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Trump: (make America great) again

Por Eduardo Pino Viernes 7 de Febrero del 2025

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Donald Trump nuevamente Presidente de los EE.UU. fue lejos la noticia más relevante a nivel planetario hace pocas semanas. Es que además de la innegable importancia que tiene el país del norte como tradicional hegemón del mundo, los condimentos escenográficos y de imagen de las ceremonias parecen establecer un contexto acorde con la necesidad de llamar la atención ante los apoteósicos cambios que se prometen. 

Lo cierto es que más allá de los innumerables memes acerca del sobrero de Melania o la polémica por el gesto de Elon Musk, lo realmente importante radica en que la presidencia número 47 promete estar lejos de sólo recordarse como un periodo de administración, asegurando una verdadera transformación del sistema. La mediática ceremonia de firmar más de 80 reformas, que será recordada por los lápices arrojados al público, a escasas horas de haberse proclamado un discurso que comunicaba la llegada de “la era de oro” para los ciudadanos estadounidenses, es una muestra del carácter ejecutivo y pragmático con se enfrentarán estos 4 años.  

Por motivos de espacio sería imposible realizar un análisis exhaustivo de los numerosos aspectos que se reformularán o definitivamente abolirán. Pero vale la pena estar atentos a: la producción y economía, seguridad y cultura social; ya que, en mayor o menor medida, su desarrollo nos influirá inevitablemente.   El primero de ellos augura una mayor producción y extracción de los recursos naturales, especialmente referido a energías fósiles, lo que ha encendido las alertas acerca de pasar a llevar criterios tendientes a la preservación ecológica. Es más, ya se declaró que EE.UU. se retira del acuerdo climático de París, dando una clara señal que ya había sido tomada por las potencias mundiales más contaminantes. En el terreno económico, será interesante observar el cambio de reglas en tarifas arancelarias, siendo el 25% extra con México el que más ruido ha hecho. Punto aparte sería especular acerca de las declaraciones que el magnate ha realizado, previamente, acerca de recuperar el canal de Panamá, anexar como otro Estado más a Canadá o tomar posesión soberana en Groenlandia. Desde los analistas que han interpretado esto como “fanfarronerías”, hasta los que han llamado a estar muy pendientes debido a la importancia geoestratégica que representan algunos de estos anuncios, nadie puede descartar su potencial ocurrencia en el tiempo.

En seguridad el principal énfasis parece destinado a la inmigración ilegal, lo que muchos aplauden como medida para controlar la delincuencia, aunque preocupa que inocentes trabajadores resulten perjudicados si no se implementa de manera efectiva. El cierre de fronteras será implacable, en un drama que se origina principalmente en la miseria y opresión de países que majaderamente insisten en repetir fórmulas populistas que terminan en crisis humanitarias. 

Por si fuera poco, Trump desea pasar a la historia por instalar de manera definitiva la cada vez más difundida “batalla cultural” por parte de la derecha, o como les gusta expresar a los más maniqueos: la “extrema derecha”. Este constructo, que hasta ahora había sido propiedad casi exclusivamente de la izquierda, con una épica transformada en leyenda, acaparando las manifestaciones artísticas sin contrapeso e instalando una superioridad moral incuestionable, se ha ido desgastando con las extremas y, en algunos casos, grotescas exageraciones de valores que en un principio resultaban adecuados, pertinentes y necesarios. Es lo que en otras oportunidades hemos analizado acerca del “wokismo”, que pretendiendo defender valores de gran importancia para la dignidad e integración de las personas, en ocasiones, cada vez más frecuentes, se ha desfigurado en manifestaciones caricaturescas. Trump está en contra de toda esa cultura, en un fenómeno histórico muchas veces repetido: ante un pensamiento ideológico que seduce por su atractivo para volverse imperante, pero que con el tiempo pierde su esencia y adopta posturas fanáticas e irracionales, en algún momento tendrá un movimiento contrapuesto que tratará de neutralizarlo o, por lo menos, apaciguarlo para volver a la racionalidad. Las dinámicas pueden mostrarse muy variadas, de manera más pacífica o violenta, en tiempos extensos o breves, con manifestaciones evidentes o más solapadas, etc. El principal problema es que estas fuerzas opositoras se transformen en una nueva exageración irracional, al servicio ideológico de turno, perjudicando a las personas en vez de equilibrar las posiciones, en el tan conocido extremismo pendular. 

Por eso, más allá que algunos celebren este “nuevo mundo” con aires conservadores, u otros se lamenten ante lo que interpretan como un paso más hacia el “apocalipsis” y la pérdida de ganado, debemos estar atentos y observar las movidas en el tablero del hombre más poderoso del mundo, cuya convicción es: “Nosotros no los necesitamos a ustedes, ustedes nos necesitan a nosotros”.       

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