Encuentro del Bid en Magallanes: ¿oportunidad real o una vitrina vacía?
La reciente realización en Punta Arenas del encuentro de autoridades regionales y locales de América Latina y el Caribe, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid) en coordinación con el gobierno regional de Magallanes, ha dejado una sensación ambigua. Por un lado, la instancia fue calificada como exitosa por el Bid y las autoridades presentes, destacando la oportunidad de posicionar a la región como un polo estratégico para la discusión sobre el desarrollo territorial resiliente, la innovación y, sobre todo, el hidrógeno verde. Por otro, no fueron pocos los asistentes -incluidos consejeros regionales- que apuntaron a la falta de profundidad del encuentro y a una desconexión preocupante con las verdaderas urgencias del territorio.
El Bid subrayó que este tipo de encuentros busca fortalecer capacidades locales, fomentar alianzas público-privadas y capitalizar oportunidades en materias como ciencia, tecnología, formación laboral y transición energética. Desde el discurso, el planteamiento es inobjetable. Pero cuando se revisa el alcance real del evento, surgen las preguntas.
La convocatoria, que originalmente pretendía reunir a más de 100 autoridades, terminó con la participación de menos de 30, la mayoría chilenos. La baja asistencia internacional y la ausencia de figuras inspiradoras encendieron las críticas. El consejero regional Max Salas fue uno de los pocos que se atrevió a decirlo abiertamente: “El aporte de los expositores fue muy pobre”. Palabras duras, pero que resumen el sentir de quienes esperaban algo más que buenos modales y generalidades.
Si bien algunos defienden que los resultados de este tipo de eventos no siempre se ven en los paneles, sino en los pasillos, las conversaciones informales o en futuras alianzas, lo cierto es que en una región que necesita acciones más que declaraciones, la comunidad espera señales concretas.
El Bid insistió en el potencial que tiene Chile -y particularmente Magallanes- para liderar la transformación energética en la región, con el hidrógeno verde como gran promesa.
En el camino, también hay que preguntarse por la estrategia de posicionamiento que el gobierno regional ha trazado para este tipo de eventos.
La subsecretaria de Hacienda, Heidi Berner, llamó a desarrollar políticas de Estado que trasciendan a los gobiernos de turno, y no le falta razón. Pero esas políticas deben construirse con participación real, con visión de largo plazo y, sobre todo, con arraigo en el territorio. De lo contrario, seguiremos repitiendo fórmulas que suenan bien, pero que no modifican la realidad cotidiana de las regiones.
El Bid habló de resiliencia, de crecimiento inclusivo y de transformación. Magallanes, sin duda, necesita todo eso. Pero necesita, además, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Porque más allá de las cifras, las sesiones temáticas y las palabras cuidadosamente medidas, el desarrollo no se decreta en discursos: se construye en acciones concretas.
La ventana de oportunidad está ahí. Pero las ventanas también se cierran.