El desconocimiento y la desilusión de los adultos mayores ante la Reforma Previsional
En Magallanes y pese a todas las celebraciones del gobierno y de la oposición, los adultos mayores enfrentan una realidad marcada por la incertidumbre y la resignación. La anunciada Reforma Previsional, que ha sido promovida como una solución para mejorar las pensiones en Chile, sigue siendo un enigma para gran parte de este grupo etario. Más allá de los tecnicismos y las a políticas, lo que prevalece entre los jubilados de la zona es un profundo desconocimiento sobre los cambios que se acordaron y, peor aún, un escepticismo arraigado sobre si esta enmienda realmente mejorará su calidad de vida.
Para muchos adultos mayores, las promesas de cambios estructurales en el sistema de pensiones han sido un eco repetitivo a lo largo de los años, con pocos o ningún resultado tangible. El hecho de que los detalles de la reforma fueran debatidos en Santiago y Valparaíso, en espacios alejados de su realidad cotidiana, genera una desconexión con los beneficiarios directos de la medida. No es raro escuchar a jubilados de Punta Arenas o de comunas más aisladas expresar que, más allá de los anuncios gubernamentales, sus pensiones seguirán siendo insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.
El problema del desconocimiento no es menor. Pocos ciudadanos entienden hoy día en qué se traducirán los acuerdos logrados en el Congreso. ¡Mucho menos los adultos mayores! La brecha digital, la falta de espacios de explicación presenciales y la ausencia de campañas efectivas adaptadas a su realidad han convertido a la reforma en un concepto difuso, en un tema que pareciera concernir sólo a los economistas y políticos.
La idea de una reforma que mejore sustancialmente sus ingresos parece un espejismo, especialmente cuando han visto cómo otras bulladas modificaciones no se han traducido en incrementos significativos que puedan cambiar la realidad de subsistencia que enfrentan cotidianamente.
Es imperativo que las autoridades regionales y nacionales comprendan que no basta con diseñar una reforma en los escritorios ministeriales: se necesita una estrategia efectiva de comunicación y participación que incluya a los adultos mayores en el debate, con información clara, directa y adaptada a sus necesidades. De lo contrario, la reforma será vista como un cambio distante y ajeno, incapaz de aliviar la preocupación de quienes hoy viven con pensiones insuficientes.
Mientras la incertidumbre persista, los adultos mayores de Magallanes seguirán enfrentando cada mes con la misma pregunta: “¿Realmente cambiará algo?”. Y, hasta que las respuestas sean concretas y palpables, la esperanza seguirá siendo una moneda tan escasa como las pensiones que reciben.