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Sin transporte no hay colegio: la realidad de Alejandro y muchos niños con discapacidad

Viernes 21 de Marzo del 2025

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Cada pequeño avance en la vida de Alejandro Delgado Cuyul es fruto del esfuerzo, la dedicación familiar y la importancia de contar con un entorno que le brinde oportunidades para crecer. A sus 16 años, Alejandro, quien tiene parálisis cerebral y una discapacidad del 85%, ha demostrado que, con estímulos adecuados y apoyo constante, es posible superar barreras impensadas. Sin embargo, su progreso y acceso a la educación dependen de un factor clave: el transporte escolar que le permite trasladarse a su escuela y que traslada a tres de sus compañeros.

“Si no hay transporte, Alejandro no puede ir al colegio. Y no es sólo la escuela, sino todo lo que eso implica: interacción con otros, terapias, estimulación. Intentamos llevarlo en taxi, pero el costo semanal es muy impagable, por lo que este servicio es fundamental”, resalta su padre, Juan Delgado Godoy.

Desde su nacimiento, Alejandro ha tenido que enfrentar grandes desafíos. Fue diagnosticado con tetraparesia espástica, una condición que afecta la movilidad de su cuerpo, generando rigidez extrema en sus músculos. “Cuando nació, su movilidad era prácticamente nula. Si lo dejabas en un lugar, él simplemente permanecía ahí, sin poder moverse”, recuerda Juan.

Sin embargo, desde pequeño ha recibido terapias intensivas en el Centro de Rehabilitación del Club de Leones Cruz del Sur de Natales y controles constantes en Punta Arenas. Gracias a este trabajo, y a los esfuerzos de su familia por estimularlo diariamente, su evolución ha sido notable. A los 10 años logró decir sus primeras palabras y hoy, aunque con dificultades, puede comunicarse con un vocabulario de alrededor de 200 palabras.

“Cada pequeño logro ha sido un triunfo. Antes no tenía ningún control sobre su movilidad, y hoy es capaz de impulsarse solo en su silla de ruedas, algo que jamás hubiéramos imaginado”, sostiene su padre.

Hasta 2023, Alejandro asistía al Centro de Rehabilitación, pero el año pasado comenzó una nueva etapa en la Escuela Especial Nicolás Mladinic en Natales. “Desde que ingresó a la escuela, ha sido otro cambio positivo. Tienen un sistema muy inclusivo, con salidas pedagógicas, presentaciones y actividades que lo han motivado mucho”, afirma Juan.

El transporte escolar ha sido crucial para esta etapa. “Si Alejandro no puede ir a la escuela, se queda en casa y eso le afecta mucho. Su mundo se reduce y su movilidad también. Además, implica que alguien de la familia deba quedarse con él, porque es completamente dependiente”.

Con los años, Alejandro ha aprendido a enfrentar nuevos desafíos. Su primera silla de ruedas fue neurológica, con ruedas pequeñas que requerían ayuda para desplazarse. Posteriormente, tuvo que cambiar a una silla convencional, con ruedas grandes, lo que lo obligó a desarrollar nuevas habilidades. “Al principio pensábamos que no podría moverse sólo, pero poco a poco aprendió a impulsarse. Ahora lo hace sin problemas”, complementa su padre con orgullo.

Conseguir una silla adecuada no ha sido fácil. “Las sillas tienen una vida útil de tres años, por lo que hemos tenido que postular a diferentes ayudas, como Senadis y Rotary Club. Nos ofrecieron una silla eléctrica, pero los especialistas recomendaron evitarla para que Alejandro no perdiera movilidad y siguiera ejercitando su cuerpo”, concluye su papá.

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