Necrológicas

“Guerra arancelaria”: mucho más que sólo economía

Por Eduardo Pino Viernes 4 de Abril del 2025

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La economía es una disciplina tan compleja como fascinante, cuya dinámica nos afecta a todos: pobres y ricos, legos y expertos. Conocer su funcionamiento nos ayudará a tomar mejores decisiones que redundarán en nuestro bienestar. Creo que el más importante desafío radica en encontrar un equilibrio que posibilite su uso como una herramienta necesaria y funcional, que posibilite dirigir nuestras energías hacia temáticas relevantes de nuestra vida. Como dice el dicho: “el dinero no da la felicidad, pero ayuda bastante”.

Por estos días, connotados expertos en esta disciplina declaran abiertamente su desconcierto ante lo que se ha denominado “guerra arancelaria” por parte de los EE.UU. hacia el mundo. Desde la década de los 30s y como respuesta a la “gran depresión” de 1929, que no se observaban medidas proteccionistas tan extremas como las que en el “jardín de las rosas” ha anunciado Donald Trump, en lo que ha denominado “el Día de la Liberación”. Algunos economistas aún no logran asimilar este nuevo golpe en la mesa que ha decretado el republicano, debido a la falta de coherencia que reviste cómo la nación cuna del capitalismo y estandarte de la libertad, decreta impuestos al comercio que sonrojarían hasta las economías más estatistas y colectivistas del planeta. Incluso el bautizo de este día les parece un contrasentido, ya que lejos de una liberación, más bien parece una imposición unilateral que inevitablemente repercutirá en varios ámbitos más allá de lo estrictamente económico. Ante las diferencias arancelarias, en que algunos países fueron más castigados que otros, llamó la atención que incluso los aliados históricos del país de las barras y estrellas no gozaron de inmunidad alguna, destacando Israel y Europa como ejemplos claros de que esta decisión “no es nada personal”.

El objetivo de Trump parece ser claro y legítimo: aumentar la recaudación para mitigar el déficit fiscal y generar las condiciones para “repatriar” la industria en general, privilegiando lo producido y manufacturado en el propio territorio por sobre lo importado. De manera simple, esta sería la forma de materializar el “Make América Great Again”, concretizando la épica que lo llevó a recuperar de manera aplastante el poder. Pero, tanto ajenos como propios, han presentando serios cuestionamientos si la estrategia es la adecuada, tanto a corto como a largo plazo. Por lo pronto, algunas de las repercusiones han sido la caída de las Bolsas a nivel mundial, destacando además,  la desconfianza de quienes hasta ahora han sido compañeros de ruta, como es el caso de Canadá, a quién incluso se le ha amenazado con anexarlo como un Estado más del territorio de USA. Análisis aparte merecen los países occidentales de Europa, pareciendo que la estructura tradicional de la Otan va quedando en el pasado. Lo que más llama la atención es que incluso naciones con marcadas diferencias entre sí, están en conversaciones para colaborar y hacer frente al cambio de reglas en los mercados, como es el caso de China, Corea del Sur y Japón, quienes se han visto especialmente perjudicados con estos nuevos impuestos. 

La apuesta del Mandatario norteamericano es recaudar más dinero gracias a los aranceles, pero, ¿qué pasa si el consumo baja drásticamente debido al encarecimiento de los productos y, por ende, la recaudación no cumple con las expectativas?, reconocidas instituciones proyectan que, incluso, antes de estos anuncios el fantasma de una recesión en el país del norte, y que repercutiría en el resto del mundo, ronda en la probabilidad de un 35%. Si, además se produce una reorganización de los mercados y se establecen nuevas alianzas y rutas comerciales que no desean negociar con autoridades que cambian sin previo aviso las condiciones de las transacciones, el panorama sería muy distinto. Por otra parte, recuperar la industrialización en territorio “yanki” es un proceso que lleva tiempo. Como ejemplo, se estima que la industria automotriz necesitaría de 5 ó 6 años para instalar plantas que suministren partes esenciales de los “carros” que actualmente provienen del exterior, al igual que los ensamblajes cuya conveniencia de mano de obra más barata se encuentra fuera de las fronteras, por algo se instalaron en países donde los costos resultan bastante más convenientes. Mientras tanto, el aumento significativo del costo de la vida en los habitantes del “Tío Sam” se hará sentir rápida y sostenidamente. Estas son sólo algunas citas de varias otras críticas de un plan que proyecta relevantes dificultades en la espera de un final feliz. 

Como lo analizamos en anteriores columnas, son tiempos de cambios e incertidumbres, de modelos que parecen desmoronarse e intérpretes que se riñen con la lógica de la realidad. Cada cual desea emprender su propia revolución y llevarse el botín del poder. Los tiempos del globalismo y la colaboración parecen ir quedando atrás, y lo que es peor, los nubarrones que amenazan la paz cada vez parecen más abundantes y oscuros, mientras las personas comunes y corrientes somos la moneda de cambio utilizada en transacciones y experimentos inéditos. Y es que estos “aranceles”, son mucho más que sólo economía.   

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