Un parque, un servicio ecosistémico
Hace poco visité el Parque Nacional Torres del Paine, bueno, siempre lo he hecho cada vez que se puede, pero esta vez fui buscando referencias en mi memoria de cuando tuve mi primer trabajo remunerado y siendo un “mechón” universitario, me atrevía a sondear y encaramarme en un desafío para ganar algunos pesos, y permitirme la continuidad de mis estudios, no sería mucho, pero ayudaría en mis gastos personales.
Me inscribí como guardaparque de lo que hoy denominamos la “Octava Maravilla del Mundo”. En esta ocasión fui directamente al “Puente Negro” para cruzar el río Paine pero estaba cerrado, unos cuantos metros antes del cruce en el año 1980, yo viví en una caravana (casa con ruedas) allí crie el amor por la naturaleza, pasé muchos momentos reflexivos, cubierto de grandes extensiones nubosas y de magníficos colores que se arrastraban por las paredes de granito de las Torres del Paine. Escuchaba por las noches como por debajo de la caravana se paseaban zorros y chingues buscando algo que quizas torpemente, al guardaparque “novato” se le haya escapado de la boca al comer, al mismo tiempo con sentimientos altamente exigidos y obligando quizás a mi vida juvenil a permanecer 25 días aislado, casi sin contacto más que los viajeros de entonces que no eran muchos, si comparamos con la masiva concurrencia que existe hoy en dia.
Para mí, eran días muy exigentes porque era la portería de Laguna Amarga, pero allá abajo, donde pasa el río…allí desde la misma roca gigante cubierta de una leve capa vegetal, dejada allí quizás por el paso de algunos de los glaciares que ahora se encuentran bien retirados hacia el NNW (nornoroeste), allí tenía que estar atento al paso de los visitantes, por lo tanto era punto fijo y no me podía mover mucho, porque había que subir la barrera, a pulso y sostenerla porque no tenía contrapeso, el actual “pasesparques” era confeccionado por mi puño y letra, y éramos muy exigentes en monitorear la entrada y la salida de los turistas, de acuerdo a las fechas estipuladas, cada día, al término de la jornada (cosa que nunca terminaba) por radio verificabamos entre los “Lengas” si efectivamente nuestros inscritos habían cumplido sus itinerarios. Con el tiempo me fui dando cuenta cuan beneficioso es un espacio natural y sobre todo nuestra “Maravilla” que para mi siempre será la “primera del mundo”.
Los parques nacionales son áreas que han sido señalados para instruir la conservación tanto de sus bellezas e innumerables recovecos de montañas y valles, si no, también para toda su fauna y vegetación que la conforman, estos espacios naturales y silvestres son altamente esenciales para enfrentar nuestra gran amenaza moderna como es la crisis climática, con miradas de preservación de los más frágiles, como prioridad en su fantástica biodiversidad, al mismo tiempo entendiendo mejor que estos parajes y por sobre todo este Parque Nacional, tiene los ambientes que en pocos kilometros encontramos de los más diversos sistemas que conjugan a una Patagonia completa. Así tambien con el ya bastante utilizado concepto de sostenibilidad y sustentabilidad que para muchos es motivo de confusión, un gran valor que poseen estos sitemas silvestres protegidos, es que actúan tambien con gran empuje el permitir que sus comunidades colindantes se beneficien y gatillen en más de algunos, el incursionar y desarrollar sus propios señuelos culturales de una vida de campo, con matices de actuaciones ganaderas, rurales, en la que confluyen diversas manifestaciones culturales y muy propias del territorio.
Hoy día un Parque Nacional o una Reserva o Monumento Natural, conlleva una serie de beneficios para quienes habitan el territorio, hoy por hoy se está rigiendo por diversas leyes que en cierta medida nos olbiga a concientizar a nuestra población de la importancia de un lago, de un río, de un conglomerado de montañas y glaciares que parecieran innertes pero en el fondo son los mecanismos naturales que sustentan la vida de muchos seres y de ellos debemos ser concientes. Por lo mismo, debemos cuidar de nuestros espacios naturales, de manera transversal en la recreación, en el trabajo, en el estudio y en la ciencia que les convoque.