Necrológicas

José Miguel Navarrete: transformando la ayuda humanitaria en su profesión

Domingo 9 de Febrero del 2025

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  • – Su vida ha sido un constante viaje entreculturas y aprendizajes. Lo que comenzó como una búsqueda de nuevas oportunidades terminó convirtiéndose en su profesión: la ayuda humanitaria.

Tomás Ferrada Poblete

Desde la ventana de su hostal en Katmandú, José Miguel Navarrete veía los Himalayas al amanecer. Había dejado atrás la seguridad de su hogar en Magallanes y los turnos en cafeterías australianas. Ahora, su día a día transcurría en aldeas nepalíes, colaborando con mujeres que buscaban reconstruir su economía.

Su historia es la de un joven que construyó su vida ayudando a otros, donde ni las fronteras ni las diferencias culturales fueron un impedimento para transformar su vocación en su profesión.

Las raíces de un explorador

José Miguel Navarrete nació en Punta Arenas en 1984, en el Cerro de la Cruz. Desde ahí bajaba todos los días las escaleras para ir al Liceo San José, donde cursó toda su educación básica y media.

Su madre, Mirta Gaete, administraba una boutique en el centro, mientras que su padre, Simón Navarrete, trabajaba como marino mercante, pasando largos períodos fuera de la ciudad.

“Mi madre siempre me dio la posibilidad de ser bastante independiente de niño. Iba a hacer trámites al banco, a la boutique, me iba al colegio solo”. Esa autonomía se convirtió en una herramienta invaluable para sus futuros viajes.

“Pasé muchas tardes solo en Punta Arenas, mientras mi mamá trabajaba y mi padre navegaba. Y eso forjó mucho mi personalidad”, cuenta.

Desde pequeño, el mundo fuera de Punta Arenas lo intrigaba. Sus primeros viajes fueron en familia y, aunque eran paseos cortos, sembraron en él la inquietud por lo desconocido. A medida que crecía, comenzó a sentir que su futuro no estaba en el extremo sur.

Estudió Derecho en la Universidad Adolfo Ibáñez, primero en Viña del Mar y luego en Santiago. Pero tras obtener su título y ejercer en el área tributaria, decidió cambiar el rumbo y partir a Miami a trabajar.

Miami y el primer
gran salto a Australia

“Fue la primera vez que salí de Chile solo y me quedó gustando esa idea de explorar”, recuerda sobre su verano en Miami. Sin embargo, el gran salto lo dio cuando decidió aplicar a una visa Working Holiday para irse a Australia.

Al llegar, descubrió que para sobrevivir debía adaptarse a trabajos ajenos a su formación en Derecho. Aprendió a ser barista en una cafetería universitaria, trabajó en eventos, matrimonios y hasta en un casino en Melbourne.

“Fue una experiencia muy multifacética, aprendí muchísimo y forjé mucha paciencia también”, dice sobre su año en Australia.

Los sueldos en el país oceánico le permitieron ahorrar dinero y, mientras vivía allí, comenzó a escribir correos a distintas organizaciones humanitarias en busca de una oportunidad. Así encontró una ONG en Nepal dispuesta a recibirlo.

Nepal: la revelación
que cambió su vida

“Imagínate despertar en un hostal y ver el Himalaya. Es algo impresionante”. Cuando José Miguel dejó Australia, no lo hizo con el típico plan de viaje por el sudeste asiático que muchos eligen tras su Working Holiday. En su lugar, decidió invertir sus ahorros en algo distinto: una pasantía humanitaria en Katmandú, capital de Nepal.

Allí trabajó en la ONG Women for Women Forum, apoyando a mujeres emprendedoras de comunidades rurales en un país que aún se recuperaba del terremoto de 2015. “Íbamos a las montañas, donde la labor de la organización era ayudar a las mujeres a emprender y vender sus productos en la ciudad”.

El contraste entre Australia y Nepal fue brutal. La pobreza era evidente, pero también la calidez y resiliencia de las comunidades. Navarrete pronto se volvió clave en la ONG, apoyando con propuestas de financiamiento, informes y enseñando inglés a sus colegas. “Para mí fue muy especial. Mi jefa, mis compañeras, todas nepalesas, fueron muy fraternas. Fue un trabajo muy significativo”.

En Nepal descubrió que la ayuda humanitaria no era solo una vocación, sino una carrera profesional. Convencido de que quería dedicar su vida a ello, buscó su próximo destino. Tras evaluar varias opciones, decidió asumir un desafío mayor: viajar a Medio Oriente y continuar su formación en Jordania.

Jordania: la lucha por los DD.HH en Medio Oriente

Mientras aún estaba en Nepal, aplicó a una pasantía en el Amman Center for Human Rights Studies, una organización dedicada a la defensa de los derechos humanos en Jordania.

Su labor en el centro se enfocó en la promoción de la libertad de pensamiento en mujeres del mundo árabe. Cada año, la ONG organizaba una escuela de formación para ellas. “Fue una labor apasionante, porque realmente estas mujeres volvían a sus países con herramientas para generar cambios”.

Más allá de su trabajo con la ONG, Jordania le dejó dos grandes aprendizajes. Primero, la importancia de la red de contactos en el mundo humanitario, al conocer pasantes que hoy están en Naciones Unidas y la Cruz Roja. Segundo, el impacto de la burocracia en la movilidad. “Muchas veces me ofrecían pasantías o trabajos en otros países, pero las visas eran un problema. Me pasó con una oportunidad en Irlanda, por ejemplo. No siempre es fácil moverse”, cuenta.

Su vocación humanitaria se consolidó. Tras seis meses en Jordania, postuló y fue aceptado en un máster en Manejo de Desastres en la Universidad de Copenhague, Dinamarca, abriendo un nuevo capítulo en su historia.

Dinamarca: profesionalizando su vocación

Adaptarse a la vida como estudiante en un país nórdico no fue fácil. “Son demasiado distintos. Mucho frío. Yo no soy un apasionado del frío, en verdad, aunque sea de Punta Arenas”, admite entre risas.

El máster en Manejo de Desastres fue una experiencia exigente, pero enriquecedora. Su formación incluyó un viaje a India, donde aplicó una metodología participativa de análisis de vulnerabilidad y capacidad (AVC), desarrollada por la Cruz Roja. “Trabajamos con una comunidad afectada por el tsunami de 2004. Evaluamos sus capacidades y los riesgos presentes, y luego generamos un plan de acción”.

El programa le permitió conocer nuevas herramientas que hoy aplica en su trabajo. Tras finalizar su máster, José Miguel decidió quedarse un tiempo más en Dinamarca, retomando labores como barista e involucrándose en un proyecto vinculado a la prevención de riesgos en el metro de Copenhague.

Pero su tiempo en Europa estaba llegando a su fin. En febrero de 2020, justo antes de la pandemia, decidió volver a Chile.

Un regreso con
nuevas miradas

Tras años de viajes, voluntariados y formación en distintos países, José Miguel Navarrete volvió a Chile, aunque sin perder su mirada global. Desde entonces, ha seguido vinculado a la ayuda humanitaria y la gestión de desastres.

Desde Santiago, trabaja en Movidos X Chile, organización que promueve la preparación comunitaria y la coordinación en respuesta a emergencias y desastres.

A su vez, estudió una nueva carrera que ahora incorpora en su trabajo: psicología. Recientemente egresado, abrió también su consulta al público, donde sus primeros pacientes reservan desde su sitio web josenavarrete.cl.

Y aunque su vida ha transcurrido en distintos rincones del planeta, Magallanes sigue presente en su memoria. “Claramente, algún día podría volver a Punta Arenas a vivir”, concluye.

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