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Empedrados del pasado y el dilema de la Avenida Colón

Por La Prensa Austral Sábado 8 de Febrero del 2025

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La historia de Punta Arenas está escrita en sus calles. Algunas, en el concreto moderno que busca facilitar la vida cotidiana; otras, en el empedrado centenario que recuerda el esfuerzo de los inmigrantes que forjaron la ciudad. Hoy, el tramo de la Avenida Colón entre Zenteno y Arauco se convierte en uno de los últimos escenarios de una vieja discusión: ¿hasta dónde debe avanzar el progreso sin borrar la historia?

El empedrado de esta arteria no es cualquier camino; es una obra construida por la comunidad croata en el siglo pasado, testimonio de una época en la que los inmigrantes trajeron su conocimiento y esfuerzo para levantar Magallanes. Sin embargo, el deterioro y la creciente demanda por mejor infraestructura han abierto un fuerte debate. Los vecinos reclaman una calle más segura y transitable, mientras que la comunidad croata y los defensores del patrimonio advierten sobre el peligro de reemplazar el legado histórico por la rapidez y la conveniencia del hormigón.

El municipio, en un intento por hallar un equilibrio, ha optado por una solución salomónica: pavimentar un tramo y conservar otro. Pero, ¿es esto suficiente? Para algunos, como el arquitecto Dante Baeriswyl y el cónsul honorario de Croacia, Alfredo Fonseca Mihovilovic, el respeto al patrimonio no puede ser una concesión parcial. Desde su perspectiva, la identidad de Punta Arenas está en peligro si se impone el “progreso débil” de la modernización sin criterios de conservación.

Por otro lado, quienes defienden la pavimentación, como el presidente del Comité del Pavimento Participativo, Juan Antonio Retamal, argumentan que la restauración del empedrado es costosa y poco práctica. Más aún, dudan de que realmente haya una voluntad efectiva de mantenerlo en buen estado. Para ellos, la prioridad debe ser mejorar la conectividad y la calidad de vida de los vecinos, y no preservar un adoquinado que, en su opinión, se ha convertido en un obstáculo más que en un símbolo.

La decisión final no sólo afectará la estructura de la calle, sino que sentará un precedente para futuras intervenciones urbanas en la ciudad. Punta Arenas no es ajena a estos conflictos entre modernización y patrimonio. Cada vez que un rincón histórico se enfrenta a la urbanización, emerge la misma pregunta: ¿cómo avanzar sin olvidar?

En este caso, la clave está en la voluntad política y en la capacidad de la mesa técnica de encontrar un modelo de desarrollo que no convierta la conservación patrimonial en un simple adorno simbólico. La propuesta de Patrimonio e Identidad Magallánica de transformar parte del tramo en una zona peatonal con empedrado restaurado podría ser una solución viable, siempre que se garantice su financiamiento y mantenimiento a largo plazo.

La disyuntiva entre modernidad y rescate patrimonial seguirá en éste y otros casos. Lo importante es hallar un justo equilibrio.

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