Civismo digital: un imperativo educativo urgente
Mister Alvaro González
Rector The British School
Las redes sociales se han convertido en los últimos años en una forma de comunicación común y corriente, de uso diario, tanto a nivel personal como profesional. Por ello, formar a un ciudadano del siglo XXI implica, obligatoriamente, educar en el civismo digital. En efecto, se hace hoy imprescindible que las personas, desde la más temprana edad, comprendan cómo interactuar de manera respetuosa, responsable y ética en el entorno virtual. En ello consiste, de manera simple, el civismo digital. Los colegios son, por cierto, instituciones privilegiadas para promover este civismo digital, pero también y sobre todo las propias familias, pues la educación en el civismo digital no implica conocimientos tecnológicos acabados, sino simplemente la promoción de valores como el respeto, la empatía y la convivencia en el espacio digital. En otras palabras, las mismas condiciones civilizatorias básicas que hemos acordado como sociedad en la interacción humana presencial, pero trasladada al mundo digital.
Es importante reconocer adecuadamente las potencialidades de las redes sociales, y los beneficios que traen desde el punto de vista de la conectividad y el aprendizaje, pero también es urgente calibrar correctamente los significativos riesgos que éstas conllevan para nuestros niños y jóvenes. En este sentido, se agradecen las diversas iniciativas existentes en nuestro país, conducentes a crear conciencia en las comunidades educativas y las familias, sobre el buen uso de las redes sociales. Una de estas iniciativas corresponde a la Fundación para la Ciudadanía Digital, quien recomienda que, para garantizar una experiencia saludable y segura en el entorno digital, es imprescindible que tanto familias como colegios puedan establecer límites claros y no negociables. Quiero insistir en esto último: lo no negociable.
Vemos con inquietud, desde los espacios educativos formales, la creciente dificultad de ciertas familias en establecer límites a sus hijos, sin embargo, parte fundamental del proceso de desarrollo es entender que existen límites que no deben sobrepasarse. Por ejemplo, respetar una edad mínima para utilizar las redes sociales. Parece evidente que un niño de 9 años no tiene el discernimiento necesario para aquilatar los riesgos asociados al uso de redes sociales. Sin embargo, tenemos a multitud de niños menores de 14 o 15 años, la edad sugerida para iniciar su utilización, con acceso ilimitado a redes sociales.
Educar en el civismo digital es clave para prevenir y reducir los riesgos derivados del mal uso de internet, como el ciberbullying, la desinformación o la vulneración de la privacidad. Nuestros jóvenes, principalmente, pero también nosotros los adultos, podemos estar expuestos muy fácilmente a situaciones de acoso en línea, donde los límites entre la información verdadera y falsa son difusos, donde cualquier persona puede hoy difamar a otra a través de un video, un texto o una imagen. Las funas, lamentablemente, se encuentran a la orden del día, y si bien son generalmente anónimas, y por lo tanto no confiables, pueden generar daños emocionales y psicológicos significativos en quienes las sufren. Una educación sólida en civismo digital nos permite identificar comportamientos nocivos, proteger nuestro bienestar personal y, al mismo tiempo, actuar de manera respetuosa con los demás, fomentando una cultura de inclusión, donde cada persona puede expresarse libremente sin temor a ser atacada o discriminada.
En conclusión, el civismo digital fomenta la responsabilidad individual y colectiva, nos enseña a pensar críticamente sobre la información que se consume y comparte, promueve el respeto por la propiedad intelectual y los derechos de autor, y contribuye a la construcción de una sociedad más respetuosa, inclusiva y consciente de los retos que plantea el entorno virtual. Esta responsabilidad es de todos. Familias, colegios y autoridades están llamados a crear espacios de aprendizaje que fomenten estos valores y habilidades esenciales para navegar de manera ética y responsable en la era digital.