Los ingleses de América…
Cada cierto tiempo los ingleses se mandan algunos gazapos para recordarnos que el país más imperialista de todos los tiempos ha sido Gran Bretaña.
El propio George Bernard Shaw, más británico que el smog, amigo de Inglaterra pero más amigo de la verdad, decía en su libro “La otra isla de John Bull (escrito en 1904) que “los ingleses han explotado a todo el mundo, en nombre de ciertos principios que los benefician sólo a ellos”.
Hace unos años -en medio de las protestas estudiantiles- nos visitó el rockero Roger Waters, quien se declaró en estado de shock por la situación injusta de los jóvenes en nuestro país. Dijo Waters que en Chile la situación era inmisericordemente desigual y que la policía no debía reprimir a los manifestantes. ¿Por qué un rockero nos viene a dictar pautas acerca del cómo dirigir la educación? Porque el hombre es inglés, y ya sabemos que los ingleses están convencidos de que el mundo no camina mejor por falta de…más ingleses. Están convencidos de que el eje del mundo pasa por el ombligo de ellos y opinan de todo, con desparpajo digno de mejor causa. Rogers encontró pésima la educación en Chile y no dio pábulo a tanta injusticia. Extraño, proviniendo de un súbdito del reino que inventó el eleven plus, una prueba obligatoria que debían dar los niños ingleses a la edad de once años y de cuyo resultado dependía su trayectoria futura: si debían asistir a las escuelas técnicas o a la universidad. El caso es que el eleven plus resultó tan efectivo como vacunar a los muertos del cementerio y no hizo más que reproducir la desigualdad.
Por eso creo que aunque la frase, dicha hace varios años, sigue más vigente que nunca: “No se conoce espectáculo más ridículo que el del público inglés dando clases de moralidad” (Thomas Macaulay, 1800-1859, periodista, historiador y ensayista inglés).
Aún recuerdo la visita de Elton John al Festival de Viña del Mar, hace una década, cuando la TV criolla nos quiso hacer creer que venía por su entrañable cariño a nuestro país, y no por los 850 mil dólares que le pagaron.
El divo decadente no quiso circunscribirse a la forma de ser del Festival. Estimó que el evento debía amoldarse a sus caprichos y cantó todas sus canciones de un zuácate. Cuando le entregaron un saco de gaviotas y antorchas no dijo ni una palabra en castellano. ¿Qué le costaba aprenderse un par de frases para la galucha y echarse el público al bolsillo? El embajador de Inglaterra en Chile, el inefable Jon Benjamin se saltó la consabida flema y no le gustó que los animadores no hablasen en inglés con el divo venido a la baja. Señaló que Elton John había tenido una actuación de primera, pero que los animadores “ni siquiera son de séptima”.
Aplicando esa lógica al revés, es útil recordar un refrán bíblico que dice, “donde fueres haz lo que vieres”. ¿Por qué Mr. John no aprendió un par de frases bien hilvanadas en castellano? Siempre es la visita la que debe hacer esfuerzos para agradar.
¿Acaso, los 850 mil dólares no ameritaban este “sacrificio”?