Investigadores de Inia Kampenaike estudian potenciales usos de la planta Salicornia magellanica para uso alimentario
Un equipo de investigación de Inia Kampenaike, liderado por Pamela Bahamóndez, ha centrado sus estudios en Salicornia magellanica, una planta halófita que crece en ambientes salinos de la Patagonia chilena y argentina, como marismas y lagunas salobres. Este primer proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, permitió por un lado adquirir equipos como un liofilizador nivel de laboratorio y realizar investigación aprovechando sus características únicas para aplicaciones alimentarias.
La Salicornia magellanica presenta un 14% de proteína, valor comparable al de la acelga, según los análisis proximales realizados. Además, actúa como especie pionera en suelos salinos, facilitando la reducción de salinidad y permitiendo el crecimiento de otras plantas en su entorno. Los estudios incluyeron evaluaciones de composición bioquímica, capacidad antioxidante y toxicidad, destacando un contenido de 12.679,6 µmol ET/100 g en la prueba ORAC, superior al reportado en especies como Salicornia europaea y Salicornia bigelovii. Estos resultados están disponibles en el informativo de libre acceso en la biblioteca del Inia (http://hdl.handle.net/20.500.14001/69415).
Los investigadores trabajaron con la parte aérea verde de la planta en tres estados: fresco, deshidratado a 50°C y liofilizado. En el caso del proceso de deshidratación, se desarrollaron snacks y Salicornia molida, quedando como una especia. Por otro lado, con la Salicornia fresca se trabajó en el proceso de encurtido, mientras que el liofilizado permitió preservar sus propiedades organolépticas. El análisis de sodio reveló un 10% en su composición, viable para producir sales saborizantes tras la molienda. Adicionalmente, se adquirieron equipos especializados, como medidores de actividad de agua y un refractómetro portátil, para cumplir con normativas sanitarias en el desarrollo de productos como mermeladas y jugos.
“Realizamos análisis proximales para evaluar características nutricionales y, por otro lado, examinamos su composición bioquímica en relación con la capacidad antioxidante. Finalmente, incorporamos un análisis de toxicidad. Con base en estos componentes, desarrollamos distintos procesos: deshidratación, encurtido y liofilización, desarrollando prototipos de productos”, explica la investigadora Pamela Bahamóndez.
El estudio incluyó diálogos con ganaderos interesados en el consumo de la planta por ovinos y su posible impacto en la calidad de la carne. Además, este proyecto permitió intercambiar y transferir conocimiento a la población. En base a esto mismo, se abren nuevas líneas de investigación. En este contexto, el investigador Angel Suárez presentó un programa orientado al estudio agronómico de la planta.