Necrológicas

El valor de las mujeres en la tercera edad

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 26 de Marzo del 2025

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La vejez tiene rostro de mujer, no solamente por que las mujeres representan más del 55% de la población mayor, sino también tienen mayor esperanza de vida. Por ejemplo, en los mayores de 80 años el 63% son mujeres, es decir casi dos de cada tres mayores son de sexo femenino.

Lamentablemente muchas de ellas estarán solas en esta importante etapa de sus vidas. Dependerán de hijos y nietos para continuar insertas en sus familias. En una época en que hay una conformación distinta de la familia, relaciones menos duraderas que las que ellas vivieron; familias con menos hijos, etc. Verán disminuir la red social que puede contenerlas y ayudarlas en esta etapa de la vida. Lo que implica que dependerán más de lo que hayan realizado en su vida, como previsión para esta etapa.

Es una realidad que un gran porcentaje de ellas no trabajaron remuneradamente en la vida, si no que ejercieron el rol de cuidado durante sus años más activos. Y ese es un punto relevante en su vejez, ya que dependerán de los ahorros previsionales de sus esposos o las ayudas sociales del Estado en esta etapa. Ambas situaciones son complejas y difíciles, ya que a mayor edad los requerimientos de financiamiento o costos para satisfacer sus necesidades van aumentando. Por lo que se vuelve una situación complicada para las mujeres que estarán solas y sin pareja en esta etapa de la vida. De allí la importancia y necesidad de políticas focalizadas y centradas en prestar servicios que complementen y que apoyen a las más mayores en sus necesidades. 

El peso demográfico de la mujer en esta etapa de la vida se conoce como feminización del envejecimiento. Son más y sus necesidades son importantes de conocer, abordar y responder.

En nuestra sociedad las mujeres representan una mano de obra activa y participativa en todos los procesos de cuidados. Partiendo por los hijos y siguiendo con los nietos. En las estadísticas nacionales 2/3 de quienes cuidan nietos son mujeres, muchas veces son las abuelas las que asumen -en las familias con menos recursos- estas tareas y obligaciones. Esto las obliga a estar activas y disponibles para asumir estas tareas. Pero no sólo el cuidado de sus descendientes las ocupa; muchas veces es el cuidado de su pareja y sus deterioros los que las mantiene en este rol.

Estudios nacionales nos revelan que en el cuidado de personas mayores con dependencia leve el 75,8 % de esas tareas las asumen las mujeres; en aquellos con dependencia moderada el 87,9% son mujeres las que les cuidan y en la dependencia severa el 96,3 de tal tarea las cumple alguna mujer. Por lo que mientras más complejo es el cuidado por la dependencia de la persona, mayor será la participación de la mujer en proveer esta tarea, ya sea como esposa o hija.

Esta mayor carga en tareas tan informales y poco remuneradas en la mujer guarda directa relación con su participación en la fuerza laboral. A mayor edad el porcentaje de empleo formal disminuye importantemente en la mujer. Entre los 50 y 59 años representa el 69 %, disminuye al 54 % entre los 60 y 64 años y cae a un 36% en mayores de 70. Esto nos revela que las oportunidades de trabajo formal de la mujer caen en forma importante con los años y la posibilidad de mantenerse con un empleo formal, con recursos y previsión disminuyen a mayor edad. No hay una oferta laboral posible para la mayoría de las mujeres. Por lo tanto, su peso en las labores informales de cuidado y atención de otros se vuelven centrales en esta etapa de la vida. 

Mala combinación en una etapa en que requieren de mayores posibilidades y oportunidades para tener una mejor vejez. Ya que muchas de las labores de cuidado requieren que esas mujeres mayores realicen esfuerzos y tareas importantes en desmedro de las capacidades que conservan. Obviamente que eso les ayuda a mantenerse activas e insertas en sus comunidades, pero el costo para las etapas más complejas la hacen hipotecar su futuro y su descanso.

¿Qué aspectos hay que tener en cuenta para el desarrollo de políticas sociales que las favorezcan? Ayudarlas a tener un mejor financiamiento de su vejez y sus necesidades. Entregarles ayudas sociales que disminuyan los crecientes costos en su vida; como fármacos, alimentación y medidas de cuidado que requieran. Mantenerlas activas e insertas en la sociedad con trabajos y tareas acordes a sus capacidades y que no impliquen un desgaste o deterioro de su funcionalidad y que sean remuneradas adecuadamente. Pero también se deben profesionalizar los cuidados para que lo que reciban sea acorde a sus necesidades y no lo que puede brindárseles.

Hay un mundo de complejidades que tiene que ver con el cuidado de los mayores, mayoritariamente mujeres con necesidades y roles específicos que deben abordarse. Una parte de la tarea es mantenerlas activas en grupos de pares en sociedad, pero hoy se necesita una política más potente que se haga cargo de las condicionantes locales del envejecimiento, no labores cosméticas como las que se realizan desde años, sin focalizarla en las urgencias que tienen los mayores ni en las urgencias que las mujeres mayores están teniendo hoy en nuestra sociedad. Hay mucho por hacer ya.

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