Despedida a “la mamita” de la calle: un adiós lleno de afecto para Mariela Aguilante

• Formó la Agrupación “Los Amigos de la Calle” que recaudó fondos para las Jornadas por la Rehabilitación.

Este jueves se realizaron los funerales de Mariela Aguilante Catalán, una mujer que por años vivió en situación de calle y que dejó una profunda huella en quienes compartieron con ella. Su despedida estuvo marcada por la emoción y el reconocimiento de aquellos que la conocieron, tanto en la calle, como en el Centro de Referencia en el Hogar de Cristo, donde transcurrió gran parte de su vida.

Desde la Corporación de Rehabilitación del Club de Leones Cruz del Sur lamentaron su muerte, destacando su cercanía y participación en diversas actividades. “Es una pena muy grande, compartimos en muchas actividades”, expresó uno de los leones, reflejando el cariño y la conexión que Mariela había construido con distintas personas e instituciones que la acompañaron en su camino.

Los restos de Mariela fueron velados en la sede vecinal de la población Diego Portales. La ceremonia fúnebre comenzó cerca de las 11 de la mañana y, antes de su llegada al Cementerio Municipal, el vehículo fúnebre hizo un breve alto en la esquina de Errázuriz con Armando Sanhueza, donde sus compañeros de calle le brindaron el último adiós. “Despedimos a la mamita” o “la jefa”, como cariñosamente la llamaban, en una muestra de afecto que trascendió las dificultades de su día a día. Con latas de cerveza en mano, compartieron con ella un último trago, tal como lo hicieron durante años, en un gesto que simbolizaba su hermandad y la vida que llevaron juntos, una donde esta adicción es habitual. En esa despedida sencilla, pero cargada de significado, se reflejaba la esencia de Mariela: una mujer que, a pesar de su realidad, supo entregar amistad, apoyo y compañía a quienes más lo necesitaban.

Pasado el mediodía, Mariela fue despedida en el camposanto de Avenida Bulnes entre lágrimas y aplausos. Su historia es la de tantas personas invisibilizadas, pero que dejan huellas imborrables en quienes las rodean. No sólo vivió en la calle, sino que hizo de ella un espacio de comunidad, donde el afecto y la solidaridad se convirtieron en su bandera. Desde su pobreza, impulsó a “los amigos de la calle”, ofreciendo ayuda a otros aún cuando ella misma no tenía nada.

Su legado quedó en la memoria de quienes la conocieron: una mujer con una historia de lucha, de resiliencia y de entrega. Y ayer, en su último viaje, fueron esos mismos amigos, que están en calle, con todo lo que eso implica, todos quienes alguna vez compartieron con ella en la adversidad, los que la despidieron con el cariño que ella les entregó en vida. Porque al final, más allá de lo que se tiene o no, lo que realmente perdura es la generosidad y el amor compartido.