El frío pragmatismo del Poder
En las últimas columnas he mencionado, en más de una ocasión, que estamos viviendo tiempos de grandes transformaciones, con novedades cada vez más frecuentes y convulsas, desafiando estructuras y órdenes que debido a su estabilidad en el tiempo evaluábamos como perennes.
Pero lo ocurrido el viernes pasado en el Salón Oval de la Casa Blanca, en Washington, colocó una vez más en tela de juicio nuestra capacidad de asombro. Lo que prometía ser un encuentro en que Donald Trump se ungiría como el gran artífice de la paz al mediar en la guerra Ruso-Ucraniana, pasó a convertirse en uno de los bochornos diplomáticos más importantes de la historia universal. Fuimos testigos, gracias a la transmisión de la televisión, de algo inédito, de una verdadera clase de negociación fallida, además de una puesta en escena que resulta especialmente instructiva e interesante para los más jóvenes acerca de cómo el frío pragmatismo del poder se impone por sobre cuestiones valóricas.
Volodímir Zelensky, Presidente de Ucrania desde 2019, hace 10 años estrenaba la serie “El servidor del pueblo”, una sátira en que por avatares de la vida, su personaje pasaba de ser un tipo común y corriente a convertirse en Presidente de la República. Como en los cuentos de hadas, 4 años después es elegido por su país para asumir el cargo más importante de la nación. No fueron pocas las burlas que surgieron cuando en 2022 Rusia invadió a Ucrania, aludiendo que más allá de la inmensa supremacía militar de los rusos, no había punto de comparación entre los liderazgos de Vladimir Putin y el excomediante ucraniano. Pero Zelensky sorprendió al mundo, ya que pudiendo escapar junto a su familia de lo que prometía ser una invasión que se resolvería en poco tiempo, asumió con valentía y determinación una resistencia que lleva tres años de una guerra que, según cifras no oficiales, ha dejado más de un millón y medio de muertes. El ucraniano ha cambiado su traje de gala por una tenida de campaña, permaneciendo firme junto a su pueblo y peregrinando por el mundo para atraer la ayuda necesaria y seguir sobreviviendo.
El Primer Mandatario ucraniano llegó a la Casa Blanca para firmar el tratado en que se negociaba la entrega de la explotación de las “tierras raras” a EE.UU., siendo recibido por el Presidente Trump y el Vicepresidente Vance. Si bien la primera parte transcurrió en normalidad, la instancia final del encuentro resultó lamentable, ya que Zelensky esperaba garantías mayores por parte de los americanos a cambio de ceder sus riquezas. Lo que recibió fueron descalificaciones y acusaciones de ingratitud ante todo lo que ha sido ayudado, centrando en su persona la responsabilidad de no querer terminar la guerra, e incluso colocar al planeta en riesgo de una tercera guerra mundial. Finalmente, fue desalojado del lugar, no siendo invitado al almuerzo que posteriormente tendrían sus “anfitriones”.
Al revisar diferentes análisis de expertos, la mayoría reprueba el actuar de Trump, calificándole de “matonesco”, desconociendo la alianza que occidente ha colocado como freno a los afanes invasivos de Putin. Otros evalúan que Zelensky pecó de “ingenuidad”, al plantarse de igual a igual con el hombre que tiene a cargo el ejército más poderoso del mundo. Mientras algunos aplauden la entereza del ucraniano ante lo que fue una “encerrona”, otros le califican como un “estorbo” para alcanzar la paz en el Este de Europa.
Lo cierto es que Ucrania tiene aprensiones fundadas para solicitar que se le den un mínimo de garantías para pactar el término de la guerra. Recordemos que hace 30 años, cedieron a Rusia las armas y material nuclear que se encontraba en su territorio a cambio que se respetara su soberanía. Los garantes de ese acuerdo fueron Gran Bretaña, EE.UU. y Rusia. Este último anexó Crimea en el 2014, mientras Gran Bretaña y EE.UU. observaban a la distancia. Posteriormente fuimos testigos de lo sucedido el 2022.
Si bien se esperaba que Trump no apoyase a Ucrania, el rechazo que el mundo ha expresado ha sido por la forma, además del aprovechamiento económico de que desea sacar partido, sin ofrecer a una nación que ha sido destruida las garantías mínimas para su seguridad y reconstrucción. Efecto inmediato de esto ha sido su quiebre con Europa, que ha respaldado a Zelensky en forma unánime y decidida, aunque desconocemos los alcances reales en el tiempo de esta ayuda.
Estamos ante posibles quiebres de alianzas que desde la segunda guerra mundial regían el orden planetario y quizás observemos acuerdos que jamás imaginamos. Los valores superiores, tantas veces pregonados entre naciones, parecen haber cedido su lugar al pragmatismo de la economía, lealtades que nos parecían naturales se colocan en entredicho para priorizar conveniencias personales, cuyas consecuencias sólo experimentaremos cuando estos complejos procesos vayan decantando. Mientras tanto, debemos ir acostumbrándonos que el nuevo orden se cimenta en el Poder, más que en la legitimidad de los principios universales.