Necrológicas

“Puedo garantizar que, como Presidente de la República, tengo las manos limpias y la conciencia tranquila”

Domingo 30 de Marzo del 2025

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Es un Presidente que matiza sus discursos públicos citando constantemente libros que ha leído. De hecho, sobre su escritorio en La Moneda, Gabriel Boric tiene por estos días la obra Poder y Progreso y comenta que debe mantenerse actualizado sobre diversos temas que hacen a la democracia y al desarrollo de los pueblos.

Desde que se cruzó la banda presidencial, su look oscila entre el de Salvador Allende —traje y lentes con marcos gruesos— y el de Pablo Neruda —por eso de la boina y la gabardina de paño—.

Mientras Punta Arenas era sede del primer Foro Internacional de Inversionistas, organizado por el BID y el gobierno regional, y la región tenía a 12 mil estudiantes sin poder asistir a clases por un prolongado paro de profesores, el Mandatario concedió esta entrevista para hacer un balance de los tres años de su gobierno y responder a las demandas con que lo esperaban los magallánicos.

Más allá de resaltar un conjunto de reformas llevadas adelante durante su gestión, señaló que lo más dificultoso de este período ha sido la “suerte de pesimismo estructural respecto de las posibilidades que tiene Chile, que muchas veces dificulta ponerse de acuerdo”. Puso como ejemplo las constantes críticas que ha recibido sobre el crecimiento económico.

En este recuento, abordó el fuego amigo —más lacerante que el de la trinchera opuesta—, y casos como Convenios y Monsalve, la fallida compra de la residencia de Allende y otras investigaciones en que muchos de sus aliados han terminado seriamente comprometidos con la justicia. Tampoco eludió hablar de las filtraciones de las conversaciones entre la expresidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, y la otrora alcaldesa de Santiago, donde la primera opinó que “el P es una persona de m…”.

De la placidez de la
lectura al caos magallánico

La entrevista se fijó inicialmente en las dependencias de La Prensa Austral y El Magallanes, pero la avanzada presidencial irrumpió en las oficinas para advertir, primero, que ésta se adelantaría y que apenas tendríamos 30 minutos para hablar con el Mandatario; luego, que sería en otro lugar. Nos pidieron que, raudamente, cruzáramos la calle hacia las oficinas de la Delegación, en plena Plaza de Armas. Cuando se nos permitió acceder al salón de reuniones del segundo piso del añoso edificio, vimos al fondo, encabezando la mesa, al Jefe de Estado. Aparentemente, estaba firmando algún documento. A su lado, el delegado José Ruiz Pivcevic. Ambos con cara de pocos amigos. La cordialidad de años anteriores se había escurrido por las rendijas de la habitación.

Mientras avanzamos por el salón, cabía preguntarse si aquel parco y poco amistoso recibimiento se debía al disgusto del Presidente ante la ineptitud de las autoridades y jefaturas regionales. Mal que mal, abajo estaban los profesores protestando, y venía de haber recibido una carta pidiendo su intervención por el pésimo funcionamiento del transporte público, sin micros y con máquinas a las que se les caen las ruedas y las puertas. También había oído las quejas contra la seremi de las Culturas y sobre las manifestaciones vecinales por la falta de alcantarillado, entre otras.

¿O sería acaso por ser periodista? Sabida es la poco feliz relación de Boric y su entorno con la prensa.
Ya fuera lo uno, lo otro o ambos, se respiraba cierta tensión en la sala.
Para iniciar la conversación, entonces, le comentamos:

—Usted se ha destacado por ser un lector ávido. La semana pasada estuvo en el lanzamiento del libro Tu voz existe. Vida de Pedro Lemebel, cuyo coautor es Marcelo Simonetti, amigo y compañero mío de universidad.
—“¿En serio? Sí, Simonetti con Jovana Skármeta”.

—¿Cuál es el último libro que ha estado leyendo?
—(Boric piensa) “Leí hace poquito una biografía de Neruda, de Volodia Teitelboim, que es muy buena porque eran muy cercanos. Estoy leyendo ahora Poder y Progreso, de Daron Acemoglu (y Simon Johnson), que aborda cómo las innovaciones tecnológicas generan una redistribución del poder en las sociedades, y cómo, a partir de las nuevas tecnologías, se puede avanzar hacia una mayor democratización y una mejor distribución de los recursos, o en una acumulación de los mismos. Son decisiones políticas, no automáticas. En el momento que estamos viviendo en el mundo, la discusión sobre las nuevas tecnologías y su control es crucial. Así que es importante estar actualizado en esos temas”.

—En efecto, los economistas sostienen que el desarrollo técnico es indispensable para el avance de la democracia. Respecto a eso, usted ha dicho que no le tiene miedo a las nuevas tecnologías.

—“Así es. No les tengo miedo porque las veo como una oportunidad. Creo que, además, en Chile hemos desarrollado no solo un marco de regulación, sino un ecosistema que permite que las nuevas tecnologías se desarrollen. Chile se está posicionando como un hub tecnológico, con centros de data center, el proyecto del cable transoceánico Humboldt y una mayor integración regional a través del comercio. Fuimos el primer país de América Latina en convocar a un congreso con los ministros de Ciencia de distintos países para discutir la regulación de la inteligencia artificial. Tengo muy claro que, tal como hizo Brasil con Lula en su momento, las grandes empresas tecnológicas deben adecuarse a las normativas de cada país. La soberanía reside en los países, no en las grandes corporaciones”.

Tres años de gobierno

– El 11 de marzo cumplió tres años en el gobierno. ¿Qué ha sido lo mejor y lo peor en este tiempo? 

– “Los periodos de cuatro años son relativamente cortos y los frutos de las obras de gobierno se empiezan a ver casi al final. Yo estoy viendo los brotes de lo que hemos sembrado. Para mí, lo mejor, sin lugar a dudas, es la reforma de pensiones porque logramos un acuerdo que era improbable, en donde todos tuvieron que ceder, pero donde los principales beneficiados son las personas mayores actuales y futuras que han trabajado toda su vida y que no tenían una jubilación digna. Van a tener un incremento sustantivo en sus pensiones y eso demuestra el valor de la política, la política en el sentido de ponernos de acuerdo entre quienes pensamos distintos para mejorar las condiciones de vida de quienes representamos, que es nuestro pueblo. Creo que es tremendamente valioso y además es una política universal. No es una política dedicada a un sector particular de la población, sino a todos los chilenos y chilenas que cumplen el ciclo laboral”.

Pero esta reforma igual ha concitado cuestionamientos, se dice que no beneficia a todos, que no es tan sustantiva, que no está comprobado que su sesgo femenino realmente beneficie a las mujeres más precarizadas…

– “¿A qué te refieres con que no va a llegar a todos?”

  Apunto a que, en el fondo, no es tan sustantiva. Por ejemplo, se dice que va a ser un 15 a un 35% en algunos casos de aumento efectivo. 

– “¡Pero imagínate un aumento de sueldo de 15 a 35%!”

– “Pero, en las pensiones se debe considerar que, en promedio, son muy bajas.

– “Mira, uno siempre puede elegir el punto de vista desde donde enfrenta los diferentes sucesos. Teníamos una reforma que hace 10 años no había consenso sobre qué había que cambiar, un sistema de pensiones que había que cambiar hace 10 años, que los diferentes gobiernos no habían logrado generar un acuerdo para ello, en donde las pensiones seguían siendo tremendamente bajas y en donde hoy día logramos destrabar ese acuerdo, subir las pensiones, incorporar un seguro social dentro de las pensiones y favorecer especialmente a las mujeres. Yo creo que eso es un éxito de la buena política”.

Tal como defiende la reforma prevional, para Boric son muchas las políticas públicas que su gobierno ha sacado adelante y de las cuales se siente orgulloso. “Pero, destacaría en particular -que es algo que seguramente se va a valorar más en el tiempo- la política de cuidados. En Chile, más de 2 millones de mujeres son cuidadoras, ya sea de niños, de personas mayores o de personas con algún tipo de enfermedad y,  durante mucho tiempo, esa labor de cuidados no fue reconocida, no ha sido reconocida. Nosotros hemos avanzado en reconocerla, en socializar los cuidados a partir de los centros comunitarios de cuidado, en entregarle mayor capacitación y herramientas a las personas cuidadoras para cumplir de mejor manera esta labor, en otorgarles determinados beneficios, desde baja de precios de ciertos productos básicos como el gas, o mayor facilidad para realizar los trámites del servicio público, y también avanzar un cambio cultural en corresponsabilidad. Los hombres también tienen que cuidar. Esto no es una labor solamente destinada a las mujeres. Y el cuidar a quienes nos cuidan y establecerlo como un cuarto pilar de derechos sociales, junto con educación, salud y pensiones. Creo, en un país que envejece tan rápidamente como el nuestro, que es una política de la cual me siento orgulloso”.

– ¿Lo más dificultoso de estos tres años?

– “Lo más difícil de enfrentar ha sido una suerte de pesimismo estructural respecto de las posibilidades que tiene Chile, que muchas veces dificulta ponerse de acuerdo con distintos sectores y lo hemos visto muy claramente en las cifras de crecimiento, por ejemplo, donde primero se auguró, por parte de sectores políticos y económicos, que Chile iba a entrar en recesión. No entramos en recesión, pero eso no fue reconocido. Posteriormente, se dijo que íbamos a crecer a tasas de 1,5%. Crecimos significativamente más y eso tampoco fue reconocido. Y cuando crecemos más, dicen: ‘Oh, se conforman con poco’. ¡No, no nos conformamos con poco!

“Me cuesta mucho entender la lógica de ver sólo lo negativo de las buenas noticias. Ahora Chile puede más y el desafío de todo gobierno es no conformarse con los propios logros, sino empujar un poquito más allá. Esa es la gracia de la política. Ir empujando los límites de lo que se entiende como posible en beneficio de la ciudadanía. Pero ese pesimismo tan estructural, como de no querer que a Chile le vaya bien, es algo que yo considero negativo. Porque la confianza, cuando es bien llevada, genera un círculo virtuoso”.

Para Boric, esto se vio en el reciente Foro Internacional de Inversiones organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid) y el gobierno regional de Magallanes, destacando los esfuerzos realizados para que Punta Arenas fuera sede de este encuentro, conocido como side event de la Asamblea de Gobernadores del Bid que se realizó en Santiago. 

“Este tipo de encuentros suele realizarse en grandes capitales mundiales, nacionales o en destinos como Punta Cana. Sin embargo, junto al ministro Mario Marcel decidimos traerlo a Punta Arenas porque creemos firmemente que Magallanes representa un ejemplo concreto del potencial que tiene Chile. Aquí, inversionistas de más de 50 países están discutiendo modelos de desarrollo sustentable que apunten a una mayor equidad en la distribución de la riqueza y a la creación de nuevas industrias. Al escuchar a los Ceo de importantes empresas durante la jornada del lunes, uno percibe un nivel de optimismo que a veces incluso supera al del propio ecosistema local”, indicó.

– Sí, bueno, el ecosistema local comenzó con una convocatoria para manifestarse en contra de la reunión del Bid, la cual llevó por título “¡No al saqueo de Magallanes!” y alegaban: “No permitamos que decidan nuestro futuro sin consultarnos”. 

– “¿Cierto? (preguntó un tanto incrédulo). Ha habido muchísimos diálogos comunitarios respecto tanto al hidrógeno verde como a las estrategias de desarrollo en Magallanes. De hecho, los Consejos de Desarrollo Productivo Regional que se han estado realizando tienen que ver con eso, cómo se incorpora también a la comunidad. Parte de la democracia es que haya quienes tengan una visión crítica de lo que se hace. Pero a mí y al gobierno se nos va a juzgar por los logros que tengamos y es mejorar la calidad de vida de las personas. Creo que eso lo estamos haciendo. Hemos aumentado de manera significativa el salario mínimo. Hemos disminuido el desempleo. Hemos bajado la inflación. Hemos retomado la senda de crecimiento en Chile. Hemos cumplido en muchas regiones, partiendo por Magallanes, con el plan de emergencia habitacional que nos habíamos impuesto, que era un tremendo desafío. Hemos aprobado políticas públicas que creo son beneficiosas, como, por ejemplo, las 40 horas, el Copago Cero, el Royalty Minero, que solamente a la Región de Magallanes le va a dejar más de 2.400 millones de pesos extra para las comunas en particular, las comunas de menores ingresos. Y otras leyes sociales como la Ley Tea, la Ley Integral contra la Violencia de la Mujer, la Ley de Protección de la Infancia, y una serie de políticas intersectoriales, además del orgullo que genera Chile o el respeto que genera Chile en el extranjero por nuestra posición robusta en materia de defensa de los derechos humanos y de la democracia. Creo que hablan bien de nuestro gobierno. Evidentemente, hay cosas que se podrían hacer mejor, evidentemente siempre hay cosas que faltan, pero creo que hay motivos para estar optimistas respecto al futuro de Chile independiente del gobierno”.

¿Gobierno transformador?

– Cuando usted asumió, lo hizo en el marco de un proceso ciudadano de efervescencia, estaba el estallido social, la posibilidad de una nueva Constitución y se esperaba mucho de este gobierno, que fuera muy transformador. Pese a que no fue exitoso el proceso constituyente y considerando todas estas leyes que menciona, ¿usted considera que su gestión ha sido, realmente, transformadora? 

– “No son sólo leyes, también tienen que ver con gestión y políticas públicas. Nosotros somos minoría en el Parlamento y, pese a eso, hemos logrado sacar adelante acuerdos que van en beneficio de los chilenos y chilenas.

“Respecto al momento en el que nosotros asumimos, creo que hubo una primera advertencia que no fue lo suficientemente aquilatada en la primera vuelta. La primera mayoría, recordemos, fue del candidato de ultraderecha y, además, el Parlamento estableció un empate relativo que, posteriormente con el quiebre de algunos partidos, se transformó en minoría para el progresismo. Los procesos constituyentes tuvieron una deriva que yo no la calificaría como fracaso, sino como un profundo aprendizaje y demostración de sabiduría del pueblo de Chile que incidió, creo yo, en la conciencia de los sectores políticos de que era necesario ponerse de acuerdo en cosas que, si no, terminan reventando”.

“En eso, la reforma de pensiones o la ley de cumplimiento tributario, que allega ingresos por más de 1.500 millones de dólares al fisco, o el sacar adelante políticas públicas como, por ejemplo, las que mencionaba, el aumento del sueldo mínimo o la disminución de la jornada laboral, creo que dan cuenta de un aprendizaje propio de lo que fue el proceso constituyente también en el sentido de que la política cotidiana tiene que ponerse de acuerdo, no puede estar totalmente enfrentada. Y los chilenos, lo que demostraron tanto en el primero como en el segundo plebiscito de salida de ambos procesos, es que quieren puntos de encuentro, no excluir a un sector de la sociedad del modelo de desarrollo”. 

“Respecto a si nuestro gobierno ha sido transformador o no, yo considero que ha sido transformador. Evidentemente, nos hemos visto en el deber, y yo creo, razonablemente, de ajustar nuestro programa a las necesidades que hoy día tiene la población. La seguridad, sin lugar a dudas, es lo más importante para los chilenos y chilenas. Venimos de poner la primera piedra de la nueva comisaría de Punta Arenas, y eso que no estaba en el programa se transformó en un eje prioritario del gobierno muy rápidamente”.

“Creo que eso es positivo. Creo que la política es hacerse cargo de la realidad que a uno le toca y tratar de cambiarla, modificarla. Entonces, hemos hecho transformaciones, hay algunas que no hemos llegado hasta donde nos hubiese gustado en un comienzo, pero es parte de la política y no me cabe ninguna duda que otro gobierno va a poder darle continuidad a justamente lo que nosotros hemos avanzado”.

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