El Dios de Israel
Había sido anunciado y era previsible desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Pero, probablemente por un exceso de ingenuidad, nadie estaba preparado para los nuevos ataques de Israel en Gaza.
En los últimos días, la reanudación los bombardeos en el enclave palestino ha provocado más de 400 muertos en menos de 48 horas. El Ministerio de Sanidad gazatí informó que, de los fallecidos, al menos 174 son niños y 89 mujeres. La cifra no pudo confirmarse, dijeron las agencias informativas, debido a que Israel ha impedido el paso a los periodistas internacionales.
Lo que complica cualquier análisis en Medio Oriente es la posibilidad de ser descalificado como antisemita. Así se fundamentó casi sistemáticamente el rechazo a las críticas a la ofensiva de Israel tras el horroroso ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023.
No se puede eludir un hecho básico: el “Dios de Israel”, el del Antiguo Testamento, es implacable. Aunque los exégetas modernos tienden a suavizar el significado, es un hecho que en la Biblia, antes de Jesús, se aluda con insistencia a la “ira” de Dios.
No corresponde aquí entrar en ese debate, pero la reacción del gobierno que encabeza Benjamín Netanyahu apunta permanentemente a la destrucción del enemigo, en este caso Hamás, pero no solo Hamás.
Es el final de la aspiración de la comunidad internacional al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se dividió Palestina en dos naciones. Una se constituyó de Inmediato: Israel. Palestina, en cambio, la nación árabe, no ha logrado consolidarse, pese a que tiene un gobierno ajeno al terrorismo de Hamás.
Como dijo recién el propio Netanyahu: “Hamás ya ha sentido nuestra fuerza y me gustaría aclararles que esto es solo el comienzo. Seguiremos luchando para lograr todos los objetivos de la guerra”. Lo manifestó en una breve declaración desde la Kirya, la sede del Ejército y del Ministerio de Defensa en Tel Aviv.
En gran parte, la renovada ofensiva en Gaza es el obvio resultado de la toma de posiciones de Donald Trump.
Aunque ha tenido resultados no muy claros en el otro gtasn conflicto, el derivado de la invasión rusa a Ucrania, el gobernante estadounidense cree que, por lo menos, los habitantes de Gaza deben salir de ahí. Uno de sus sueños, propio de un magnate inmobiliario, es convertir ese territorio en un sitio turístico que compita con la Costa Azul.
Pero no es solo el apoyo de Trump lo que explica los movimientos de Netanyahu. También está amenazado por lo que se ha llamado -sin mucha originalidad- el “Katargate”. Es un capítulo más de la intervención clandestina del dinero del gobierno katarí en temas internacionales.
En los últimos años dirigentes del fútbol mundial han sido procesados por recibir pagos por determinadas actuaciones políticas afines a Katar. Ahora, sin embargo, el foco se trasladó a Israel. Se han producido duras y sorpresivas intervenciones judiciales en el mundo político israelí. La última involucró según la prensa a “dos figuras importantes (que) fueron detenidas para ser interrogadas”. Las sospechas contra ellos, en esta etapa, son el contacto con un agente extranjero y el lavado de dinero.
Buena parte de los ciudadanos de Israel no está de acuerdo con Netanyahu. No todos comparten su violenta respuesta y la mayoría espera que regresen todos los rehenes, vivos o muertos, que capturó Hamas en su primer ataque.