es claro: no podemos permitir que el patrimonio histórico de Chile sea reducido a un artículo de colección en manos privadas o a una pieza anónima en el extranjero. La protección de estos bienes es una responsabilidad compartida que trasciende generaciones. Preservar nuestra historia no sólo es un deber moral, sino un acto de justicia hacia quienes nos precedieron y hacia quienes vendrán. 

Combatir el tráfico ilícito de bienes históricos no es solo una tarea legal, es una lucha por mantener viva nuestra identidad y por asegurar que la riqueza cultural y natural de Chile continúe siendo un legado de todos.

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