Necrológicas
Masivo funeral de Tommy Rey en Santiago

Chile despidió al hombre “que supo captar el alma de Chile a través de la música”

Sábado 29 de Marzo del 2025

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  • Una multitud de personas se congregó ayer en la capital para despedir a Patricio Zúñiga, el cantante que musicalizó durante décadas cada celebración popular y que será recordado por unificar generaciones bajo el ritmo de la cumbia chilena.

 

Tomás Ferrada Poblete
Corresponsal en Santiago

 

Una caravana de más de diez vehículos, tres carrozas fúnebres y centenares de personas caminando, cantando y aplaudiendo. Así comenzó ayer en la capital el último adiós a Tommy Rey, el hombre que escribió su nombre en la historia no sólo musical, sino que emocional de todo Chile.

Una despedida
popular

La cita fue abierta al público. Desde temprano, familiares, músicos, periodistas y ciudadanos comunes se congregaron en el Auditorio Valentín Trujillo de la SCD, en Santiago, para acompañar el inicio del trayecto. “¡Grande Tommy, viva la cumbia chilena!”, gritaba un asistente. El “¡Viva!” se multiplicó entre los asistentes, al igual que los pétalos lanzados al aire cuando el féretro comenzó su viaje.

Entre el auditorio y la iglesia, recorrió las calles de Santiago, pasando por la icónica Pérgola de las Flores, lugar donde sólo los grandes son despedidos. 

A las 10,20 de la mañana, el ataúd ingresó a la Catedral Metropolitana. La ceremonia fue iniciada por el arzobispo de Santiago, cardenal Fernando Chomalí, quien lo definió como “un hombre chileno que supo captar el alma de Chile a través de la música”.

Afuera, mientras tanto, la Plaza de Armas se transformaba en una pista de baile improvisada: sonaban los grandes éxitos de la Sonora, desde “Pobre caminante” hasta “Un año más”, mientras cientos de personas bailaban, lloraban y se abrazaban.

A las 12,10, el templo no daba abasto. Más de 200 personas se quedaron cantando en círculo frente al templo cuando la caravana siguió rumbo al Cementerio Manantial de Maipú, donde sus restos descansarán eternamente.

Del barrio a la
leyenda musical

Tommy Rey, cuyo verdadero nombre era Patricio Zúñiga, nació en 1944 en San Miguel, al sur de la capital. Comenzó su camino musical siendo muy joven, actuando primero en eventos locales. A comienzos de los años 60, se integró a la orquesta Los Peniques, donde dio sus primeros pasos profesionales. Fue su director, Silvio Ceballos, quien lo rebautizó como “Tommy Rey” —según contó el propio músico en una entrevista de 2011— porque su nombre real “no pegaba” con el ritmo festivo de la cumbia.

Más tarde se incorporó como vocalista a La Sonora Palacios, agrupación con la que estuvo cerca de dos décadas.

En 1982 fundó la Sonora de Tommy Rey, banda que aguantó generaciones, estilos musicales y formatos nuevos, haciendo bailar con su cumbia chilena a millones de compatriotas.

Fue un artista del pueblo y para el pueblo. “Tommy no era un gallo peleador, muy tranquilo”, recordó la cantante Gloria Simonetti durante la jornada. “Peleaba por los derechos de los artistas”, agregó. 

Afuera de la catedral, Claudio Ríos, de Puente Alto, lo resumía así: “Unió a un país que está desunido y nos alegró muchas veces los hogares. Siempre estaba él en algún rincón de Chile”.

Rosa Gatica, quien lo conoció y que viajó desde Osorno, recordaba: “Yo usaba taco alto, y él me pedía, ‘por favor ‘Taquito’, baila conmigo’. La última vez fue en la celebración de las  Fiestas Patrias del año pasado. Me cansaba con los tacos de 18 centímetros, me los sacaba y los dejaba arriba de la mesa”.

Luis Antonio, músico tropical, lamentaba tanto la muerte del cantante, como el fin de la Sonora: “La banda se disuelve. No debería”, opinaba él. El hombre de 60 años estuvo presente durante el velorio en el Teatro Caupolicán desde “las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche” del día anterior.

Para Valentina Carrasco, de 27 años, esta muerte tiene un peso generacional: “Su música se asocia siempre a momentos lindos con familia. Yo creo que este Año Nuevo va a ser muy triste. Es como el fin de una era”.

Memoria compartida

Tommy Rey fue más que un cantante, fue un rito compartido y una insignia constante, que aparecía de tanto en tanto en cada fiesta del país.

“Estos son los hitos para la historia”, decía la profesora Isidora Páez (27) sobre su muerte. Ella se topó con el funeral camino a hacer clases a la universidad y no le importó llegar más tarde. “Nos hizo sentir emociones en común. Es como que fuera inmortal”.

Las palabras de DJ Black, de Radioactiva, reflejan lo que Tommy Rey representaba para millones de chilenos: “Para mí, él significa los momentos más lindos de mi vida. De chiquitito. Recuerdos de familia, de Año Nuevo, cumpleaños”, mencionó.

A las 12,23 partió la caravana final. Desde la Plaza de Armas, la gente seguía gritando: “¡Tommy, amigo, el pueblo está contigo!”. El féretro salía entre trompetas y vítores. En cada rostro una sonrisa llorosa reflejaba esa mezcla de emociones que sentían sus seguidores.

Chile despidió así a uno de sus grandes. No hubo solemnidad ni duelo silencioso. Fue una fiesta, como tantas otras que él animó con su música y esa voz inconfundible que por décadas, sonó en vivo, en la radio y en la televisión. Una despedida a la altura de quien alegró e hizo bailar a todo un país.

 

 

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