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Autismo y educación en Magallanes: “No todos los colegios tienen programa de integración”

Sábado 15 de Febrero del 2025

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Rosa Miranda Tobar, presidenta de la Agrupación Teabrazo Magallanes, alzó la voz para exponer las serias falencias en la implementación de la Ley de Autismo, promulgada en 2022 con miras a garantizar los derechos de las personas con Trastorno del Espectro Autista (Tea). Aunque el marco normativo representa un hito histórico, la dirigenta exteriorizó su preocupación por la falta de avances concretos, especialmente en áreas claves como la educación y la salud, que afectan directamente a las personas con Tea y sus familias.

A pesar de las expectativas que generó la promulgación de la legislación, Miranda dejó claro que esta aún no se aplica de manera efectiva en la Región de Magallanes. Instituciones fundamentales para el sistema educativo, no han tomado las medidas necesarias para garantizar la inclusión de los estudiantes con Tea en los colegios. Un ejemplo crítico es lo que ocurre en el Liceo Experimental, que no cuenta con un Programa de Integración Escolar (Pie), algo que Miranda calificó como “alarmante”.

“No estamos hablando sólo de psicopedagogos o terapeutas, sino de un enfoque integral que aborde las necesidades de los estudiantes con Tea y otros diagnósticos. Un colegio sin Pie está dejando de lado a niños que necesitan un apoyo especializado para desarrollarse plenamente”, subrayó.

La falta de programas de integración tiene un efecto dominó que se extiende a la educación superior. Miranda recalcó que la inexistencia de estos programas en los primeros niveles genera un vacío que, al no ser abordado, dificulta la inclusión de jóvenes en etapas educativas posteriores. Esto, además, limita sus oportunidades en el ámbito laboral y su desarrollo como adultos independientes.

“Si no aseguramos programas de integración desde la básica, los estudiantes llegarán a la media sin las herramientas necesarias para avanzar, y esa exclusión se traslada también a la educación superior. Estamos perpetuando un ciclo de desigualdad que afecta a toda la trayectoria educativa de las personas con Tea”, explicó.

Falta de capacitación
y profesionales 

Uno de los problemas más serios que la dirigenta identificó es la falta de formación específica del personal que trabaja en los equipos de integración escolar. Aunque muchos colegios cuentan con psicólogos y otros especialistas, algunos carecen de la preparación adecuada para coordinarse con clínicos o abordar los requerimientos de estudiantes con necesidades complejas.

“Los colegios tienen equipos de integración, pero todavía hay psicólogos y terapeutas que no están capacitados para trabajar de manera interdisciplinaria. Necesitamos que la formación sea rigurosa y actualizada, porque los métodos de hace décadas ya no son suficientes para abordar las realidades actuales del Tea”, comentó.

Además, destacó que es necesario incluir en la capacitación a todos los actores escolares, desde profesores hasta asistentes de la educación. “La inclusión no puede ser un esfuerzo parcial. Es un cambio cultural que requiere que todos comprendan y participen, desde el docente hasta el encargado de abrir las puertas del colegio. Sin esa base, no podemos hablar de un sistema inclusivo”, afirmó.

Avances aislados 

A pesar de las graves falencias en la implementación de la normativa, la dirigenta reconoció algunos esfuerzos positivos a nivel local. Resaltó el trabajo de establecimientos como las escuelas Juan Williams, Padre Hurtado y Hernando de Magallanes, que han implementado iniciativas inclusivas, muchas veces con recursos propios y sin apoyo suficiente de las autoridades.

Asimismo, destacó la disposición de la seremi de Salud, que ha mostrado voluntad para avanzar en la atención y apoyo a las familias con miembros con Tea. 

Para la socia fundadora de Teabrazo Magallanes, las experiencias de las familias y las personas con Tea son esenciales en el diseño e implementación de políticas inclusivas. Insistió en que las decisiones no pueden tomarse únicamente desde una perspectiva técnica o académica, sino que deben incorporar las vivencias de quienes enfrentan estos desafíos en su vida cotidiana.

“No todos los profesionales han convivido con una persona con Tea. Es necesario que escuchen a las familias y a los propios niños para comprender sus necesidades reales. Sólo desde esa experiencia se puede construir un sistema verdaderamente inclusivo”, subrayó.

Además, llamó a abandonar prejuicios. “El hecho de que un niño no hable hoy no significa que nunca lo hará. El desarrollo de cada persona con Tea es único, y es fundamental que las familias y la sociedad entiendan que estos procesos son evolutivos”, enfatizó.

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