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“He visto mucha gente perderlo todo, y la desesperación es lo más duro”

Jueves 20 de Febrero del 2025

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  • Retornaron los últimos 19 combatientes del fuego que estaban trabajando en el sector de Collipulli.

Jornadas de trabajo de más de diez horas, condiciones de calor extremo y la frustración de ver cómo las llamas arrasan con casas y transforman bosques en cenizas son algunas de las vicisitudes que enfrentaron los 19 voluntarios magallánicos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), quienes ayer retornaron a su tierra tras diez arduas jornadas combatiendo los incendios forestales que azotan a la Región de La Araucanía.

En la tarde de ayer, en el Aeropuerto Presidente Ibáñez, los brigadistas fueron recibidos por un equipo de profesionales de la Conaf, quienes les agradecieron su entrega y el haber puesto en alto a los combatientes del fuego magallánicos.

La región envió dos equipos de brigadistas. El primer equipo estuvo compuesto por 19 personas, mientras que el segundo, que partió el pasado lunes 10 de febrero, estuvo integrado por 14 combatientes.

“Lo más difícil es trabajar para que el incendio no se reactive”, señala Daniel González, brigadista oriundo de Natales y con seis temporadas en Conaf. Junto a un grupo de magallánicos, trabajaron en las cercanías de la localidad de Pitrufquén apagando un siniestro que dejó más de 40 hectáreas afectadas. Llegaron un día después de iniciado el incendio, el cual lograron apagar en un día, y durante el resto del tiempo trabajaron para evitar que se reactivara.

La faena comenzaba antes del amanecer. Desde las 7 de la mañana, revisaban los equipos y recibían instrucciones para luego combatir el fuego hasta bien entrada la noche. “Dormir en gimnasios, colegios o internados es parte del sacrificio. Pero sabes que estás protegiendo la vida y el hogar de otros, y eso lo vale todo”, comenta Cristián Vergara, jefe de brigada de la Unidad Aerotransportada de Punta Arenas. Su estadía en La Araucanía se extendió por 15 días, enfrentando incendios en San Carlos, Collipulli y Los Sauces. “El incendio de Collipulli fue uno de los más conflictivos. Tuvimos que evacuar a la gente y proteger sus casas”, señala.

“He visto mucha gente perderlo todo, y la desesperación es lo más duro”, recuerda Daniela Velásquez, de 31 años, jefa de brigada experimentada. Daniela, en el resto del año, se desempeña como técnico en enfermería de nivel superior (Tens), trabaja en hospitales y estudia construcción.

Las jornadas de combate de Daniela y su equipo se extendían hasta altas horas de la noche. La reactivación del fuego, que avanzaba bajo tierra, complicaba la tarea. “Se esparce por las raíces y explota en otro punto. Sumado al viento, es un desafío constante”. Con herramientas manuales y motobombas, trabajaron para cortar la continuidad del fuego y enfriar las zonas afectadas.

“Hay negligencia, claramente, de las personas”, señala al ser consultada sobre quienes podrían estar detrás de estos incendios. Esta misma opinión ha sido expresada a nivel nacional por la ministra del Interior, Carolina Tohá; el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela; y la directora nacional de Conaf, Aida Baldini.

Diferencia entre los incendios de Magallanes y el norte

“Los incendios de allá (norte y centro-sur de Chile) son mucho más rápidos y afectan zonas urbanas. Eso te pone bajo mucha presión”, apunta Cristián Vergara, jefe de brigada con una década de experiencia.

En la Región de Magallanes, el clima frío, la alta humedad y los vientos polares ralentizan la propagación del fuego. Sin embargo, en el norte y centro-sur del país, las altas temperaturas, el aire seco y los vientos fuertes aceleran la expansión de las llamas.

Otro factor clave es la vegetación. En Magallanes, el terreno está cubierto principalmente por bosques húmedos, arbustos bajos y turberas, que retienen la humedad y ralentizan el fuego. En cambio, en el norte y centro-sur, el fuego se alimenta de matorrales secos, eucaliptos y pinos, especies que arden con mayor facilidad y generan grandes cantidades de pavesas (brasas volátiles).

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